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Milei habla y Sánchez viste abrigo

«El presidente argentino habló de libertad económica y gobierno limitado como bases del bienestar y el progreso. El español reiteró los dogmas progresistas»

Opinión

Ilustración de Alejandra Svriz.

  • Madrid, 1967. He sido columnista en Libertad Digital, Vozpópuli y El Español. Ahora escribo en La Razón y THE OBJECTIVE y hablo en Herrera en Cope. Soy profesor titular de Historia del Pensamiento en la UCM. Tengo unos cuantos libros de historia y política.

La única noticia que propició Sánchez en Davos fue que vistió un abrigo que se agotó en las tiendas. Nada más. Su contribución ha sido, por tanto, patética y triste, aunque podemos estar seguros de que tomó el Falcon de vuelta a España con un subidón de alegría por haber lucido palmito. Por contra, Milei saltó a los medios por sus ideas y su propuesta, por la incorrección política y la reivindicación del realismo para sacar a su país del agujero. Seguro que también se quedó satisfecho aunque, a diferencia del español, volviera a Argentina en un asiento de la clase turista de un vuelo regular. 

Sánchez se empeñó en Davos en que es preciso aumentar la presión para imponer de forma coactiva, mediante el Estado, el dogma progresista. Su sueño, compartido por la mayoría en Davos, es crear el Hombre Nuevo en la Sociedad Nueva; esto es, moldear la realidad según su proyecto particular y extirpar de la naturaleza humana y social todo lo que se considere un obstáculo. 

Milei, por contra, dijo que la política está al servicio de la realidad, no al revés como quieren los colectivistas. Sostuvo una obviedad que se olvida: la ingeniería social siempre ha fracasado, como el comunismo. Ahí está la historia del siglo XX. Esa obsesión por forzar a la realidad a ser otra cosa ha acabado siempre en pobreza económica, social y cultural. Y no hay excusas, porque esos ingenieros gobernaron durante mucho tiempo y con mano de hierro. 

El presidente español, por su parte, mostró que entiende que ser libre se limita a la autodefinición de la identidad sexual o étnica dentro de un colectivo, en un planeta sin contaminación. Nada que ver con la defensa de los derechos individuales, de la propiedad y de la vida, porque es el Estado quien determina los límites de todo esto. Sin Estado, vino a decir, no somos nada, por lo que cuanto más Estado, regulaciones, prohibiciones e impuestos para distribuir la riqueza, más posibilidades tendremos de ser personas. 

El argentino defendió el liberalismo (libertarismo allá) tal y como la definió Alberto Benegas Lynch (h), basado en el respeto al proyecto de vida del prójimo, en defensa del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad. En consecuencia, criticó los proyectos de crecimiento del Estado, al que llamó instrumento de coacción y, por tanto, enemigo de la libertad. «¿O es que Vds pagan impuestos con alegría y voluntariamente?», ironizó Milei. Y de ahí pasó a una descripción del mundo actual: cuanto mayor es el Estado más impuestos necesita —como propone el Gobierno de Sánchez—, lo que significa más coacción y recortes de la iniciativa individual, más peligro para la propiedad privada, y menos creadores de riqueza, a los que se ataca fiscal y retóricamente.

«El liberalismo, señaló el argentino, ya asentó la igualdad de todas las personas ante la ley en defensa de su proyecto de vida y propiedad»

Nuestro Sánchez, en cambio, es un conocido defensor del feminismo institucional y hegemónico que colectiviza a hombres y mujeres, que crea una retórica victimista, y que es la palanca para llegar al colectivismo socializante porque permite que el Estado se meta en la vida privada de la gente. Este tipo de feminismo se ha convertido en un dogma intocable del que se apoderado la izquierda, y con el que hace bailar a la derecha. 

Milei dijo que el fracaso del comunismo obligó a esos izquierdistas a cambiar su planteamiento de la vida en comunidad como un conflicto. Sustituyeron la lucha de clases por la lucha de sexos, introduciendo una falsa división y choques absurdos en la sociedad para desviar la atención de lo verdaderamente importante: la pérdida de la libertad a manos del Estado. El liberalismo, señaló el argentino, ya asentó la igualdad de todas las personas ante la ley en defensa de su proyecto de vida y propiedad. El feminismo radical, en cambio, solo ha servido para aumentar el intervencionismo del Estado y despilfarrar. 

La incorrección política de Milei fue tal que los principios básicos de la democracia liberal que recitó resultaron sorprendentes. Habló de la libertad económica, del gobierno limitado y del respeto a la propiedad privada como elementos esenciales para el bienestar y el progreso. Por otro lado, Sánchez, sonriente, hizo un discurso común y ramplón sobre el cambio climático, el feminismo y la desigualdad y la necesidad de intervenir cada vez más el mercado, de ampliar la discrecionalidad de los gobiernos y ajustar la propiedad privada a los objetivos fijados por la élite mundial. 

No es necesario estar de acuerdo con todo lo que dijo Milei, ni con su estilo, pero es preciso reconocer que no le falta razón en que cada día somos menos libres y estamos más endeudados. A nadie se le escapa que ahora hay menos libertad intelectual, cultural y creativa por la presión de la corrección política patrocinada por los gobiernos. También es evidente que cada día crece un poco más el Estado, al que sacrificamos nuestra libertad por considerarlo nuestro salvador. 

Puede que Milei fracase, o que triunfe —ojalá que así sea por el bien de Argentina—, pero al escuchar su discurso me entró una notable envidia por la pobreza del debate político en nuestro país. Todos circulan por el mismo carril, repitiendo con distintas voces la misma cantinela, marchando juntos en dirección hacia ese paraíso obligatorio en el que no tendremos nada y seremos felices.

17 comentarios
  1. kj26_

    Me llamo gratamente la atención el discurso de Milei ante los que ponen y financian las políticas Woke. Supongo que sí antes lo tenía difícil, esas fuerzas Woke presentes en Davos tratarán de hacérselo imposible.

    Milei denuncia que la propiedad privada y por tanto la libertad corren serio peligro bajo las fuerzas colectivistas. Es decir los comunistas, socialistas o fuerzas Woke o como quieran llamarlos.

    El peligro de la libertad y la propiedad privada no llega a los votantes, porque partidos y medios se encargan de anestesiar la opinión pública.

    No me extrañaría que vuelvan a aparecer viejos fantasmas.

  2. SUASORIAE

    Sobre el comentario de Grossman relativo a la creación de riqueza. Gracias por sus comentarios, siempre reflexivos.

    El hecho de que la riqueza es como un pastel que está ahí para ser repartido como por generación espontánea forma parte del ideario “suma cero” propio de la izquierda: es decir, además, el pastel es único…: lo que coja uno necesariamente se lo quita o a otro… (y de ahí se sigue castigar a las empresas ¡si tienen ganancias! O considerar que todo el que progresa económicamente es porque abusa y lo detrae de los derechos de otros…).

    PERO aunque parecería imposible la deriva ha sido a refinar el concepto a a peor: no solo el pastel es único y lo que cogen unos se lo quitan a otros, ahora entra en la ecuación el cambio climático y el Fin de los Tiempos… TENEMOS QUE REDUCIR EL PASTEL: ¡decrecimiento!. Lo que antes era “austericidio” ahora es ascetismo woke para salvar el planeta…

  3. SUASORIAE

    De las corrientes religiosas reformistas que pululaban antes y durante el siglo XIII, muchas fueron furiosamente perseguidas como heréticas y otras, con postulados semejantes, acabaron asimiladas…: la diferencia estribaba en la sumisión a la Iglesia y en tropezar, eventualmente, con un Papa astuto… como Inocencio III.

    Francisco de Asís promovía una interpretación tan radical del Evangelio y una práctica tan literal de las enseñanzas de Jesús como tantos otros que fueron considerados herejes y condenados, pero él siempre acató la jerarquía eclesiástica y sus dogmas. Cuando el Papado le exigió una regla para sus, ya multitudinarios, seguidores, él se limitaba a repetir que la regla era, ¡simplemente!, seguir el Evangelio. Bajo la presión papal, los delegados infiltrados arrinconaron al propio Francisco (que se apartó en soledad con su pobreza, sus estigmas y algunos fieles discípulos), y elaboraron una regla monástica… presentable y decorosa, sin escándalos ni dudosas extremosidades.

    Temo que a Milei (las reglas son…: y define el liberalismo con convicción ¿naif?) le pueda pasar algo similar…: EL MUNDO ES DE LOS BURÓCRATAS A POCO QUE UNO SE DESCUIDE UN SEGUNDO…; Y LUEGO ESTÁN… LOS MALVADOS HABITUALES. Y temo que fundar una orden mendicante no sea una solución para él…

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