THE OBJECTIVE
Pablo de Lora

'Ley trans': ¡por el borrado de los hombres!

«Ahora esos hechos -ser hombre o ser mujer- de los que quedaba constancia en el Registro Civil, van a quedar sometidos a la voluntad de los individuos»

Opinión
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‘Ley trans’: ¡por el borrado de los hombres!

La ministra de Igualdad, Irene Montero. | Europa Press

Yo tengo un sueño: acabar con el patriarcado, con el machismo estructural que todo lo permea, desde la brecha salarial o de cuidados hasta el asesinato de mujeres. Yo tengo el sueño de acabar con la cultura de la violación que se manifiesta de manera transversal, desde el micro-machismo de ponerle a ella la Coca-Cola Light y a él el doble de cerveza, hasta no desdoblar el lenguaje y saludar con un «buenos días a todos» pasando por las «performance de terror sexual que perpetran cachorros neonazis de cayetano» en los colegios mayores católicos de Madrid, «potenciales violadores de cualquier chica en cualquier parte, se sienta amenazada o no», tal y como ha denunciado el diputado Pablo Echenique.  

Y tengo la solución. Como Tequila. Pero no, no es «unas copas, unos amigos y un poquito de rock’n roll». No. 

Verán. Cuando un ser humano mata a otro en España, o ejerce violencia física o psicológica, o comete una agresión a la libertad sexual de otro, o le amenaza o coacciona o priva de libertad, incurre en violencia de género sí y solo sí el agresor pertenece al sexo biológico masculino y la agredida al sexo biológico femenino. Nuestras autoridades nos trasladan un cómputo preciso y diario del número de mujeres muertas a manos de su pareja o expareja varón y lo hacen porque todos y cada uno de esos crímenes, con carácter previo a toda investigación judicial, son «crímenes machistas», cometidos contra la víctima «por el mero hecho de ser mujer». Si se ataca a los hijos se comete un acto de «violencia vicaria» si y sólo sí el autor es un hombre pues siempre, de manera no «derrotable», imponderable, con esa acción los hombres tratamos de hacer daño a la mujer que sea nuestra pareja o expareja y madre de nuestros hijos. Ese tipo de violencia, en cambio, nunca la ejerce un ser humano cuya condición biológica sea la de ser mujer. Ese ser humano, si secuestra sus hijos e impide al padre varón verlos, no debe ser condenada – y si lo es tendrá que ser indultada- porque cuando una mujer comete tales ese tipo de «secuestro» está siempre protegiendo a la familia de la violencia que ejercemos los hombres «por el mero hecho de serlo». 

Hay beneficios fiscales, ayudas públicas, bonificaciones en concursos, cuotas, reservas de puestos, baremos diferenciados y toda una larga lista de acciones de discriminación positiva a los que cabe acceder «por el mero hecho de ser mujer» y no así «por el mero hecho de ser hombre».  

Pues bien. Este es mi plan para acabar con el patriarcado. 

Hasta ahora esos meros hechos – ser hombre o ser mujer- de los que quedaba constancia en el Registro Civil con nuestro nacimiento, van a quedar sometidos a la voluntad de los individuos. Anteayer, en el Parlamento se dijo muy alto y claro por parte de los representantes de los partidos que aprueban la ley. «Las mujeres transexuales no eligen ser mujeres, saben que lo son»; «Los hombres transexuales no eligen ser hombres, saben que lo son», proclamó la diputada de EH-Bildu (no pregunten a la diputada qué es entonces «ser mujer» porque incurrirán en una circularidad para la que no hay antiemético). ¨Si estamos a favor de la autodeterminación de los pueblos ¿cómo no vamos a estar a favor de la autodeterminación de los individuos?», señaló por su parte el representante del PNV (sí, el partido que blasona como divisa «Dios y ley vieja»). La ministra Montero remachaba más altisonante todavía que el Estado no es quien para decirle a la gente cómo debe amar o cómo debe sentirse. 

«Toda persona de nacionalidad española mayor de 16 años podrá solicitar la rectificación registral relativa al sexo»

Lean conmigo los artículos 38.1 y 39.3. del proyecto de ley trans que traslada los anteriores principios: «Toda persona de nacionalidad española mayor de dieciséis años podrá solicitar por sí misma ante el Registro Civil la rectificación registral relativa al sexo». Y: «El ejercicio del derecho a la rectificación registral de la mención relativa al sexo en ningún caso podrá estar condicionado a la previa exhibición de informe médico o psicológico relativo a la disconformidad con el sexo mencionado en la inscripción de nacimiento, ni a la previa modificación de la apariencia o función corporal de la persona a través de procedimientos médicos, quirúrgicos o de otra índole».

«Las propongo ‘borrarse’ como hombres e inscribirse en el Registro Civil como mujeres»

Les propongo, a todos ustedes que me leen en su condición de varones, a ustedes que son frecuentemente interpelados para ser «compis y cómplices» en la batalla contra el patriarcado, a ustedes, machistas estructurales inconscientes, que hagan el supremo ejercicio de alianza consistente en «borrarse como hombres» instando, tan pronto se apruebe la ley, a modificar en el Registro Civil su mención del sexo e inscribiéndose como mujeres. Ni siquiera tendrán que cambiar su nombre

Desde ese momento podrá usted «… ejercer todos los derechos inherentes a su nueva condición» (si bien no se alterará el régimen jurídico que fuera aplicable a la persona con anterioridad a la rectificación, a los efectos de la Ley de Violencia de Género o de la Ley Orgánica 3/2007 para la igualdad efectiva de hombres y mujeres). Con su ley, Montero habrá hecho todavía más rápido y ágil el milagro al que aludía Jean Louis De Lolme a propósito de la omnipotencia relativa del Parlamento británico (que todo lo puede salvo convertir a un hombre en mujer y viceversa): como ha ocurrido con la mujer que en Cataluña ha descubierto que su marido, presunto agresor y hostigador, resultaba ya estar inscrito como mujer (y que su caso ya no era de «violencia de género»), la eventualmente suya, amigo lector y espero que aliado, también habrá trasmutado en «violencia doméstica», como el agua en vino por obra de nuestro Señor Jesucristo en las bodas de Caná. Y ello por su sola y mera declaración de voluntad ante el Registro Civil. 

¿Es usted hombre aliado pero «blandengue» para esta guerra cultural y registral? Tengo la solución. Lea conmigo ahora el artículo 42 del proyecto de Ley: «Transcurridos seis meses desde la inscripción en el Registro Civil de la rectificación de la mención registral relativa al sexo, las personas que hubieran promovido dicha rectificación podrán recuperar la mención registral del sexo que figuraba previamente a dicha rectificación en el Registro Civil, siguiendo el mismo procedimiento establecido en este capítulo para la rectificación registral». 

Así que en la versión low-cost de este asalto al patriarcado que le propongo podrá ser usted partícipe de una desaparición semi-anual del patriarcado, que no es poco. 

¡Hombres, ya aliados o por serlo, blandengues de mejor o peor condición, señoros, pollasviejas o buenorros, varones o varoncitos, dandies, caballeros a la vieja usanza, manitas, torpes o mamados, cayetanos y canis variados! ¡Machirulos del mundo uníos!

¡Borrémonos!  

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