THE OBJECTIVE
Rosa Cullell

'Okupas' de la función pública

«Los políticos se están convirtiendo en funcionarios con contrato indefinido. Una función pública ideológica que no exige oposiciones, sino fidelidad al líder»

Opinión
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‘Okupas’ de la función pública

Ilustración de Alejandra Svriz.

«Estos no gobiernan la Administración, la okupan». Esa frase, anónima por petición del autor, la escuché hace unos días. Se ajusta a la realidad que vivimos: los políticos se están convirtiendo en funcionarios con contrato indefinido. Se trata de una función pública ideológica que no requiere de oposiciones, aunque sí de absoluta fidelidad al líder. Empiezas en las Juventudes o en las Asambleas y, sin necesidad de presentar un buen currículo, vas saltando de plaza en plaza. En la militancia ciega no hay paro. Por eso, hoy, los españoles quieren ser políticos. Para llegar a ministro a los 30 y presidente a los 40. Como Irene Montero o Pedro Sánchez.

La  política activa se confunde con la función pública. También es de por vida y tiene la ventaja de que no hay que aprobar oposiciones ni dejarse los codos en la mesa de estudio. Según publican los digitales dedicados al empleo, «trabajar en política está siendo muy demandado por los jóvenes tras los últimos comicios electorales del 28-M y 23-J. No hay horarios, pero sí buenas condiciones laborales y de salario, con una media de 2.000 euros mensuales». 

En estos años de pactos del progresismo, cualquier grupúsculo, -aunque solo tenga siete diputados y sea más rancio que Sabino Arana y Heribert Barrera juntos- marca el paso del Gobierno. Visto lo visto, los chicos salen de la Universidad y se plantean apuntarse a un partido con mando en plaza. Convertirse en un patriota útil, en el caso de Cataluña y Euskadi, suele venir acompañado de sueldo en consejerías, universidades y fundaciones diversas. Incluso se ha armado un batallón catalán de diplomáticos de pacotilla, sin más carrera que su afán por autodeterminarse.  

No hay cifras oficiales sobre el número de políticos y asesores que tenemos en España, más allá de la suma de miembros electos en ayuntamientos, autonomías y cámaras del Estado. Hay versiones que van desde los 100.000 hasta los 400.000 políticos profesionales, aunque esta última cifra, que se hizo viral, nunca fue confirmada. Lo incontestable es que la partitocracia ha ido infiltrándose en la sociedad. Las puertas giran velozmente, entre lo público y lo privado, acomodando a los que mandan o mandaron.  

«Se está creando una relación incestuosa entre la función pública y la política»

Tan acostumbrados estamos a la creación de cargos innecesarios, que ya nadie habla del absurdo papel de las diputaciones o de los cabildos insulares. Tras la puesta en marcha de las autonomías, perdieron todo su sentido. Los partidos prometían su desaparición, pero ahí siguen, colocando afiliados. La última vez que consulté datos, las diputaciones contaban con unos 70.000 trabajadores; la mitad eran funcionarios y el resto personal contratado.

Más allá de los números, la realidad nos dice que se está creando una relación incestuosa entre la función pública y la política. Los altos funcionarios deben ser leales a la institución del Estado a la que están asignados, no a los gobiernos que los proponen para un cargo jurídico o administrativo. Sin embargo, se da por hecho que cada partido tiene sus jueces en el Consejo General del Poder Judicial, en el Supremo o en el Constitucional; sus periodistas en las televisiones públicas y hasta sus artistas para las fiestas de los pueblos.

En la última década se han ido construyendo democracias populares, tanto de derechas como de izquierdas, donde si no eres de los nuestros eres de los suyos. Se habla continuamente de los regímenes populistas en Latinoamérica, esos que gobiernan a base de decretos, que acosan a la oposición, que expulsan del país a los periodistas no afines. Sin embargo, la tendencia se está copiando desde Estados Unidos a la Unión Europea.

Los partidos españoles, tras años perdiendo afiliados, vuelven a contar con bolsas de empleo. En el nuevo portal del PSOE advierten que el acceso a la lista de trabajos del partido es para militantes. Primero se paga la cuota, luego se accede al curro. En Podemos, se entra por las asambleas de barrio y universidades, también a través de parejas y amistades varias.   

Nada muy distinto a lo que pasaba en la tan denostada Transición, aunque entonces nadie pensaba que ser de izquierdas asegurara un sueldo. Lo más fácil era que, mucho antes de cobrar un duro, te ganaras un golpe de porra y unas horas en comisaría. En las asambleas hablaban primero los obreros de la Seat, que miraban con cierto desdén a toda aquella panda (la mía) de universitarios de clase media enfundados en jerseys con cremallera a lo Marcelino Camacho. 

«Los medios públicos se han convertido en altavoces ideológicos»

Acabada la Transición y con el PIB (Producto Interior Bruto) en crecimiento, los periodistas de las últimas décadas del siglo XX  trabajaban sin necesidad de carnets ni afinidades. Ser independiente se valoraba. El estrepitoso derrumbe de la publicidad clásica, que pagaba sueldos e inversiones, ha dejado a una buena parte de los medios en manos de fondos y subvenciones gubernamentales. Los partidos buscan y colocan hasta a los accionistas.

Mientras, la audiencia de radios y canales públicos sigue por los suelos. En lo que va de diciembre, TVE, con un 9,3%, se sitúa por detrás de Antena 3 y de Tele 5. O sea, en tercer lugar. Sin embargo, nadie en el Gobierno plantea, como sería lógico, un cambio de modelo para la televisión estatal ni para las autonómicas. Los medios públicos se han convertido en altavoces ideológicos.

RTVE tiene 6.300 trabajadores en plantilla, el triple o cuádruple de una tele privada. Pues, aunque parezca absurdo, se planea contratar a 1.082 más. La generosa oferta, firmada por la presidenta Elena Sánchez, trata de convertir a más de 300 empleados interinos en fijos, cubrir las bajas por jubilación y reforzar puestos estratégicos. Sin embargo, la Audiencia Nacional ha sentenciado que tener en cuenta «los méritos y la antigüedad» en el baremo de recuento «fomenta la desigualdad». La convocatoria, que está siendo revisada, es un «traje a medida» para hacer fijos a los interinos, según advirtió la Federación de Asociaciones de Periodistas de España.

Es un clásico del enchufe moderno: primero se entra de temporal a dedo de tu partido, y luego, pasado unos años, ya eres fijo. Lo mismo sucede en las Diputaciones y en los cientos o miles de entes que existen en el Estado de las autonomías, ahora llamado plurinacional.  

Ocuparlo todo es tendencia. La política se ha llenado de fieles funcionarios; la función pública, de fieles políticos.  

  

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