#MuerePodemos

«Viajar en turista no es tan doloroso», ironizaba Pablo Iglesias en 2014, y así lo publicaba Podemos en su cuenta de Twitter con la etiqueta #NacePodemos.

Eran los días en que Podemos irrumpía en escena, abriéndose destempladamente un espacio en el tablero, cincelando consignas en las redes para poner en la picota a una casta corrompida moralmente, y a veces algo más que moralmente, ensimismada en una burbuja de privilegios y prebendas que la aislaban de la gente de la calle con sus angustias y sufrimientos. De ahí su ironía de viajar en turista: hacer política a pie de calle y gastar los impuestos de los ciudadanos sin creerse más que ellos.

Y eso, no más, es el combustible incendiario del viaje de Irene Montero y su trouppe a USA. Viajar a Washington y Nueva York para mantener algunas reuniones, con una agenda más o menos hueca, no escandaliza a nadie. Aprovechar para dar un paseo y hacerse selfis en el Mall capitolino o en Times Square, incluso con cierto aire de Paco Martínez Soria, tampoco va a escandalizar a nadie. Algo así no daría más que para algunos dardos vitriólicos, unos ingeniosos y otros de dudoso gusto, según la lógica primaria de las redes. Ya le sucedió a Ayuso, que hizo un viaje con una agenda más o menos hueca y se hizo sus selfis más o menos ‘martínezsoria’,  como otros tantos dirigentes. El hecho diferencial de Irene Montero y su trouppe es haber viajado en el Falcon, incluso para moverse entre Washington y NY. Es el momento de regresar a los hitos fundacionales de Podemos en 2014:

«Viajar en turista no es tan doloroso» (Pablo Iglesias, #NacePodemos)

Como el chalet de Galapagar o los escraches en tu casa o el derecho a la propia imagen o el respeto en los actos públicos… el problema de Podemos es haber acabado haciendo la política contra la que fundaron un partido. Su proyecto supuestamente regeneracionista ha  terminado en una mala caricatura de sí mismos.

De asaltar los cielos a surcarlos en un lujoso viaje trasatlántico en Falcon, antojo de cien mil pavos: fin de la larga broma.

«Podemos va a tener un final agónico más lento, desde el poder, donde van tragando con todo lo que aborrecían»

La defensa de Irene Montero y sus acompañantes, ayudadas desde sus antenas mediáticas, es que se les ataca por ser mujeres jóvenes, brillantes y atractivas. Como diría el castizo, hay que joderse y agarrarse para no caerse. ¿Y cuando los mismos criticaban a Ayuso por su viaje también era por ser mujer brillante y atractiva o en su caso sí era por una idea digna de la ética pública?  ¿Y cuando se le ha criticado a algún político varón también era por ser mujer brillante y atractiva? Este argumento sólo delata que no tienen ningún argumento; de modo que recurren al baratillo de los señoros machistas y todo ese blablablá. Aquí no se trata de machismo, sino de la miopía de las protagonistas del viaje que se han convertido en aquello contra lo que clamaban. Galapagar no fue un error, sino un síntoma. Ahora, ante otra nueva crisis que arrasa muchos hogares de compatriotas, esos selfis delatan que no les queda una mínima empatía, ni siquiera el filtro del pudor.

#MuerePodemos es el estado de cosas apenas ocho años después de aquel #NacePodemos. La nueva política se ha suicidado. Si Ciudadanos ha tenido un final más abrupto, un colapso desde que incumplió aquello para lo que había nacido al resistirse Albert Rivera a pactar en 2019, liquidando el proyecto que ahora afronta una refundación… Podemos va a tener un final agónico más lento, desde el poder, donde van tragando con todo lo que aborrecían, no ya los fetiches ideológicos del gasto militar al servicio de la OTAN o la entrega del Sahara a Marruecos, sino además interiorizando todo el vademecum de la casta que les ha llevado de indignados de la calle a acomodados entre lujos oficiales.

Hoy entra en escena Sumar, el espacio de Yolanda Díaz al que Pedro Sánchez confía la resistencia de esa izquierda taponando la sangría. Es un deseo imposible. Sumar supone solo otra vuelta de tuerca al espacio que ha desacreditado Podemos, con un barniz de marketing y un rostro más amable en los carteles. Yolanda Díaz ha vetado allí a la casta podemita, y es lógico, pero activar un proceso con el nombre de Sumar que obliga a Restar ya evidencia su debilidad: no es una catapulta para relanzarse, sino una tabla para afrontar el naufragio. Claro que todo esto está por ver.

Eso sí, mientras #NaceSumar, con seguridad asistimos al proceso definitivo, que se consumará en un año, de #MuerePodemos.