THE OBJECTIVE
Esperanza Aguirre

El Maduro español

«No extrañará que, tras la amnistía a los golpistas catalanes, Sánchez se disponga a perpetrar la de los etarras. Al fin y al cabo, son sus compañeros de viaje»

Opinión
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El Maduro español

Ilustración de Alejandra Svriz.

El viernes pasado todos los españoles asistimos a uno de los espectáculos más obscenos -si no el que más- de los últimos 45 años de historia de España: Pedro Sánchez, el socialista que ha perdido las últimas elecciones generales, se reunía solemnemente con los representantes de un partido, Bildu, que es el heredero de la ideología y los métodos de una banda terrorista, la ETA, que ha asesinado a casi un millar de personas, entre ellas a 21 niños.

Cuando digo que Bildu es heredero de los métodos de la ETA no estoy diciendo que ahora los bilduetarras vayan armados y pongan bombas en supermercados o peguen tiros en la cabeza a personas que consideren contrarias a sus ideas, no, ahora no matan a nadie, pero no sólo no condenan los crímenes que cometieron sus colegas, sino que constantemente los homenajean. Lo que quiere decir que, si lo creyeran oportuno y útil para conseguir sus objetivos, volverían a matar, sin ningún problema de conciencia.

Pues bien, todos los españoles pudimos contemplar la complacencia y la cordialidad con la que Pedro Sánchez saludaba y daba su mano a Mertxe Aizpurua, que es la responsable del repugnante titular de Egin, al día siguiente de que la Guardia Civil sacar a José Antonio Ortega Lara del zulo donde unos etarras, correligionarios suyos y encabezados por el siniestro Bolinaga, le habían tenido encerrado 532 días: «Ortega vuelve a la cárcel».

«Ya sabíamos que Sánchez lleva cinco años, desde que llegó a La Moncloa, de contactos con esos herederos de ETA»

Con esas imágenes y esos gestos Pedro Sánchez quiso mostrar a todos los españoles, no sólo que para conseguir el poder no le molesta tratar con correligionarios de asesinos, sino que lo que estos bilduetarras pretenden puede conjugarse y unirse a los objetivos que quiere alcanzar el socialista.

Ya sabíamos que Pedro Sánchez lleva cinco años, desde que llegó a La Moncloa, de contactos con esos herederos de ETA (en realidad, los socialistas llevan conversando con ETA desde 2002, cuando Zapatero eliminó a Nicolás Redondo Terreros del liderazgo de los socialistas vascos y puso a Eguiguren para que, contraviniendo el pacto antiterrorista, empezara a negociar con asesinos como Josu Ternera), pero hasta este viernes no había tenido la arrogancia de mostrar de forma ostentosa hasta qué punto se encuentra a gusto hablando con ellos. Él, que no ha querido ni hablar con nadie de Vox, un partido plenamente constitucional, votado por más de tres millones de españoles.

¿Por qué lo ha hecho, además de por demostrar que está dispuesto a todo por seguir en La Moncloa?, ¿por qué ese encuentro cordial y amistoso, pocos días después de que seguidores de Bildu profanaran con heces la tumba de Fernando Buesa, otro socialista, asesinado por los predecesores de los bilduetarras?

Sólo se me ocurre una respuesta: porque Pedro Sánchez cree firmemente que el objetivo último de ETA-Bildu (la creación de una república independiente y socialista en el País Vasco), no sólo es compatible con el suyo (convertir a España en una república federal de corte bolivariano), sino que es complementario.

Que haya españoles que puedan escandalizarse de que un socialista se dé el pico con un grupo que ha justificado el asesinato de niños, como los de la Casa Cuartel de Zaragoza y tal y como acaba de hacer Hamás en Israel, no le preocupa nada. Quizás porque cree que los 7,7 millones de españoles que le han votado y los tres millones que han votado a Sumar van a seguir votándole haga lo que haga.

«No hay otra forma mejor de defender la libertad de los españoles que la Constitución»

Puede ser, pero los que creemos que Otegi, del que acabamos de conocer con detalle la colección de sus crímenes, no puede tener nunca influencia ni presencia en la gobernabilidad de España, los que queremos defender la libertad de los españoles, y no hay otra forma mejor de defenderla que la Constitución -sin que la toquen los funcionarios de Sánchez-, tenemos la obligación de denunciarlo y de llamar a los españoles a defendernos de un desafuero tan escandaloso como esa foto de un exsocialista (no se puede llamar socialista a un colega de comunistas, golpistas y filoterroristas) con los herederos orgullosos de los casi mil crímenes de ETA.

Claro que, sin salir de la historia de su partido, tiene el ejemplo de Largo Caballero, que, olvidando que el PSOE en 1921 había renunciado a hacerse comunista, acabó siendo conocido como «el Lenin español». Haciendo caso a Marx, que dijo que la Historia se repite como farsa, Sánchez ahora aspira a ser el Maduro español.

Después del asesinato de Joseba Pagazaurtundúa, su madre acuñó una frase lapidaria, dirigiéndose al que ha acabado siendo el peón de Sánchez para los asuntos más sucios, Patxi López: «Patxi, dirás y harás muchas más cosas que me helarán la sangre». No sabía ella hasta qué punto sus palabras han acabado siendo una profecía maldita. Ya no nos extrañará que, después de la amnistía a los golpistas catalanes, Sánchez esté dispuesto a perpetrar la de los etarras. Al fin y al cabo, son sus compañeros de viaje y los que reman en la misma dirección que él.

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