THE OBJECTIVE
Victoria Carvajal

'China is back': ¿y la economía mundial?

«La asistencia final al más alto nivel de China fue una celebrada sorpresa: China is back!. Y si China is back, la economía mundial también»

Opinión
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‘China is back’: ¿y la economía mundial?

‘China is back’: ¿y la economía mundial?

Recuerdo bien cómo cambió el paisaje de las soirées del Foro Económico Mundial de Davos de un año para otro. A mediados de los noventa, y gracias a la privatización de las empresas estatales después de la caída del Muro, aquellas fiestas empezaron a llenarse de oligarcas rusos multimillonarios y mujeres despampanantes. Escotes, minifaldas, volantes, pieles y joyas tomaron el relevo a la sobriedad rancia de las grandes fortunas europeas. Aquello era mucho más divertido. Pero este año y por razones obvias pocos rusos habrán podido viajar al encantador pueblo de las montañas suizas para hacer alarde de su fortuna. ¿Quién sabe cómo habrá gestionado ese veto a Rusia el presidente ejecutivo del Foro (y su inventor), Klaus Schwab, al que se le atribuye una estrecha amistad con Vladimir Putin y su círculo más próximo desde hace años? 

Lo cierto es que si la participación rusa en las reuniones estaba descartada, tampoco había grandes expectativas en torno a la presencia china. Razón por la que su asistencia final al más alto nivel fue una celebrada sorpresa: China is back!. Y si China is back, la economía mundial también. Pekín escogió el Foro de Davos, que cada año por estas fechas reúne a todo el poderío económico, financiero y político del mundo, para proclamar la reapertura de su economía y el fin de su restrictiva política de cero covid. El anuncio se une a una serie de señales alentadoras que acercan la posibilidad de sortear la recesión a la que se veían abocadas muchas de las grandes economías del mundo este 2023. Hay motivos para el optimismo, pero aún son muchas las incertidumbres que nos obligan a ser cautelosos. 

«Pekín escogió el Foro de Davos, que cada año por estas fechas reúne a todo el poderío económico, financiero y político del mundo, para proclamar la reapertura de su economía y el fin de su restrictiva política de cero covid»

Los mercados financieros, ávidos de recibir algún dato esperanzador tras las pérdidas colosales de 2022, han sido los primeros en reflejar ese optimismo con un notable rebote de sus valores desde principios de año. La razón fundamental ha sido la corrección de la inflación. En Estados Unidos bajó al 6,5% en diciembre, lejos del máximo del 9,1% en que se situó en mayo. En la eurozona, donde la respuesta del Banco Central Europeo ha sido más tardía y menos contundente que la de la Reserva Federal estadounidense, en diciembre este índice se moderó al 9,2% frente al 11,5% al que llegó en octubre. Todo ello ha dado un vuelco a las expectativas de los agentes económicos: los bancos centrales moderarán las subidas de los tipos de interés, pueden incluso bajarlos a final de año, por lo que el crecimiento no se verá tan perjudicado como se temía. 

La corrección de la inflación no se debe sólo al efecto de las subidas de los tipos de interés sobre la demanda. Hay razones más o menos estructurales que invitan al optimismo. De una parte, la contención de los precios de la energía, gracias a las suaves temperaturas experimentadas hasta ahora y a la capacidad de la Unión Europea de abastecer sus reservas de gas y crudo al margen de Rusia. De otra parte, la creciente normalización de las cadenas de suministro que están permitiendo suavizar el shock de la oferta que presionaba al alza los precios. 

Pero queda aún mucho por hacer. Tanto el BCE como la Fed se han comprometido a mantener los tipos de interés altos hasta derrotar la inflación. Esto es; aproximarse al máximo al 2% que tienen fijado en su mandato ambas instituciones. El equilibrio entre la política monetaria restrictiva y la fiscal, más acomodaticia con el ciclo, sigue siendo delicado. No obstante, tanto el Fondo Monetario Internacional como el BCE reconocen que las perspectivas económicas son mejores que hace dos meses. La reapertura de la economía china sólo puede acelerar esa tendencia. Los reiterados confinamientos y paralización de la actividad económica fruto de su restrictiva política de control de la pandemia han limitado el crecimiento de China al 3% en 2022, lejos de las tasas cercanas a los dos dígitos a las que ha crecido en las últimas tres décadas. 1.410 millones de chinos (el 19% de la población mundial) vuelven a la normalidad: a producir, consumir, viajar… 

La fragmentación de la economía mundial es una de las tendencias que podría poner en riesgo esa deseada recuperación. La pandemia y la guerra de Ucrania sentaron las bases para esa creciente división en bloques rivales: el repliegue de parte de la actividad productiva para reducir la dependencia de países productores no fiables; las políticas intervencionistas de ayuda a la industria nacional como el IRA (Inflation Reduction Act) estadounidense que dan una ventaja competitiva a las empresas americanas violando las reglas del comercio mundial; el impacto de la apreciación del dólar y las subidas de los tipos de interés en las economías emergentes y las más vulnerables poseedoras de una deuda denominada en dólares, el creciente riesgo de impago de esas obligaciones…

Son todos ellos fenómenos que amenazan con revertir una integración económica que en las últimas décadas ha ayudado a cerca de 1.500 millones de personas a salir de la pobreza. Una integración que es hoy además imprescindible para hacer frente al colosal reto del cambio climático. Tras las severas crisis encadenadas que la economía mundial ha vivido en los últimos 14 años, perseverar en fragmentación sería un grave error político. China está de nuevo a plena capacidad en el tablero económico mundial y eso es una estupenda noticia. Si Estados Unidos y Europa han sabido fortalecer su alianza para hacer frente a la intolerable agresión rusa a Ucrania, deberían ser capaces de revertir esa división para procurar un crecimiento mundial más equilibrado ahora que parece abrirse esa oportunidad.

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