THE OBJECTIVE
Anna Grau

Historia de una heroica misión imposible (de la UE en Cataluña)

«La Generalitat despachó comisarios políticos a sus reuniones con los docentes, tratando de que los comisarios, no los docentes, respondieran las preguntas»

Opinión
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Historia de una heroica misión imposible (de la UE en Cataluña)

Ilustración de Alejandra Svriz.

Por fin podemos hablar. Por fin podemos respirar los que hemos estado conteniendo el aliento desde que aterrizó en Barcelona la misión de observadores de la UE de lo que realmente ocurre en las escuelas catalanas. La delegación encabezada por la liberal estonia Yana Toom, de la que el PSOE se tiró en marcha días antes, acusando a todos los eurodiputados integrantes de ser «de derecha y de extrema derecha» (¿incluida la representante de ERC, Diana Riba? ¿O sobre todo ella, querían decir?) ha estado los días 18 y 19 de diciembre cumpliendo el programa previsto y dedicando un caudal no menor de sus energías a combatir los decididos intentos de la Generalitat de reventarlo.

El Gobierno catalán trató de impedir que la misión visitara los centros sobre los que los demandantes del amparo europeo (Asociación por una Escuela Bilingüe, Impulso Ciudadano, las familias de Jordi López, exconcejal de Ciudadanos en El Prat de Llobregat y padre de un niño con necesidades especiales machacado por la inmersión, la familia de la niña de Canet machacada también y amenazada por reclamar su derecho a recibir un 25% de español en la escuela…) habían señalado como relevantes. Trataron de colarles otros. Al fracasar en este empeño, la consellera de Educación de la Generalitat, calificó en sede parlamentaria, y en la cara de quien esto firma, que la estaba interpelando, de «demencial» la entera misión, tratando de descalificarla por completo antes de empezar. Carles Puigdemont desde Bruselas también puso todo de su parte para desdignificar a los observadores. Les han llamado fascistas. Les han llamado racistas. No lo digo yo, lo dice Yana Toom, quien también ha denunciado alto y claro que la Generalitat despachó comisarios políticos a sus reuniones con los docentes, tratando de que estos comisarios, no los docentes, respondieran las preguntas.

¡Todo esto antes incluso de que ningún miembro, ni oficial ni extraoficial de esta misión, hubiera llegado a abrir la boca para anticipar conclusión alguna! ¿Se cree el ladrón y el talibán de la inmersión que todos son de su condición? ¿Tan profundamente empotrados viven en su burbuja política, se han creído la propaganda de sus propios y carísimos lobbies internacionales (pagados con dinero público) que verse de repente honradamente cuestionados les ha hecho entrar en pánico?

«Una de las primeras conclusiones de los observadores ha sido: el catalán no está en peligro, en cambio sí lo está el bilingüismo»

Nada sorprendentemente, las primeras conclusiones de los observadores han sido: el catalán no está en peligro en Cataluña, en cambio sí lo está, o se procura que lo esté, el bilingüismo. Los padres que no sucumben a la presión para privar a sus hijos de su derecho a recibir un 25% de clases en español se ven forzados a recurrir a los tribunales. Cuando lo hacen, y los tribunales lógicamente fallan a su favor, Constitución en mano, la Administración catalana simplemente ignora estas sentencias, y ordena a los centros ignorarlas también si no quieren tener un disgusto, que hay que ser muy valiente para arriesgarse a tenerlo. La misión ha encontrado «pruebas tangibles potenciales de delito de odio» contra los que se atreven a protestar y a denunciar. Esto compromete la separación de poderes y el tuétano mismo de nuestra democracia.

 ¿Sigo? A la espera de elaborar su informe oficial definitivo, Yana Toom ha sido inequívoca: «Ha quedado muy claro que lo que (estas familias) buscan para sus niños es el derecho a recibir enseñanza en castellano sin dejar de lado el catalán». Y también: «No creo en una integración forzada. Lo llamaría asimilación». Sin olvidar una preocupada constatación de los «tristes» resultados del informe PISA. Es difícil describir más con menos.

¿Lloramos de desesperación o de alegría porque, por lo menos, se haya abierto un cráter de verdad y de lucidez en lo que hasta ahora era terraplanismo absoluto, negación de las más dolorosas evidencias, blanqueamiento del sufrimiento de alumnos, familias y docentes? Yo he lanzado estos días una profecía: en un futuro, esperemos que no muy lejano, habrá gente avergonzada de haber defendido la escuela catalana hispanófoba, y que pretenderá haberla combatido, dándose la vuelta como un calcetín. Como esos antifranquistas postmortem de los que habla el reciente e imprescindible libro de Nicolás Redondo Terreros, No me resigno.

«Yana Toom no es de esas personas que van en una misión de observación y se encierran en las comitivas oficiales»

Para acabar, una nota personal. De admiración humana y hasta femenina por la figura de Yana Toom. Figura enorme en lo físico (es alta, majestuosa, y también lo es su voz…) y en lo moral. Porque aquí no estamos hablando de mera política, saben. Esto va más allá.

He tenido el honor de conocer en persona a Yana Toom porque nuestra querida compañera y eurodiputada Maite Pagazaurtundúa me la presentó. Supe así de ella, de su historia, de su firmeza de criterio. No es de esas personas que van en una misión de observación y se encierran en las comitivas oficiales y en el hotel. Qué va. Ella salió a la calle y se la pateó a solas, visitó por su cuenta la ciudad. Fue al Parque Güell, fue a la Sagrada Familia y fue hasta a un tablao flamenco, uno de los mejores del mundo donde cuentan que se encontró a una compatriota estonia allí trabajando. Habló con gente de la calle. Le llamó mucho la atención, según mis fuentes, que incluso inmigrantes rusos bajaran la voz si se les preguntaba qué pasaba con las lenguas en Cataluña…

 Ni Maite Pagazaurtundúa ni nadie de Ciudadanos dijo o hizo nada que pudiera poner en peligro la imparcialidad de la misión, tan conscientes éramos todos de lo que nos jugábamos en este envite. Yo misma, cuando tuve ocasión de interactuar, cuando alguien me preguntó alguna cosa, avisaba siempre antes de contestar: «in my opinion…», es decir, esto es lo que opino yo, habrá quien pueda opinar distinto. «Pues ha causado muy buena impresión que digas eso porque no es la actitud que se han encontrado con otra gente», me contó un pajarito. Normal. Es decir, de normal nada, pero a eso es a lo que estamos acostumbrados en Cataluña. Hasta que viene alguien de fuera, se lleva las manos a la cabeza y exclama: pero esto qué es.

Ya sólo nos falta cambiarlo. Bien a fondo. Cueste lo que cueste y caiga quien caiga. Gobiernos incluidos.

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