THE OBJECTIVE
Estrella Israel Garzón

Antisemitismo de ayer y de hoy

«El antisemitismo es un delito de odio y obviar lo que ha sucedido hace apenas unos días no es ayudar al pueblo palestino, sino agravar su situación»

Opinión
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Antisemitismo de ayer y de hoy

Ilustración de Alejandra Svriz.

Hace dos años escuchamos a la falangista Isabel Peralta decir: «El judío es el culpable». Recordé entonces que la misma frase había sido pronunciada el 10 de julio de 1933, casi una década antes del Holocausto, por Paul Joseph Goebbels, ministro de Propaganda nazi, que apareció en la portada de la revista Time afirmando: «Los judíos tienen la culpa». Hace unas horas, escucho que una ministra en funciones del Gobierno de España, nada menos que la de Derechos Sociales, Ione Belarra, declara que Israel es un Estado «genocida» y entonces recordé la Carta Fundacional de Hamás que dice: «Hay un judío escondido, ve y mátalo». Dos formas de incitar al antisemitismo.

Para algunos la solidaridad con las familias de Israel apenas ha durado dos días, a veces ni uno; solidaridad con las mujeres, los niños, los ancianos masacrados, jóvenes en un festival por la paz, víctimas todas. Para los insolidarios, Israel es el culpable y se dedican a enarbolar banderas de odio y muerte. Una ceremonia de la que participan con vehemencia algunos adalides de la causa. ¿Qué causa? La negación de Israel y por extensión de los judíos. Pienso en las víctimas del Hypercacher, de las Olimpiadas de Múnich, de Charlie Hebdo, de la escuela de Toulouse, de la sala Bataclán, los atropellados en Niza, del 11-M, del 11-S y en tantas otras vidas segadas por la barbarie. 

Cuando los acontecimientos se sitúan al servicio de los prejuicios, los titulares y las imágenes hacen visibles los mecanismos del etiquetaje, estamos ante los discursos sobre Oriente Próximo. Este proceso se denomina intra-mediación, (ni inter, ni extra) es decir una visión polarizada, caracterizada por un lado por la victimización de unos y por la condena de otros, generando un modelo interpretativo que perdura y que se sitúa en un contexto de globalización mediática. La distinción entre antisemitismo y antisionismo participa de esta ceremonia de llevar negatividad sobre los judíos e israelíes especialmente a través de las redes sociales

«La versión israelí es puesta sistemáticamente bajo sospecha junto a la demonización del sionismo»

Israel es el único lugar en el mundo para los que se utiliza la palabra «colono», donde los que colocan las bombas en los autobuses son milicianos, defensores de la libertad; donde las víctimas son interpretadas de distinta manera según del lado de la frontera que corresponda y donde la versión israelí es puesta sistemáticamente bajo sospecha junto a la demonización del sionismo.

De la pureza de sangre a la pureza ideológica, es decir, que ahora la solidaridad con Palestina supone la negación de Israel o en todo caso minimizar los daños sufridos por los ciudadanos de Israel. Estos mecanismos largamente difundidos se agravan con la referencia a la Shoah, a través de la nivelación y la comparación para atacar a Israel. Un discurso lleno de simplificaciones y polaridades, de ignorancia de la historia, proclive a las identificaciones y asociaciones, caracterizando a las partes, estableciendo una división entre amigos y enemigos. 

En función de la actualidad, se siguen manejando los cuatros estereotipos antisemitas. Tres estereotipos clásicos: el judío deicida, el judío avaro-dominador y el judío inferior desde la óptica neonazi, a los que se ha unido un cuarto estereotipo: el del judío sionista y por tanto antidemocrático, usurpador. Como presagiaba Adolfo García Ortega en 2009, el conflicto con Hamás había minado la imagen de Israel. Aparece como un país de carniceros. Por eso ya son cotidianos los titulares que comienzan con «Israel mata», insistiendo en el imaginario de un Israel violento que se mantiene gracias a los grupos de presión judíos y a un militarismo intransigente. 

«Al mito negativo construido alrededor de Israel responde la mitificación positiva de la causa palestina»

Y es que asistimos -algunos de un modo impasible- desde hace casi dos décadas a lo que Taguieff denomina «la nueva judeofobia» a través de la imagen de un Israel diabolizado y criminalizado por todos los medios de la propaganda «antisionista», que se constituyó como la nueva visión antijudía mundialmente difundida. Se fabricaron y se pusieron nuevos estereotipos antijudíos en circulación sobre la base de una asimilación de Israel al Tercer Reich o a la Sudáfrica del tiempo del apartheid, mientras que se asimilaba a los israelíes y los «sionistas» con los nazis o a los racistas sudafricanos.

Se redujo al Estado judío a un Estado «racista», «belicista», «criminal» y «genocida» llamando al boicot, la deslegitimación y la desinversión. Así pues, algunos ideólogos niegan la realidad histórica del Holocausto o denuncian los usos políticos «sionistas», pero, al mismo tiempo, introducen el mito del Nakba, o sea el de un crimen fundador -una limpieza étnica programada-, y lo utilizan como medio de propaganda para diabolizar el Estado judío y negarle el derecho a la existencia. 

Simultáneamente, al mito negativo construido alrededor de Israel responde la mitificación positiva de la causa palestina. El dualismo maniqueo rechaza cualquier análisis político moderado, sustituido por una confrontación mítica entre portadores del Bien y secuaces del Mal.

Por eso me gustaría recordar a la joven falangista y a la ministra en funciones que el antisemitismo es un delito de odio y que obviar lo que ha sucedido hace apenas unos días, no es ayudar al pueblo palestino, por el contrario, es agravar su situación. Sí, defendamos los derechos humanos de todos, palestinos, israelíes y judíos incluidos. 

Estrella Israel Garzón es doctora en Ciencias de la Comunicación y miembro de la Federación de Comunidades Judías de España.

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