Juana Rivas: Las opiniones son sagradas, los hechos son libres
Con el previsible ‘Yo soy Juana Rivas’ en las redes, como quien proclama #YoSoyCharlieHebdo, sus partidarios tardaron poco en aparecer y alcanzar hasta las más altas magistraturas del Estado. Incluso el presidente. Después le siguió el fuenteovejuniano ‘Juana Rivas está en mi casa’. Es lógico: su historia tenía todo para conmover a una sociedad cada vez más sensible a la violencia machista, con el componente de la madre coraje protegiendo a sus cachorros amenazados. Eso conecta con instintos profundos de la condición humana.
Con el previsible ‘Yo soy Juana Rivas’ en las redes, como quien proclama #YoSoyCharlieHebdo, sus partidarios tardaron poco en aparecer y alcanzar hasta las más altas magistraturas del Estado. Incluso el presidente. Después le siguió el fuenteovejuniano ‘Juana Rivas está en mi casa’. Es lógico: su historia tenía todo para conmover a una sociedad cada vez más sensible a la violencia machista, con el componente de la madre coraje protegiendo a sus cachorros amenazados. Eso conecta con instintos profundos de la condición humana.
Raramente ha aparecido algún partidario de Francesco Arcuri, extranjero, varón, descuidado. Pero Arcadi Espada hizo algo excepcional de puro elemental: conocer su versión. Hasta ese momento parecía irrelevante, fuera de todo interés. Como si solo existiera un punto de vista en ese conflicto de dos.
¿Se puede creer a Arcuri? Lo recomendable es el escepticismo, claro. Pero exactamente lo mismo con Juana Rivas. Tal vez todo lo que ella diga sea verdad, pero su versión no puede elevarse a verdad. Enfatizar semejante obviedad a estas alturas ya delata por qué cauces de irracionalidad va esto. De hecho, la versión de Juana Rivas tiene contradicciones y sombras, como su regreso junto a él. Por demás, sacó a sus hijos de Italia vulnerando el Convenio de La Haya, y después ha incumplido una sentencia con la sustracción de los hijos. Situarse fuera de la ley puede ser un signo de desesperación, pero es situarse fuera de la ley.
Y sin embargo la versión de Juana Rivas ha sido elevada a verdad oficial, avalada por las autoridades. Se ha evitado descaradamente contrastar las versiones, incluso simplemente evaluar la sentencia. Es el mismo mecanismo del hooliganismo o partidismo en el fútbol o la política. Teniendo bando –ya sea PP o PSOE, Barça o Madrit, Juana o Francesco– no interesa disponer de información para evaluar y sacar conclusiones; sólo se acepta la información que fortalece a tu bando.
Esto es como la humorada de aquel crítico literario al que alguien le preguntó si realmente había leído la novela que comentaba, porque no lo parecía:
–Nunca leo las novelas que critico, para no dejarme influir.
Algunos parecen resistirse a dejarse influir por los hechos, para evitar que eso modifique sus opiniones previas. Con Juana se ha obviado el secuestro de los niños, la acción de la Justicia, y, como dice la sentencia, con permiso de la Ejecutiva socialista, que “los hijos también son del padre”. Por evitar que eso reste fuerza al #YoSoyJuana.
Hay un viejo aforismo periodístico fundamental, lema de C.P.Scott en sus años de director de The Manchester Guardian, hoy The Guardian, que se resume así: ‘Las opiniones son libres, pero los hechos son sagrados’. Es decir, cada cual puede pensar de la realidad lo que quiera, pero no contar la realidad como quiera. Hay que proponerse contar la verdad. Aquí parece triunfar la lógica inversa: ‘los hechos son libres, las opiniones son sagradas’. ¡Viva mi bando!