THE OBJECTIVE
Alfonso Javier Ussía

Cuando apesta a la izquierda

«Las mujeres de ideología conservadora son la diana que tienen estas falsas profetas de un feminismo simbólico, que sólo cree en las que son de izquierdas»

Opinión
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Cuando apesta a la izquierda

La ministra de Igualdad en funciones, Irene Montero. | Europa Press

Se espera pulcritud, se exige perfección, se mira con lupa hasta el último de los mensajes del pasado y se condena cualquier tropiezo, obligando al infractor a ser extremadamente impoluto en cada uno de los escalones de una vida llena de baches y grietas. Es un tiempo de ajusticiamientos, un akelarre al hombre blanco heterosexual que viene financiado por ministerios que no han hecho absolutamente nada por la igualdad entre hombres y mujeres, más bien todo lo contrario, pues han servido de trampolín de pelotazos económicos y chiringos enfangados de morralla mediática, ensuciando la lógica evolución de una sociedad que venía cojeando desde hace décadas con la igualdad. Por eso, las mujeres de ideología conservadora son muchas veces la diana que tienen estas falsas profetas de un feminismo simbólico, que sólo cree en las que son de izquierdas y reconocen los abusos para las que son de su misma cuerda. Es un mal consentido por políticos y medios de comunicación, que se han subido al carro violeta buscando el interés y la cosecha por sembrar y recoger en el oportunismo más descarado y zafio. 

Esta semana en la que Rubiales comenzó de agresor sexual y terminará con lo que fue antes del beso, es decir, un tipo con un comportamiento incompatible al de un alto cargo, hemos sido testigos también de las cuitas en ciertas redacciones, curiosamente de periódicos subvencionados de la izquierda, en los que algún periodista además de encargar editoriales feministas, se pasaba de rosca para intentar mojar el churumbel en sus subordinadas. Ni pío, por cierto, en esas redacciones que se tapan la nariz cuando la bomba fétida estalla entre sus muros. Una vez más, la ambigüedad y el interés de pasar de tapadillo contrasta con la ferocidad con la que condenan, señalan, juzgan y ensucian a personas que piensan de manera distinta, no respecto a la igualdad, pues de eso estamos todos de acuerdo por mucho que se empeñen en negar la mayor, sino por una ceguera ideológica que no les permite ver más allá que la trinchera por la que se mueven en cada una de sus editoriales. Esa falta de pudor, esas formas que manejan a la hora de defender ciertas ideas, cuenta con el apoyo y la paguita de algunas instituciones públicas que se sirven de sus favores para seguir ensuciando el normal funcionamiento de una sociedad que están decididos a destruir. 

«No somos perfectos ni nosotros ni vosotras, eso está claro. Pero cada día somos una sociedad peor por permitir que gente de este calibre gobierne»

Tenemos ejemplos a diario, quizá, por mencionar el último caso bizarro, cito este tuit de la ministra Montero de hace algunas horas: «Si fuese por Ayuso las mujeres no podríamos votar o abrir una cuenta corriente porque era lo normal y lo normal no se cambia. Existiría el derecho de pernada y los crímenes de honor. Con el feminismo conquistamos derechos y cosas que eran normales y dejan de serlo. Y menos mal» Y se queda tan pancha, la señora ministra. Ayuso, que también es una mujer, aunque no lo crea la señora Montero, no ha conseguido ese puesto por intermediación de su pareja, ni pretende que no puedan votar las mujeres ni abrir cuentas corrientes, pero lo peor es que lo sabe de sobra, y lo que quiere con este tipo de mensajes es ensuciar el clima político y social en pos de un tipo de feminismo que no concuerda con el machismo que la aupó a ella al poder. Es tan delirante que escriba cosas así contra una mujer, que luego no me extraña que vivamos en esta censura ideológica tan descabellada que está intoxicando todo lo que toca. Ni siquiera ha tenido el coraje de pedir perdón por su ley del consentimiento que no ha hecho otra cosa que favorecer a violadores condenados. Pero lo peor de todo es el silencio atroz de todos esos medios de ideología similar a la ministra, que como en el acoso en sus redacciones, se tapa la boca cuando la mierda apesta en sus despachos. 

No somos perfectos ni nosotros ni vosotras, eso está claro. Pero cada día somos una sociedad peor por permitir que gente de este calibre gobierne y dirija presupuestos millonarios que no sirven más que para forrarse. Este está siendo un verano atroz por la violencia machista, porque hay que reconocer de forma tajante, que son muchos más los hombres que asesinan a sus parejas que mujeres, por mucho que le joda a Vox. Pero lo que habría que preguntarse es de qué sirven 500 millones de euros al año para un ministerio que ha fracasado en todas sus políticas de igualdad, y para qué están los medios subvencionados de tanto dinero público para que luego manden en sus redacciones personajes que tratan a algunas redactoras como si fueran mujeres de compañía. Y el silencio, ese silencio cómplice de directores de medios que sabían perfectamente lo que se estaba cociendo antes que la maquinaria les estallara en la boca. 

La primera noticia del beso de Rubiales en las noticias de La Sexta se contó de esta guisa por la presentadora de noticias del medio día, y encima entre risas: «Para beso el que le ha plantado Rubiales a Jenni Hermoso durante la entrega de trofeos. Un gesto totalmente espontáneo, producto, pues eso, de la euforia del momento, y que la jugadora se ha tomado con total sentido del humor. Este momento ha sido trending topic mundial»

Y luego comenzó la maquinaria del dinero al poder de la desinformación. Y hasta aquí. 

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