Irene Montero: la ministra que hace lo que le da la gana

Seguramente usted no lo sepa, pero la semana pasada conocimos que, antes de llegar al Gobierno, la ministra de Igualdad, Irene Montero, usaba a dos empleadas de Podemos como niñeras de los tres hijos que tiene junto a Pablo Iglesias. Hasta ahora sabíamos de la existencia de una cuidadora, de nombre Teresa Arévalo, pero desde el día 22 hemos descubierto que había otra asistenta, llamada Gara Santana. La primera era la jefa de Gabinete de Montero en el partido, y ahora recolocada en el Ministerio, mientras que la segunda pertenecía al equipo de prensa de los morados y en la actualidad trabaja en ‘La última hora’, el panfleto de cabecera de los podemitas.

Todo esto se ha sabido porque el martes pasado tuvo que acudir a declarar ante el juzgado de instrucción número 42 de Madrid Elena González, quien durante varios años fue escolta de Montero. González salió en su día del partido en circunstancias algo turbulentas, pues fue despedida tras quejarse reiteradamente de que era usada para tareas distintas a las de dispensar protección y seguridad.

La escolta presentó en su momento una demanda por despido improcedente y denunció que le habían echado por negarse a hacer la compra o a prestar servicios de choferesa para amigos y familiares de la pareja Iglesias-Montero. Pero el conflicto se resolvió en enero de 2020, justo unos días después de que ambos entraran en el Gobierno, mediante un acuerdo extrajudicial que, según algunas fuentes, le costó al partido morado 50.000 euros.

Todo el mundo pensaba que aquel dinero serviría para comprar el silencio perpetuo de González, pero el martes saltó la sorpresa al acudir a declarar y empezar a contar detalles hasta ahora desconocidos. Gracias a su testimonio ante el juez que investiga el ‘caso niñera’, supimos que en realidad eran dos las cuidadoras de los bebés y, lo que es más importante, que no hacían esas tareas de buena gana ni porque fueran amigas íntimas de Montero, sino de forma obligada y a regañadientes, según relató la propia escolta.

La situación llegó hasta tal extremo que Santana tuvo que pedir una baja laboral en Podemos por estrés. Pero, en vez de quedarse en su casa reponiéndose, y según le han contado a Luca Costantini fuentes del partido morado, durante esa baja siguió prestando servicio en el chalé de Galapagar.

Sin noticias de Montero

Con una guerra en Ucrania, una huelga de transportistas y una crisis energética es lógico que este escándalo no haya trascendido apenas en España, pero resulta especialmente irritante que la ministra afectada no haya siquiera comparecido en ningún momento de la semana para dar las pertinentes explicaciones, o al menos su versión de los hechos.

Una ministra de España ha sido acusada en sede judicial de usar para fines privados a personas a sueldo de un partido político, y aquí nadie dice nada: ni la ministra abre la boca, ni nadie exige las mínimas aclaraciones al respecto. Recordemos que el caso se está investigando no por capricho, sino por un presunto delito de administración desleal en el que ahora mismo están imputados tanto Arévalo como el tesorero y la gerente de Podemos.

Montero parece desconocer por completo lo que es la rendición de cuentas, pues desde su Ministerio están especialmente habituados a mantener en la opacidad más absoluta a qué dedica el tiempo la ministra. La página web de Igualdad, sin ir más lejos, no recoge ningún acto oficial en su agenda desde el pasado 9 de febrero. Suponemos que habrá sido un descuido, pues sabemos que la ministra sí concedió algunas entrevistas y participó en varios actos relacionados con el 8-M.

También la hemos visto en Chile gracias a varias fotos colgadas en sus redes sociales, adonde acudió a comienzos de marzo a la toma de posesión del nuevo presidente del país, Gabriel Boric. Montero se desplazó junto al Rey en el avión oficial y permaneció en el país varios días, si bien no consta ni una sola nota de prensa oficial sobre cuáles fueron sus actividades allí.

THE OBJECTIVE publicó en su momento que junto a Montero estuvieron en Chile dos personas de su gabinete, la propia Arévalo e Isa Serra. Y como consecuencia de ello hicimos las gestiones pertinentes para saber si ambas se deplazaron también en el avión oficial y para qué exactamente fueron a Santiago. A día de hoy, seguimos sin recibir respuesta.

Así estamos en la España del siglo XXI. Con ministros que apenas trabajan, que se van de excursión sin dar mayores explicaciones y que, cuando tienen un escándalo judicial en marcha, ni siquiera comparecen para dar su versión de los hechos. Pero lo peor de todo es que a nadie parece importarle mucho.