THE OBJECTIVE
Antonio Elorza

Verdugos excelentes

«Al no repudiar los crímenes de ETA, siguen moral y políticamente manchados, por muchos que sean los votos con que mantengan al PSOE en el Gobierno»

Opinión
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Verdugos excelentes

Erich Gordon

Hace años vi una inquietante película italiana, de sus años de plomo, donde iban siendo asesinados varios miembros relevantes de un colectivo. Se titulaba Cadáveres excelentes. La situación hoy en el País Vasco es justamente la opuesta. Los merecedores de la excelencia social, para muchos héroes de la patria y dignos de ostentar la representación de los ciudadanos, son justamente aquellos que ejercieron como verdugos, o cómplices de verdugos, durante nuestros años de plomo. Los cadáveres, excelentes o no, son paradójicamente sacados del marco histórico en que se dio su condición de víctimas. Impera lo que Umberto Eco llamó una moral de consolación.

La condición de verdugo excelente cobró carta de naturaleza en Euskadi desde los años setenta. Es de sobra conocido: haber estado en ETA, tomar parte en sus crímenes, contribuir a ellos, ser «patriotas de la muerte» (Reinares) constituía un título de prestigio en muchos lugares y de ahí la proliferación durante años de celebraciones tan significativas como los ongi etorris. La contrapartida era el cerco social, no solo aplicado a aquellos que tenían el coraje y el espíritu suicida de oponerse públicamente a la causa patriótica, sino incluso, lo que aún nos dice más sobre la naturaleza del fenómeno, impulsando la exclusión de la comunidad, hasta de los juegos en los parques, de los familiares e hijos de los asesinados por la banda. 

«Lo negativo es haber cubierto con una capa de olvido al proceso trágico vivido por los vascos y por el conjunto de los españoles»

A la forma de convivencia resultado de semejante apartheid, el discurso oficial nacionalista la califica de reconciliación y paz que no deben ser perturbadas. El orden reina en Euskadi y esto no es negativo en cuanto al deseo y a la práctica generales de convivencia. Lo es en la medida que supone haber cubierto con una capa de olvido al proceso trágico vivido por los vascos -y por el conjunto de los españoles- con ETA como responsable.

Lo ocurrido con las listas municipales de la equidistancia, made in Aranzadi, y ahora con los 44 con 7 –la renuncia de estos es tramposa- viene a ser así mucho más que una sucesión de anécdotas propias de una sociedad democrática decidida a arrumbar la losa de un pasado. Ese olvido no es espontáneo, sino producto de una acción consciente llevada a cabo por aquellos que de un modo u otro sostenían la antorcha ideológica que provocó el terror. Para ese fin, han contado con la cooperación de quienes entonces callaron, e incluso secundaron la estrategia de aniquilamiento del otro practicada por los terroristas. Y por si faltara alguien a la cita, tal voluntad de imponer una amnesia de obligado cumplimiento viene avalada por los herederos políticos de una parte sustancial del colectivo de víctimas. Cada apartado tiene siglas: Sortu/Bildu, PNV y PSOE

Con esto no pretendemos decir que sobre los exterroristas haya de recaer una cadena perpetua moral y política. En su día apoyé la fusión del PC de Euskadi con Euskadiko Ezkerra (EE), plagada de poli-milis y sigo pensando lo mismo, pero es que al pasar a la política democrática estos abjuraron de su táctica criminal y acabaron dando cuenta del error cometido. Es lo que hizo en Italia la mayoría de los dirigentes de las Brigadas Rojas. Sería espléndido que ETA terminase así, pero al no hacerlo sus dirigentes reciclados, hoy al frente de Sortu/Bildu, demuestran que el espíritu de ETA sigue ahí, y que además lo consideran rentable para la obtención de votos por los ciudadanos vascos. Esto es lo inaceptable, mientras desde el PSOE se repite el mismo tipo de razonamiento falaz que usó el PNV de Arzalluz después del asesinato de Fernando Múgica: no les gustan los 44 más 7, pero el ataque se vuelve de inmediato contra la denuncia del hecho por el PP, como hicieran entonces los nacionalistas contra el PSOE. Más siniestro, imposible.

«Si hubo víctimas del terrorismo en Euskadi es porque hubo asesinos que las ejecutaron»

Lo demás es calderilla. Nada tiene que ver la plenitud de derechos de los veteranos etarras, los cuales, al no repudiar los crímenes de ETA y su intervención en ellos, siguen moral y políticamente manchados, por muchos que sean los votos con que sus líderes mantengan al PSOE en el Gobierno.

El espinoso punto de llegada resulta inevitable: toda la atención a las víctimas es poca, pero su exclusividad desempeña una función encubridora. Si hubo víctimas del terrorismo en Euskadi es porque hubo asesinos que las ejecutaron y organizaciones que lo ordenaron o exculparon. Es lo que se olvida en el Centro de la Memoria vitoriano, aunque políticamente sirva a corto plazo para el poder en ejercicio. Además, el que no esté de acuerdo, no sale en la foto. Solo que entre otros el ejemplo italiano nos recuerda el coste de no ajustar bien las cuentas con el fascismo, ya que el huevo de la serpiente tiende a reproducirse. Y por el episodio glosado, el nuestro sigue bien vivo.

Lo menos que cabe pedir entonces es que sus portadores y asociados dejen de lado la hipocresía y ante la opinión pública vasca se miren en el espejo. No lo harán. Nuestros verdugos excelentes viven bien en la sombra ejerciendo de gente respetable y ensalzada entre los suyos. A veces, aspirando a ser elegidos en democracia.

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