Seducidas por la meca del capitalismo
«El uso de las redes por parte de las militantes de Podemos saca a relucir sus contradicciones y les lleva a cometer errores de primero de comunicación política»
Mientras los líderes de la OTAN disfrutaban de las obras de arte del Prado, Irene Montero y su troupe huían del poder duro militar concentrado en Madrid para ser abducidas por el embrujo capitalista de Nueva York.
Dos maneras diferentes de caer rendidos ante el poder blando de la cultura y el ocio. Emmanuel Macron y Boris Johnson admiraban las Tres Gracias de Rubens en el templo del arte madrileño; mientras la delegación que encabezaba la ministra de Igualdad, Irene Montero, su jefa de gabinete, Lidia Rubio, la secretaria de Estado de Igualdad, Angela Rodríguez y la portavoz de Podemos, Isa Serra, se hacía un selfie, que ha corrido como la pólvora en las redes, en uno de los altares de la cultura capitalista: la famosa plaza neoyorkina de Times Square.
Es curioso que la Montero, que afirmaba no hace tanto tiempo, que «el capitalismo es incompatible con la vida» y que «con este sistema económico no se puede vivir bien», termine subyugada por el poder blando americano en su viaje a Estados Unidos. O quizás, no sea algo tan sorprendente si miramos su patrimonio bruto, que en cinco años se multiplicó casi por cien, de 6.823 a 629.969 euros.
La ministra de Igualdad no es la primera comunista que se siente encandilada por el soft power americano. En plena Guerra Fría, el secretario general del Partido Comunista de la URSS; Nikita Kruschev, también caía rendido a los pies del sistema capitalista. En aquella ocasión fue en la costa Oeste, durante la visita en 1959 del líder soviético a Los Ángeles invitado por el presidente estadounidense Dwight Eisenhower. Igual que Montero quedaba deslumbrada por los neones de Times Square, Kruschev lo hacía por Hollywood y sus actores. Frank Sinatra hizo de guía del secretario del Partido Comunista y su esposa Nina, quienes disfrutaron de lo lindo en el rodaje de una escena de Can Can junto a Shirley MacLaine, que intentó sacarlo a bailar. No conforme con la visita al corazón del cine americano, el líder soviético, a sus 65 años, cogió un enfado considerable cuando le anunciaron que no podía ir a Disneylandia por razones de seguridad.
«El poder blando americano no es ajeno a los máximos detractores del capitalismo como la ministra Montero, seducida por la simbología que destilan la Casa Blanca o la ciudad que nunca duerme»
Kruschev no ha sido el único caudillo tentado por el atractivo de la cultura americana. El líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, es un gran fan de Disney; como ha demostrado al asistir a espectáculos celebrados en la península asiática en los que Mickey Mouse y Winnie the Pooh hacían de las suyas, sin respetar, por supuesto, los derechos de propiedad intelectual. El líder totalitario también se ha sentido atraído por la NBA y ha recibido en varias ocasiones al excéntrico exjugador de los Chicago Bulls, Denis Rodman, con el que trabó una buena amistad tras conocerle en una exhibición, que los Harlem Globetrotters le hicieron al hijo del Amado Líder. En 1989, los estudiantes chinos simbolizaron sus protestas en la plaza de Tiananmen con la denominada Diosa de la Democracia, una réplica de la Estatua de la Libertad; que se mantuvo cinco días en pie antes de ser derribada y aplastada por los tanques del Ejército de Liberación Popular, el día de la masacre en la que fallecieron al menos 10.000 personas.
El poder blando americano no es ajeno a los máximos detractores del capitalismo como la ministra Montero, seducida por la simbología que destilan la Casa Blanca o la ciudad que nunca duerme, en su visita oficial a los Estados Unidos para fortalecer las alianzas feministas internacionales. El uso de las redes sociales made in USA por parte de las militantes de Podemos saca a relucir las contradicciones de su discurso y les lleva a cometer errores de primero de comunicación política. Y lo hace en un momento en el que muchos españoles lo pasan mal para llegar a fin de mes por la escalada de precios, mientras ellas viajan en el avión presidencial, otra contradicción con su ecologismo militante, para peregrinar a la meca del capitalismo.
Ya lo dice Toni Cantó en su último libro De joven fui de izquierdas, pero luego maduré, que parece escrito para las globetrotters de Podemos y su viaje sin retorno al mundo contradictorio de la izquierda radical: «El capitalismo era el infierno y Estados Unidos, el demonio. Pero yo quería el Levis de etiqueta roja y soñaba con visitar algún día Nueva York».