THE OBJECTIVE
Daniel Capó

¿Se acerca la guerra?

«Es probable que la guerra de Ucrania no se extienda al resto del continente. Muchos menos lo es que podamos evitar las consecuencias de una guerra fría»

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¿Se acerca la guerra?

Un tanque ruso en Mariúpol. | AFP

Esta es la predicción que ha realizado el historiador Niall Ferguson en su primer artículo del año para Bloomberg. Se basa en los paralelismos históricos del momento actual con la I Guerra Mundial y en la preocupación creciente de Henry Kissinger. Escribe Ferguson: «Como correctamente señala Kissinger, dos potencias equipadas con armas nucleares se están disputando el destino de Ucrania. Una de las partes, Rusia, está directamente involucrada en la guerra convencional. Sin embargo, Estados Unidos y sus aliados están luchando de manera indirecta al proporcionar a Ucrania lo que Alex Karp, director ejecutivo de Palantir Technologies Inc., llama ‘el poder de sistemas avanzados de guerra algorítmica’. Estos ahora mismo son tan desproporcionados, declaró al Washington Post David Ignatius, que ‘equivalen a tener armas nucleares tácticas contra un adversario que cuenta solo con armas convencionales’».

¿Constituye esa disparidad tecnológica un incentivo para el uso de cabezas nucleares? ¿Nos acercamos a lo impensable? Nadie lo sabe. Sin embargo, para Ferguson, la escasa habilidad de Estados Unidos a la hora de detener una guerra no invita al optimismo. Ninguna de las estrategias intermedias empleadas hasta el momento ha funcionado. Las fuertes medidas económicas aplicadas por los poderes occidentales no han provocado el colapso ruso que se preveía, con unos datos de caída del PIB –apenas un 3,4% este último año– muy alejados de las expectativas financieras. Por otra parte, la táctica invernal de Moscú de cortar las exportaciones de gas natural a la UE tampoco ha logrado dividir a Occidente. Se diría que el resultado es un empate inestable o unas tablas aparentes. Rusia y Occidente son más resistentes de lo que pensábamos, pero también más frágiles. ¿Es China la gran beneficiada?

«Alargar los conflictos, cuando hay grandes potencias en juego, incrementa los riesgos de forma notable»

«Hay dos problemas obvios en la estrategia de Estados Unidos» –sostiene Ferguson–. «El primero es que, si los sistemas de armas algorítmicas son equivalentes a las armas nucleares tácticas, Putin eventualmente podría verse empujado a usar estas últimas, ya que claramente carece de las primeras. El segundo es que la Administración Biden parece haber delegado en Kiev la fecha de cualquier negociación de paz, y las condiciones previas que exigen los ucranianos son manifiestamente inaceptables para Moscú». La lectura inmediata es que alargar los conflictos, sobre todo cuando hay grandes potencias en juego, incrementa los riesgos de forma notable. Para Moscú, una derrota podría suponer algo más que perder el importante enclave estratégico de Crimea o los territorios fronterizos de Ucrania. Una derrota comprometería su propia supervivencia como imperio, abriendo una segunda etapa de ruptura con sus distintas regiones. No sólo sería el final de Putin, sino de la nación rusa tal y como la hemos conocido en estos últimos siglos. A mayor amenaza, también es mayor el riesgo de un conflicto global.

Un conflicto que, en todo caso, ya existe en forma de una nueva guerra fría. Ferguson compara la situación actual de los Estados Unidos con la del Imperio británico en los años 30. Las ventajas tecnológicas se reducen, la crisis de la deuda se agrava generación tras generación, el eje geopolítico se desplaza del Atlántico al Pacífico. La pregunta que plantea el historiador escocés sobre el «arsenal de la democracia» no resulta baladí. Después de la caída del nazismo, ese depósito democrático se sustanció en una cultura, la anglosajona, que se extendía en todas direcciones para hacer frente al comunismo soviético. Hoy los peligros son otros y tienen que ver con el agotamiento del modelo liberal, por un lado, y con el filo cada vez más aguzado de la tecnopolítica, por el otro. Es probable que la guerra de Ucrania no se extienda militarmente al resto del continente. Mucho menos probable resulta que podamos evitar las consecuencias de una guerra fría. Podría decirse, más bien, que no hemos hecho sino empezar.

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