THE OBJECTIVE
Marta Martín Llaguno

El potencial bélico de la información

«En los temas de los que carecemos de experiencia directa, como en política exterior y guerras, estamos indefensos y somos vulnerables a la polarización»

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El potencial bélico de la información

Ilustración de Alejandra Svriz.

La cobertura de la masacre en el Hospital Al-Ahli en Gaza ha destacado el potencial bélico de la información más allá de los ataques armados. En tiempos de acción-reacción, la dificultad para llegar a la verdad aumenta la vulnerabilidad ante la propaganda. El problema se acentúa en contextos de conflicto.

El martes pasado, el Ministerio de Salud de Gaza informaba de que un ataque israelí a un hospital se había cobrado la vida de 200, luego 500 y finalmente «centenares» de personas. Las cadenas occidentales recogieron rápidamente estas afirmaciones, mientras nuestras ministras, Díaz y Belarra, condenaban a Israel.

La historia cambió en cuestión de horas. La explosión podría haber sido causada por la Yihad Islámica. Algunos medios, no todos, ajustaron su cobertura. Pero aunque los titulares cambiaron, el efecto fue inocuo.

La tragedia de la tragedia es que la verdad daba lo mismo.

La noticia había cumplido su papel: azuzar a los aliados del mundo árabe y evitar el encuentro de Biden ¿y/o? demostrar el uso de escudos humanos por parte de Hamás.

La clave está en que, en los temas de los que carecemos de experiencia directa, como en política exterior y conflictos internacionales, estamos indefensos y somos vulnerables a la polarización. Cuanto más difícil es acceder a la realidad –como sucede en esta guerra donde cada vez quedan menos periodistas/testigos en la zona–, más tendemos actuar a partir de lo que nos llega a través de diversos medios (y redes), siempre interesados.

La UE ya ha determinado que la desinformación forma parte de los «conflictos híbridos» que hay que combatir. 

Thierry Breton, comisario europeo de Mercado Interior y Servicios, argumentaba ese mismo martes que se están buscando garantías para tener un mayor control público de los contenidos en el marco de la Ley de Servicios Digitales (DSA), ante el riesgo inminente de presenciar las ejecuciones de Hamás en redes. Me parece necesario, pero complejo, sinceramente.

Mientras Bretón hablaba del sentido de la regulación de la desinformación, nuestro ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, participaba en la ‘I Jornada contra la Desinformación’ del Club de Editores Abiertos, presidido por Arsenio Escolar. Allí, propuso «alfabetizar» mediáticamente… ¡para combatir la «erosión» del Gobierno a través de las «mentiras»!

Bolaños explicó (en una conferencia que se puede ver) que hay población que siente cómo su «odio y crispación» se alimentan y que deshumaniza a quien está al otro lado. Así que «tenemos que trabajar en que los ciudadanos sepan cómo diferenciar la desinformación».

Totalmente de acuerdo en esto último con Bolaños.

No obstante, es importante trasladar al ministro una cuestión, de la que seguro que sus múltiples asesores le han informado: 

Igual que nos es difícil acceder a algunas cuestiones, con otras nos topamos constantemente. Son asuntos «experienciales» que podemos apreciar claramente con nuestros sentidos: cuestiones de las que nos habla la realidad, con indicios constatables, a saber: 

el aumento de los precios, 

la degradación del nivel educativo,

la presencia de amigos y familiares en paro,

la experiencia de conocidos en situación de pobreza, 

la enfermedad o la pérdida de seres queridos a raíz de aquel 8-M por la covid, 

la creciente inseguridad en nuestros barrios, 

el aumento del alquiler, 

las amenazas de okupación si eres propietario, 

el incremento de casos de violación …. y un largo etcétera.

A todas estas cuestiones tenemos acceso en nuestro día a día. En estos casos, a diferencia de los temas lejanos, es más difícil engañarnos, incluso si se censura información. 

Luego están las cuestiones volátiles, como la sedición, la amnistía o la desigualdad entre territorios, pero eso da para otra columna.

«Cuando ves que tu adversario necesita la mentira como argumento es porque la realidad no le da la razón (…) y la sociedad debe tener herramientas», afirmó el ministro.

Y tanto que sí, señor Bolaños. Especialmente para protegerse de la manipulación. Un poco de por favor, que el tema es muy serio.

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