La hora de los valientes

El pacto de cuatro páginas suscrito este jueves entre el Partido Socialista y Junts es una auténtica aberración y la prueba definitiva de que los que llevábamos varios años alertando de las veleidades de este Gobierno no estábamos locos. De un plumazo y sin el más mínimo rubor, el PSOE asume toda la bazofia retórica del independentismo catalán y establece un nuevo relato del denominado ‘procés’, humillando con ello a España y tratándonos a todos sus ciudadanos como si fuéramos imbéciles.

Aparte del discurso, sumamente irresponsable para un partido que gobierna y que teóricamente debe defender los intereses de la nación, el acuerdo entre Pedro Sánchez y Carles Puigdemont da un triple salto mortal que arrasa por completo con la consideración de España como un Estado de derecho:

1.- Se acepta aprobar una ley de amnistía para borrar los delitos relacionados con el ‘procés’ durante un periodo de once años.

2.- Se acepta crear comisiones parlamentarias para investigar el denominado ‘lawfare’, es decir, si los jueces han perseguido el ‘procés’ injustamente y a sabiendas, dejando incluso abierta la puerta a que se paguen responsabilidades por ello.

3.- Se acepta que una figura internacional ayude a resolver el supuesto «conflicto histórico» entre Cataluña y España.

Amnistía, ‘lawfare’ y relator internacional. Tres acuerdos que, de facto, suponen la abolición de la separación de poderes porque los políticos se arrogan el derecho a enmendar el trabajo de los jueces y, además, porque presuponen que en nuestro país no hay una verdadera democracia, por lo que es necesario incluso hasta la tutela exterior. Se sepulta, por tanto, uno de los principios fundamentales de un Estado de derecho… y con el único propósito de perpetuarse en el poder.

Sin embargo, no acaba aquí la cosa, pues en el documento se enseña la patita de todo lo que supuestamente aún no está pactado pero podemos empezar a sospechar que acabará ocurriendo: la cesión total de la recaudación de impuestos, más transferencias económicas, el reconocimiento de Cataluña como nación, la celebración de un referéndum de independencia… De todo eso negociarán durante los próximos cuatro años PSOE y Junts, y encima como si el primero representase a toda España y el segundo a toda Cataluña.

El PSOE y sus medios afines ya se encargaron de decirnos ayer que nada de eso ha sido cedido todavía. Y sí, es verdad que se deja para una negociación posterior, pero vistos los precedentes ya no nos queda ninguna duda. Igual que nos aseguraron que no habría indultos y los hubo, o que no habría amnistía y la hubo, ahora ya no cuela, amigos. No nos vamos a tragar vuestras mentiras.

Llegados pues a este punto, y embarcados en una pendiente tan peligrosa hacia el abismo, ya solo nos queda protestar y apelar a todos los demócratas de corazón que todavía no se hayan atrevido a salir del armario en lugares como el Partido Nacionalista Vasco (cuyos votos siguen siendo decisivos para la investidura), el grupo parlamentario socialista (¿no queda ni un solo valiente ahí?), el Gobierno (¿comparten todos los ministros esta deriva?) o los medios de comunicación afines (¿algún periodista que anteponga sus principios por encima del dinero?).

Ha llegado la hora de los valientes. También de los españoles influyentes, de los empresarios poderosos y sí, desgraciadamente, me temo que también del Rey. Este es el momento crucial en el que hay que dar un paso al frente. Cada uno va a tener que hacer todo lo que esté en su mano para que los golpistas sepan que están muy solos y que su travesía por el camino del mal no va a ser fácil. Y no está claro que podamos ganar esta batalla, pero es obligatorio lucharla.

Afortunadamente, este jueves ya se ha producido un gran paso adelante, porque todo el mundo de la Justicia, amenazado como se encuentra, ha salido en tromba y con una insólita unidad a defender su territorio. Jueces, fiscales, abogados, letrados… todos han entendido que esto ya no va de izquierda o derecha. Esto va de democracia o tiranía.

Pero necesitamos muchos más valientes para afrontar este reto. Así que ojalá que los remordimientos de conciencia empiecen a provocar dimisiones en cascada en el Gobierno y deserciones en los grupos parlamentarios que teóricamente apoyarán a Sánchez en su investidura. Nunca es tarde para sumarse al bando de la gente decente. Y ojo, también necesitamos que las instituciones europeas tomen definitivamente conciencia de que la democracia española está en peligro y de que el pueblo español, tan europeísta como siempre ha sido, necesita más que nunca de su apoyo. Estamos en una emergencia nacional, no nos pueden dejar solos.