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Guadalupe Sánchez

Sedición en Madrid

«Parecen empeñados en instalar en la opinión pública la idea de que Ayuso es una sediciosa que ha convertido la Comunidad de Madrid en un cortijo»

Opinión
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Sedición en Madrid

Momento en el que se ha impedido al ministro de Presidencia, Félix Bolaños, subir a la tribuna del acto cívico militar por el Dos de Mayo. | Juan Carlos Hidalgo (EFE)

Quién nos iba a decir a los constitucionalistas que los mismos socialistas e independentistas que hace apenas unos meses derogaron la sedición aduciendo la necesidad de homologarnos con Europa en la respuesta penal frente a un eventual referéndum secesionista iban a invocar su aplicación a un conflicto protocolario incitado por la soberbia infantil del inefable Félix Bolaños.

El Gobierno de España estaba digna y suficientemente representado en la tribuna de autoridades para asistir al desfile castrense incluido en los actos de celebración del Dos de Mayo: la ministra de Defensa, Margarita Robles, acompañaba a otros cargos con arreglo a la prelación que establece el Real Decreto 2099/1983, de 4 de agosto, por el que se aprueba el Ordenamiento General de precedencias en el Estado.

Pero el ministro de la Presidencia ya había dado muestras, horas antes de iniciarse el evento, de que tenía ganas de jaleo y de confrontación, reclamando la invitación para un acto en el que no pinchaba ni cortaba nada. Así que era bastante previsible que asistiésemos a un nuevo acto de victimización teatralizada e hiperventilada susceptible de ser amplificado en las redes sociales por los lacayos habituales de Moncloa.

El vídeo que muestra a Bolaños deslizarse entre la gente saltándose el cordón de seguridad para infiltrarse en el grupo de los que estaban a punto de acceder a la tribuna, intentando pasar desapercibido, pasará a los anales del esperpento protocolario y del bochorno político: un ministro del Reino de España ejecutando una performance digna de un manual para impostores principiantes escrito por el Pequeño Nicolás.

Tras una semana horribilis para la izquierda madrileña, resultado del ridículo intento de centrar las respectivas campañas en reivindicar la necesidad de un Tinder público feminista, la colocación de árboles o toldos en la Puerta del Sol o la construcción de «playas» en cada uno de los barrios de Madrid -no estoy bromeando ni ironizando aunque lo pueda parecer-, los tácticos monclovitas decidieron montar el pollo en las festividades del día de la Comunidad de Madrid con el objetivo de reeditar una estrategia antes intentada aunque con exiguos resultados: presentar a la Comunidad Autónoma como insurrecta y rebelde y a sus dirigentes como sediciosos.

«Ayuso obsesionaba a Sánchez y lo sigue obsesionando ahora, sabedor de que ella es capaz de movilizar y aglutinar al votante antisanchista»

Algo que ya intentaron durante la pandemia, tratando de imponer a los madrileños restricciones y limitaciones sin amparo legal y cuya anulación por el Tribunal Superior de Justicia de la región se saldó decretando dos estados de alarma inconstitucionales (el Consejo de Ministros firmó el decreto que declaraba el segundo cuando lo que procedía era solicitar la prórroga del primero). Ayuso obsesionaba a Sánchez entonces y lo sigue obsesionando ahora, sabedor de que ella es capaz de movilizar y aglutinar al votante antisanchista.

Tras conquistar La Moncloa, el sanchismo centró sus obsesiones políticas en Madrid, demostrando que están dispuestos a recurrir a cualquier argucia o triquiñuela, por muy sucia o barriobajera que sea, con tal de destronar a la chamberilera. Entre los greatest hits perpetrados por los rasputines monclovitas para lograr hacerse con el gobierno de la Comunidad, destaca su compadreo con Pablo Casado y Teodoro García Egea filtrando información fiscal del hermano de la presidenta madrileña, intentado vincularla con un entramado corrupto en la compra de mascarillas que se saldó con el archivo por parte de la fiscalía patria y europea, el episodio de la navaja ensangrentada remitida a la ministra Reyes Maroto – ahora candidata a la Alcaldía de Madrid – o la convocatoria urgente de la comisión para los delitos de odio a raíz de una agresión a un joven homosexual en un conocido barrio de Madrid que a las horas resultó ser simulada.

Ahora parecen empeñados en instalar en la opinión pública la idea de que Ayuso es una sediciosa que ha convertido la Comunidad de Madrid en un cortijo donde se expulsa de los actos oficiales a los representantes del Gobierno de España. Aunque parezca increíble, son los mismos que indultaron a sus socios independentistas condenados a nueve años de cárcel por un delito de sedición y que lo han acabado despenalizando para garantizarles la impunidad. Son esos que llevan meses mirando para otro lado mientras la Generalidad de Cataluña se niega a cumplir las sentencias sobre el 25% de castellano.

Los socialistas convulsionan indignados contra un nacionalismo madrileño inexistente, seguramente movidos por una necesidad inconsciente de aplacar su propia conciencia, que rechaza los pactos con quienes intentaron subvertir el orden constitucional o justifican a los terroristas que mancharon sus manos con la sangre de algunos compañeros de partido. Pero hacen mal en olvidar que Ayuso ha demostrado ser una superviviente: la política es un juego en el que participan varios partidos y siempre gana Miguel Ángel Rodríguez.

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