THE OBJECTIVE
Jordi Bernal

Papel cliché

«La podemia ha perdido rápido el mohín enfurruñado. Será que no era más que una mascarada»

Opinión
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Papel cliché

zipi | EFE

Leo sueltos y entrecomillados de una entrevista que Irene Montero ha concedido a Diez Minutos. Un reportaje susurrante con abundancia de confidencias de té con pastas y un considerable despliegue gráfico. El interés no pasaría del subsuelo si no fuera porque con su inanidad demuestra por enésima vez la inconsistencia de esta nueva izquierda tan vieja y apolillada. Las declaraciones de Montero son puro cliché rutinario de revistas de la cosa cardiaca. Cuando los señoritos quieren disfrazarse de pueblo llano hablan de normalidad y sencillez, de esfuerzos conciliadores y reparto de tareas rutinarias. Ellos son gente corriente, como esa señora en rulos que ahora mata la espera de la permanente hojeando la vida y milagros de los marqueses de Galapagar.

Parece como si la muchachada de Podemos hubiese venido al mundo para confirmar todas las críticas acerbas sobre la izquierda confeccionadas por la derecha. Todavía será verdad que no son más que la construcción catódica del Partido Popular de Rajoy, que les ofreció en bandeja el cabreo de la calle y unos medios de comunicación afines. Crecieron gracias a un descontento justificado, y en principio tenían que dar voz en las instituciones a los apaleados por la crisis financiera. Pero el ardor bolchevique se les pasó con la primera moqueta. Ni tan siquiera el poder tuvo que tomarse la molestia de resabiarlos porque ya venían aprendidos de Venezuela: facturas fraudulentas, contratos amañados, pirulas a Hacienda y demás mangoneos de pícaros curtidos en el alcantarillado del sistema. Por no hablar del gusto endogámico por colocar al pariente o a la parienta (siempre tan inclusivos).

Hasta los socialistas, que antes de ganar sus primera elecciones le habían dado ya la patada a Marx, se tomaron un poco más de tiempo en cambiar la pana y la greña por el traje entallado y la divinidad del canapé.

La podemia ha perdido rápido el mohín enfurruñado. Será que no era más que una mascarada, una impostura cuya finalidad no era la de asaltar los cielos, sino la de posar sonriente en las páginas de la prensa rosa.

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