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Javier Santacruz

Calidad frente a cantidad regulatoria para controlar a los bancos 

«Hasta ahora, parecía estar protegido un modo de hacer banca como era tener unas reservas 100% equivalentes al valor de sus depósitos»

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Calidad frente a cantidad regulatoria para controlar a los bancos 

Calidad frente a cantidad regulatoria para controlar a los bancos.

En cada época en la que toca subir los tipos de interés para contener procesos inflacionistas, se cumple aquella vieja frase de Warren Buffet: “Sólo cuando baja la marea, se sabe quién nadaba desnudo”. Son muy frecuentes los negocios cuya viabilidad depende casi en exclusiva de mantener muy bajos los precios del dinero, algo que no se puede sostener durante demasiado tiempo. En esta ocasión ha sido una década larga de tipos de interés oficiales cercanos al 0%, un período hasta ahora no visto en la Historia, pero que ha acabado exactamente de la misma forma que todos los anteriores momentos de tipos bajos: con una escalada de la inflación, un incremento del endeudamiento y tensiones en la estabilidad financiera.

Hace escasamente unos días lo resumía brillantemente el presidente de la Autoridad Monetaria de Singapur, Tharman Shanmugaratnam: los recientes acontecimientos macroeconómicos son sólo las consecuencias tempranas de la inestabilidad que causa haber tenido un período tan largo de tipos reales bajos o negativos en las economías avanzadas, el mayor error en política macroeconómica de los últimos 70 años.

Los dos primeros fenómenos se vienen observando desde hace mucho tiempo. Pero el tercero ha aparecido recientemente, primero con la banca regional norteamericana al servicio de los polos de innovación tecnológica como Silicon Valley y después en Europa con Credit Suisse. Con causas y detonantes distintos, pero con una misma raíz: la inestabilidad del valor de sus activos frente al valor de sus pasivos, deteriorándose de manera súbita el activo con salidas de depósitos. Algo que parecía circunscrito al estilo de hacer banca desde hace más de dos siglos (lo que se conoce como reserva fraccionaria), pero que la crisis actual se ha encargado de mostrar hasta qué punto afecta a toda clase y naturaleza de negocio bancario, porque la clave está en la gestión del negocio, no en cuánto capital y reservas tiene una entidad.

«La realidad impuesta por casos como el de Credit Suisse se ha encargado de mostrar que confiar sólo en tener altas ratios de capital no es suficiente»

Hasta ahora, parecía estar protegido un modo de hacer banca como era tener unas reservas 100% equivalentes al valor de sus depósitos, invirtiendo estos recursos en activos de alta liquidez como las letras del Tesoro o bonos a muy corto plazo. Sin embargo, algo tan tradicional como esto no ha podido aguantar más de una década de tipos nominales incluso negativos. Carteras de deuda pública compradas en los últimos dos años que no se mantienen a vencimiento (no se espera a que termine el plazo para el que se le ha prestado el dinero al Estado) y bonos comprados ya en origen con cupón negativo, generan pérdidas cuantiosas a la hora de que un cliente quiere rescatar su depósito porque decide invertir este dinero en su proyecto o simplemente grandes movimientos de liquidez de clientes.

En la última década, los reguladores han entendido que, endureciendo las ratios de capital y solvencia, junto con exámenes de estrés cada cierto tiempo, era suficiente para ahuyentar riesgos financieros que afectaran a la estabilidad del mercado, siendo el más importante la prevención y actuación temprana ante la crisis de confianza sobre un banco (medido por la velocidad de deterioro del valor de sus activos y corrida de depósitos). Incluso en el caso de que esto no contuviera la crisis de confianza, el banco central se colocaba como prestamista de última instancia para aportar liquidez suficiente para detener el proceso.

Sin embargo, la realidad impuesta por casos como el de Credit Suisse se ha encargado de mostrar que confiar sólo en tener altas ratios de capital no es suficiente. De hecho, para detener la sangría que ha supuesto esta crisis, ha habido que tensionar partes polémicas del sistema como la fusión con otra gran entidad (UBS), liquidez en gran volumen por parte del prestamista de última instancia en un momento en que es necesario reducir la oferta monetaria para contener la inflación y esquemas de garantía con dinero público, cuando se suponía que ya no se pondría desde 2013-2014 ni un euro más del contribuyente para rescatar bancos. 

Para mantener en el tiempo el intangible más importante que es la confianza, el elemento central es el análisis del modelo de negocio del banco en cuestión. Póngase como ejemplo el caso del Silicon Valley Bank (SVB). Éste puede estar muy capitalizado, contar con colchones grandes de liquidez, trabajar con una reserva 100%, pero ninguna entidad aguanta una caída súbita del valor de sus activos cercana al 30% en pocos días, acompañada de una fuga de depósitos de una estructura basada en un número más reducido de depositantes de grandes cantidades, muy superiores a la cobertura del seguro de depósitos.

Por ello, cuando vuelven a sonar tambores de endurecimiento de la regulación vía nuevas obligaciones y normas, es cuando hay que recordar más que nunca que es más importante la calidad de la regulación que la cantidad. Y la visión correcta no es exigir más capital sino analizar en profundidad el modelo de negocio para detectar qué consecuencias tiene en términos de mayor o menor estabilidad del valor de los activos en el balance. Ésta es la variable que define la estabilidad financiera.

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