MyTO

Sin necesidad no hay virtud

«Si Sánchez es investido presidente se enfrentará a unos años difíciles en los que no podrá crear una nueva necesidad para convertirla en una supuesta virtud»

Opinión

Ilustración de Alejandra Svriz.

  • Desde siempre me ha gustado leer y escribir. En el Derecho he
    encontrado el rigor del método y en el periodismo el gusto por la
    literatura. Prefiero hacer reflexionar al lector que convencerle. Me
    considero racionalista, liberal y socialdemócrata.

Acabo de escuchar el discurso programático del candidato Sánchez y, tras la interrupción del mediodía, el agrio enfrentamiento con Feijóo. No he podido seguir el resto del debate de investidura para ordenar un poco las ideas y escribir este artículo.

Ha sido un debate bronco, muy en el plano de la rivalidad personal, carente de todo diálogo constructivo, y en el que no se ha abordado el gran tema del momento, el que ha producido la crispación de los últimos meses y, en especial, la última semana tras el acuerdo entre el PSOE y Junts: la ley de amnistía y su justificación. Permítanme unas consideraciones.

¿Por qué es la amnistía el gran tema del momento? Porque puede poner en cuestión, romper si se quiere, nuestra estructura constitucional, es decir, nuestro Estado democrático de derecho. Más allá de las políticas concretas para los próximos cuatro años —y la intervención de Sánchez se ha referido a ciertos aspectos de las mismas, no a todas ni mucho menos, ni siquiera a algunas importantes como la política exterior y, sólo de refilón, la política económica— su discurso puede resumirse diciendo que los últimos cuatro años han sido un éxito claro y en los próximos cuatro seguirá en la misma dirección para culminar este éxito. No muchos detalles más.

Feijóo casi no se ha referido a estas cuestiones, tampoco a los huecos que he señalado, y ha conducido el debate por el plano de los reproches personales: Sánchez ha demostrado no ser fiable porque según le convenga un día dice una cosa y al siguiente la contraria, algo evidente y sabido. Precisamente la cuestión de la amnistía lo demuestra de forma flagrante: lo que era una línea roja, por inconstitucional, antes del pasado 23 de julio, se convierte en algo posible, constitucional y conveniente tras esta fecha. En definitiva, lo que dijo Sánchez hace un par de semanas ante su comité federal: «Hay que hacer de la necesidad virtud».

Ahora bien, ¿hay necesidad? Si la respuesta es negativa, en modo alguno la concesión de una amnistía es una virtud sino, al contrario, es un vicio, una inmoralidad, un error. Veamos.

«Un acuerdo del PP más el PSOE acumulaba 16 millones de votos, el 65% del total y 265 escaños en el Congreso»

Primero, la necesidad. Si de lo que se trata es de formar un gobierno razonable, tras un acuerdo entre partidos rivales pero afines, no había necesidad alguna: un pacto entre PP y PSOE facilitaba este tipo de gobierno y ambos no están situados en posiciones tan distantes ni mucho menos. Son dos partidos que ocupan la centralidad del espacio político y, si bien hasta ahora no se ha dado en estos años de democracia acuerdos de este tipo para formar el gobierno nacional, sí se ha dado en gobiernos autonómicos y locales.

Feijóo le ofreció enseguida esta posibilidad y la respuesta fue rotundamente negativa por parte de Sánchez. Las razones de éste son comprensibles desde el punto de vista personal: primera, había ascendido por segunda vez a secretario general del PSOE en 2017, porque sostuvo, frente a la otra candidatura, que una coalición de su partido con populistas e independentistas era posible y conveniente; segunda, porque al quedar en las elecciones tras el PP era al candidato de este partido al que le correspondía la presidencia del Gobierno. Pero eran razones personales, a lo máximo de partido, no razones que respondían a los intereses generales del país.

Hay que pensar que en un acuerdo de este tipo, el PP más el PSOE acumulaban 16 millones de votos, el 65% del total y 265 escaños en el Congreso y la casi totalidad del Senado, una mayoría más que suficiente para dar estabilidad en los próximos cuatro años a la política y la economía española. A mi modo de ver, esta solución de gobernabilidad era posible, razonable y conveniente. Pero la política del PSOE sigue basada en la idea de polarización que preconiza Sánchez desde octubre de 2016, es decir, el mantenimiento y fomento de dos bloques irreductibles, supuestamente situados en posiciones antagónicas, que hacen imposible el diálogo y el acuerdo. Se trata de una forma estéril de hacer política parlamentaria que arrincona al PP hacia un extremo —la famosa derecha y ultraderecha tan repetida por Sánchez— para obtener supuestas ventajas para la supervivencia, al menos inmediata, del PSOE populista de Sánchez que no coincide con el tradicional PSOE socialdemócrata que nació en Suresnes en 1974 y se consolidó en su arrolladora victoria de 1982.

Para un militante honesto, del partido que sea, lo importante son la lealtad a unas ideas y procurar, por encima de todo, el interés general, no el simple poder por el poder. El partido socialista actual cree que esto último es lo importante y creo que puede estar deslizándose por una pendiente autodestructiva. Ya veremos, el tiempo lo dirá y, desde luego, no lo deseo, pero lo temo.

«No veo dónde Sánchez ve la virtud pactando con los nacionalistas catalanes y vascos, tan opuestos a las ideas socialistas»

No había, pues, necesidad. Pero aún más claro es que no veo dónde Sánchez ve la virtud pactando con los partidos nacionalistas catalanes y vascos, tan opuestos a las ideas socialistas, e incluso con Sumar, no por sus ideas sociales sino por sus ideas identitarias, coincidentes en cuestiones nacionales con los independentistas. Quizás gracias a la preocupación por la covid y por la crisis energética (y económica) ocasionada por la guerra de Ucrania, se le han perdonado muchos errores en la forma de gobernar. Pero de ahora en adelante no habrá excusas.

Sobre todo, ha ocasionado una gran desazón en muchos españoles, el acuerdo con Junts de la semana pasada, no sólo por la amnistía, ya prevista, sino especialmente porque el PSOE ha cedido en todo, hasta en lo inimaginable, a las demandas de Puigdemont, el gran ganador de de las negociaciones. La fragilidad de Sánchez y las cesiones de Sánchez han sublevado, incluso, a muchos socialistas de raigambre, tal como han expuesto en artículos de periódico, y a las mismas asociaciones de jueces y fiscales de izquierdas —entre muchas otras— hasta ahora siempre prudentes para no perjudicar al PSOE.

El resultado de la votación de mañana parece listo para sentencia pero no está asegurado del todo, Puigdemont —y ERC a su rueda— es imprevisible, lo demostró en octubre de 2017: en unas horas pasó de convocar elecciones a declarar la independencia. En todo caso, lo que sí es seguro es que si Sánchez es investido presidente se enfrentará a unos años difíciles y complicados en los que quizás no podrá crear una nueva necesidad para convertirla en una supuesta virtud.

20 comentarios
  1. ficomp2c

    La palabra virtud no puede acompañar a Susanchidad, ni por la más imperiosa necesidad
    No hay mas virtud que la de conseguir el poder, el mango de la sartén para si y sus comilitones
    La ambición de los oligarcas catalanes con la famiglia natural y política, Pujol, viene remachando el clavo, y nos está perforando el entendimiento
    Similar con los elitistas «margen derecha» con la Celaa entre ellos
    Estos son los que nos están ganando la batalla a los millones de ingenuos españoles que no los conocen de cerca. Lo de Susanchidad es folklore Psoe

  2. Pinton

    ¿Se acuerdan de los tiempos aquellos en los que decían que sólo se negociaria lo que estuviera dentro de la Constitución? (Agosto, en entrevista en Telecinco: » Isabel Rodríguez, ha asegurado este jueves «con total contundencia» que la convocatoria de un referéndum no está contemplada en las negociaciones del PSOE con los independentistas de cara a recabar apoyos para una posible investidura porque «no está en la Constitución»).

    Bueno, pues tampoco. Ahí tienen el texto que han firmado.

    Pantalla a pantalla nos manejan, en el juego tramposo de las ventanas de Overton. Pero mientras tanto, van pasando las cosas que contradicen las promesas. Unas (cosas) y otras (promesas) quedan desapercibidas.

  3. andoniakis

    NO entiendo al autor

    Es que no se acuerda ya del pacto del Tinell firmado por los socialistas.
    Que necesidad había? Que virtud?

    Ninguna, solo el poder y el reparto de dinero.

    Es que el autor nos e acuerda de los gritos bienpagaos de «Con rivera no» que nos empezaron a helar la sangre a todos y que luego invirtieron la carga de la prueba endorsando la responsabilidad sobre Rivera?

    Rivera fue el primero que nos alerto sobre el pelligro de golpe de estado Sanchista hace ya casi 5 años. Rivera sabia demasiado y por eso dimitió. Algún dia espero leer sus memorias que podrían muy bien ser el epitafio de la democracia en España.

    No es casualidad que Sanchez no quiera ni ver al PP ni gobiernos de coalición y no es porque esto no sea Alemania y su Grossekoalition, no, es porque el plan que sigue desde el 2002 el psoe ya con Zp es el golpe de estado y revertir las leyes hacia una república confederal multinacional.

    En ese esquema los disidentes son fascistas, enemigos y sujetos a estar fuera del «cordon sanitario» de los sublevados. El pruses era un paso mas.

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