THE OBJECTIVE
Ignacio Vidal-Folch

La sonrisa incansable de Yolanda Díaz

«Es asombroso que de verdad se nos quiera hacer creer en la desconexión o libertad de acción entre el señor Sánchez y la señora Díaz»

Opinión
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La sonrisa incansable de Yolanda Díaz

La vicepresidenta segunda en funciones, Yolanda Díaz. | Europa Press

Lo más positivo de este episodio bruselense es que haya sucedido a la vista de todos: sí, la vicepresidenta del Gobierno de España se ha trasladado a Bruselas, donde se ampara un notorio enemigo del Estado español, un prófugo de la Justicia. Sí, se ha exhibido a su lado, cómplice, contenta —con esa sonrisa untuosa que, por su inquietante continuidad, algo tiene de la sonrisa del Joker en las películas de Batman—, para convencerle de que apoye la investidura de Pedro Sánchez, a cambio de lo cual obtendrá prebendas por determinar.

A Puigdemont y Díaz les escoltaban sus respectivos lugartenientes: Comín y Asens, que, por no sé qué rara asociación de ideas, me hicieron recordar el juicio de Chateaubriand a la vista del paseo de Talleyrand del bracete con Fouché: «El vicio apoyado en la traición». 

La expresión no verbal de la señora Díaz… esa sonrisa, esa actitud simpática, amistosa, servil, acariciante, sumisa, a un delincuente al que el cortejo del Gobierno ha convertido de agónico fugitivo de la Justicia en socio honorable, y que ahora, crecido, ufano, le devuelve, condescendiente, las sonrisas, mientras le pone deberes y arduas condiciones para sostener su Gobierno, yo creo que no sólo a mí me ha dado vergüenza ajena y algo peor.         

Pero más vergüenza incluso me ha dado que el Gobierno, a través de sus correas de transmisión mediáticas y de sus sicofantes desinteresados, pretenda convencernos de que la señora Díaz ha acudido a esa reunión con el delincuente en Bruselas, movida por una especie de impromptu, y por propia iniciativa, impulsada por un buen rollo innato, «¡vamos a arreglar esta tontería de una vez!», sin encomendarse a Dios ni al Diablo, sin consultar con su socio y jefe, el señor Sánchez.

Y que no ha ido en su condición de vicepresidenta del Gobierno, sino en la de líder de un partido, jefa de Sumar. Como si una cosa y la otra pudieran separarse. 

¡Hombre, por Dios! ¡Hombre, ya! ¿Tan estúpidos creen que somos los ciudadanos para tragar ese embuste? Es asombroso que de verdad se nos quiera hacer creer en la desconexión o libertad de acción entre el señor Sánchez y la señora Díaz, ayer desmentida, además, por los asesores de la jocunda vicepresidenta. 

«La señora Díaz nos ha dado una verdadera lección de humildad y de sonriente humillación. ¡Muchísimas gracias!»

Hay otro aspecto lacerante en la reunión: la palabra de nuestro presidente del Gobierno es tan poco fiable para los golpistas que incluso Puchi exige, como condición para seguir con las negociaciones, la presencia de un «relator» independiente, de una especie de notario neutral. 

O sea: un delincuente, un enemigo del Estado perseguido por la Justicia, que fastidió durante años la vida de los catalanes, que socavó severamente su economía y su prestigio, que alentó y cometió innumerables delitos y ofendió al resto de los españoles, que está perseguido por la Justicia, y que lleva años en Bruselas socavando en la medida de sus posibilidades el prestigio de nuestra democracia, proclama bien alto que bien, que vale, que acepta graciosamente negociar de tú a tú con el Gobierno, pero no se fía de la palabra del señor Sánchez. Y reclama un notario.

De esta manera, si las promesas gubernamentales no se cumplen la falsedad quedará registrada para la Historia. 

Ahora es de esperar que el Gobierno y sus portavoces nos convenzan —ya lo están intentando— de que en realidad los golpistas del año 17 no fueron sus actuales socios, sus aliados, sus soportes, o sea Esquerra y Junts, sino en general la derecha, que en realidad es toda ultraderecha, franquista, fascista, nazi, asesina. En resumen: el golpe lo provocó Rajoy, y lo agravó la policía nacional al reprimirlo. 

Mientras Yolanda Díaz sonríe de oreja a oreja, y transmite recaditos del presidente al réprobo, y considera que con esta visita intempestiva ha dado un audaz golpe de efecto y marcado territorio propio, y le aprieta cariñosamente el brazo a Puchi, el ridículo de nuestro país en Europa es colosal. 

Todo esto que salimos ganando. La señora Díaz nos ha dado una verdadera lección de humildad y de sonriente humillación. ¡Muchísimas gracias! 

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