THE OBJECTIVE
Jorge Vilches

Las cuentas del PP

«Feijóo no acaba de enganchar. Quizá sea su obsesión por parecer centrista, el perfil de administrador sin alma, que, por otro lado, son sus puntos fuertes»

Opinión
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Las cuentas del PP

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo. | Europa Press

Al PP no le salen las cuentas. A estas alturas, con el peor Gobierno de la historia de la democracia, las encuestas no muestran un vuelco arrollador. La gente, en su mayoría, ve a Feijóo como el nuevo presidente, pero en Génova no las tienen todas consigo.

Dan vueltas al perfil del líder y al discurso. Moderación y seriedad. Ni una palabra más alta que otra, ni una opinión que sea censurable. Guiños a la izquierda y sonrisas a la derecha. Ante cualquier tema, aunque sean los tuits de apoyo a Pablo Casado en la fecha fatídica, los dirigentes del PP dicen: «Esto no interesa a la gente, sino la cesta de la compra». Es cierto, pero no se puede tratar al personal como si fuera idiota.

La posición del PP de Feijóo, que quiere ser una máquina electoral, es muy complicada. Saben que Pedro Sánchez tiene una imagen muy deteriorada. El presidente parece un maniquí siniestro. Sus insultos y desaires a Feijóo en el Senado le perjudican porque le rebajan. La ley del solo sí es sí ha hecho mucho daño a su reputación de feminista. Y su insistencia en abrazarse a Podemos, ERC y Bildu disgusta a muchos.

En Génova piensan que el electorado «socialdemócrata» está huérfano, y que un PP amable, a parte de quitar miedos, podría ganar ese voto. Es una apuesta difícil, válida para llegar a meta y nada más. Mostrarse como el sustituto del PSOE, algo así como el socialismo con rostro humano, no levanta pasiones precisamente.

«Las encuestas señalan que más de 700.000 votos del PSOE podrían ir al PP, pero aun así, Feijóo no superaría los 135 escaños»

El PP no rentabiliza el desastre del sanchismo. Las encuestas señalan que entre 700.000 y 900.000 votantes del PSOE podrían ir al PP, pero aun así, Feijóo no superaría los 135 escaños. Está bien, claro, aunque es flojo. El problema es que se parte de un suelo muy bajo. No estamos como en 2011, y ese pellizco al socialista ahora no es suficiente para una mayoría holgada.

Entre los populares se confía en el efecto «carro ganador» tras las autonómicas y municipales de mayo de 2023, pero si el PP no gana en votos y gobierna en la Comunidad Valenciana, todavía hay partido para las generales. Los populares pueden ganar este mayo en todas las capitales andaluzas, pero quizá no en Sevilla.

En definitiva, mientras quede esperanza en el PSOE ese efecto «carro ganador» no será suficientemente poderoso. Más claro: el votante fiel del partido socialista vive en la fe, y mientras haya ilusión por la remontada seguirá votando a los suyos. Solamente un vuelco poderoso en las elecciones locales de mayo de 2023 puede hacer que esos electores piensen que Sánchez ya no merece la pena.

Esta es la razón de que el PP haya dicho que con Vox no se pacta hasta después de las generales, y si acaso. Amancebarse con los de Abascal en el poder puede alimentar el voto al PSOE. No olvidemos que la bolsa de electores que ambiciona Feijóo está a su izquierda. Esa es su idea de reconstruir el centro, ese punto geométrico en el que la derecha se siente a gusto.

«Feijóo no acaba de levantar pasiones para obtener una mayoría de las que sientan a la oposición»

Pero la estrategia del PP no es solo tirar los tejos a los votantes del PSOE. Está en construir un líder con tirón, de esos que encarnan una ilusión y generan empatía. Por supuesto, no esperan ni quieren que sea como Ayuso, que sabe a quién habla. Feijóo se dirige a un público más amplio, de ahí su moderación. Pero no todo son las palabras, sino la capacidad para transmitir.

La candidatura de Feijóo tiene algo que no acaba de enganchar. Quizá sea su personalidad fría y distante, esa manera tibia de comunicar, la obsesión por parecer centrista, el perfil de administrador sin alma, que, por otro lado, son sus puntos fuertes. No es desdeñable un líder que escape a la polarización, y que cuando las cosas van mal legisle con sentido técnico, no ideológico. Perfecto, pero no acaba de levantar pasiones para obtener una mayoría de las que sientan a la oposición.

Las cuentas, decía, no salen. Llegar a los 135 escaños es ganar al PSOE, e ir a la investidura con un Frankenstein de derechas y la abstención de Vox. Esto es una tortura para todos. Otra vez los chantajes por un voto, la política errática, la almoneda parlamentaria, la arrogancia de los nacionalistas, el Gobierno débil, y la parálisis. En fin. Que echo de menos el bipartidismo.

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