Corresponsales en campaña
«En la cobertura de las elecciones por buena parte de la prensa anglosajona dominan la pereza mental, los prejuicios y los tópicos sobre nuestro país»
El veterano periodista Carlos Mendo, del que tuve la suerte de disfrutar de su amistad en su últimos años, solía decir con su voz tronante: «Señor mío, antes del derecho a informar, está la obligación de informarse». Mendo, que ejerció buena parte de su larga carrera como corresponsal en Londres y Washington, tenía un profundo conocimiento de los sistemas constitucionales de Gran Bretaña y Estados Unidos y, aunque políticamente conservador, jamás dejó traslucir sus puntos de vista personales en sus crónicas.
Me he acordado de él estos días leyendo los artículos de la prensa anglosajona sobre las elecciones españolas en los que lamentablemente dominan la pereza mental, los prejuicios y los tópicos sobre nuestro país. Para medios prestigiosos como The New York Times, Financial Times o la BBC diríase que este domingo tiene lugar un duelo al sol entre el candidato Francisco Franco y las bondades de un Gobierno progresista que entroncaría beatíficamente con la más genuina tradición liberal y antiabsolutista de la historia de España. Franco, franquismo y extrema derecha se repiten en titulares como palabras clave para informar sobre nuestro país—Far-Right Parties Are Rising To Power Around Europe. Is Spain next?; Spanish vote Threatens Efforts To Recover Franco’s Victims (New York Times)— hasta el extremo de que un corresponsal que conoce bien España me confesaba días atrás que le habían cambiado su titular original para escribir: Franco’s Ghost… aunque no se correspondiese con el fondo de su artículo.
Es un viejo recurso periodístico apelar a los prejuicios del lector, pero raya en la mala práctica profesional cuando se le une la ignorancia o simplemente la falta de trabajo del redactor, es decir, leer, hablar con unos y con otros y no creer a ninguno. Este jueves sin ir más lejos la BBC titulaba Spain Snap Election revives issue of national unity basada exclusivamente en los comentarios de una periodista de La Vanguardia y las declaraciones de Meritxell Serret, minister of Foreign Action and the EU for the Catalan goverment. Para qué más, ¿no? Hablo con alguien del Gobierno y con un periodista afín, y ya tengo la nota.
Yendo más al detalle llama la atención el asombro de algunos ante el hecho de que la Constitución española declare la indisoluble unidad de la nación —¿qué país con una constitución escrita no dice exactamente lo mismo?— o que se pueda escribir alegremente «Sánchez –whose party has long followed a conciliatory policy of devolution without Independence-…», sin reparar que tanto Cataluña como el País Vasco disfrutan de una autonomía mucho mayor que la de Escocia desde hace cuatro décadas o que incluso el centralismo de Londres supere de largo al de Madrid.
«¿Cómo es posible que ese campeón del progreso sea tan impopular? Responder a esa pregunta daría para una buena crónica»
También resulta curioso que ante la amenaza del franquismo que viene dada, según sus crónicas, por la inevitabilidad de un Gobierno de coalición PP-Vox, no caigan en la cuenta que el mejor cordón sanitario para evitar el acceso al poder de la extrema derecha es simplemente la abstención del PSOE en una eventual investidura de Feijóo. ¿De verdad creen que el auge de Vox corresponde a la ola ultraconservadora que barre Europa? ¿No es más fácil explicar que está motivado por el apogeo del separatismo catalán? ¿Qué van a decir si se confirma, como predicen las encuestas, que Vox pierde una veintena de escaños?
Asimismo pasan olímpicamente de largo sobre el hecho de que a excepción del 23-F, en 1981, hayan sido el terrorismo etarra y el independentismo catalán los únicos que han puesto en jaque la democracia española y de que la connivencia del Gobierno de Sánchez con sus representantes políticos escandalice a la sociedad empezando por destacadas figuras del PSOE y cientos de miles de votantes socialistas que se sienten huérfanos ante un partido que perciben secuestrado por un líder irresponsable. ¿Cómo es posible que ese campeón del progreso sea tan impopular en la calle? Responder a esa pregunta daría para una buena crónica internacional. ¿Cómo es posible celebrar la desaparición política de un populista inútil como el exlíder laborista Jeremy Corbyn en casa y al tiempo tener esperanzas en Sánchez?
Tal vez si bajaran a la calle con la libreta y se tomaran una cerveza o un café en cualquier paseo marítimo, pueblo o barrio de una gran ciudad y hablaran con la gente de carne y hueso descubrirían que a los habitantes de este «trozo de planeta por donde cruza errante la sombra del Caín», de este pueblo barroco, «feo, católico y sentimental», les preocupa el futuro de la democracia liberal con su separación de poderes y que, más aún, no perdonan la mentira.
La anglocondescendencia, término acuñado hace ya tiempo por José Ignacio Torreblanca, hacia los asuntos políticos españoles tiene raíces muy antiguas y es ya una batalla perdida. Tal vez si Orwell hubiera titulado su famoso libro Homenaje a España…