THE OBJECTIVE
Álvaro del Castaño

¡Viva el amor, carajo!

«Creo que la mayoría de los españoles, independientemente de su afiliación política estaría de acuerdo conmigo si afirmo que la situación del país es disparatada».

Opinión
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¡Viva el amor, carajo!

Pedro Sánchez. | Alejandra Svriz

Intellectus Apretatus Discurrit qui Rabiat. Esta frase atribuida a Cicerón, uno de los autores más célebres de la historia de la vieja Roma, podría interpretarse como “el ingenio que hay que desarrollar en situaciones de extrema necesidad para salir de un apuro”.

Y ahora mis queridos seres humanos, estamos en un verdadero apuro. Ha llegado el momento de reconocer que la política y la sociedad españolas están cerca de un punto de no retorno. Creo que la mayoría de los españoles, independientemente de su afiliación política estaría de acuerdo conmigo si afirmo que la situación del país es disparatada. Nadamos en la confrontación polarizada, la mentira, la irritación, la mediocridad, la falta de agallas y liderazgo moral, intelectual y espiritual. Estamos perdidos ante un liderazgo político totalmente tóxico, divisivo e incongruente. Nos están conduciendo a una sociedad banal de perdedores subvencionados, infantilizados analfabetos, incultos manipulados, y todos embaucados a creer que tenemos todos los derechos y ninguna obligación, y que por eso tenemos que odiar al que piensa diferente. Nos empujan a aislar al contrario y a no respetar sus ideas. Nos llevan a pensar que la democracia es el imperio de las minorías, que hay que pisotear los sueños de los que piensan diferentes e impedir su libertad. Mi triunfo es la indefensión del otro.

«A mi juicio, una de las razones que explican esta situación es que estamos en plena desmembración de la cultura del esfuerzo»

A mi juicio, una de las razones que explican esta situación es que estamos en plena desmembración de la cultura del esfuerzo, que es parte esencial del ADN del ser humano. La superación siempre ha sido el motor de la humanidad. Eso es lo que une a un pueblo en busca de un futuro mejor. Es ese deseo de búsqueda el que ha liderado nuestra evolución y nos ha convertido en lo que somos, distinguiéndonos del resto de especies. Cuando una sociedad se acomoda, se abandona a la desidia puede ser víctima de la decadencia de su propia debacle y campo abonado para los populismo e iluminados. En estas circunstancias, la memorable cita de Cicerón me viene como anillo al dedo para afirmar rotundamente que urge recurrir al ingenio para salir del hoyo. Y ese ingenio me lleva a una conclusión revolucionaria:

¡Viva el amor, carajo!

Aunque esta frase parece extraída de un discurso del flamante presidente de Argentina, yo me refiero a una cosa mucho más sutil. Pensaran que me he vuelto loco y que estoy mezclando churras con merinas ¿Cómo puede ser el amor la solución a lo que está pasando?

Muy fácil. Recordemos por ejemplo la época de la manida Transición. En ese periodo convulso comunistas, franquistas, anarquistas, centristas, socialistas y conservadores se unieron para trabajar juntos con el único objetivo de crear un futuro mejor con ilusión, con respeto y con humildad. Amaban a su país, amaban su proyecto en común. La unión en búsqueda de ese futuro abonó el camino para el periodo más largo de paz, crecimiento económico y democracia. El enfrentamiento y la polarización jamás han creado riqueza, ni han creado la paz, sino todo lo contrario.

El amor, entendido en su sentido amplio, es el respeto y la comprensión con el que piensa diferente. El amor es también pensar que uno puede estar equivocado. Con amor se pueden unir fuerzas, llegar a acuerdos, trabajar juntos. Para lograrlo habría que rebelarse contra la inquina impuesta desde el poder político y mediático. Habría que desactivar el veneno del odio que nos inoculan los políticos radicales, wokistas, nacionalistas, independentistas, populistas y comunistas que solo buscan la eliminación de los pensamientos del contrario. Hay que impartir compasión y cariño a los que piensan diferente a nosotros. Hay que hacer el esfuerzo de empezar a construir el puente que separa a las dos riberas de la humanidad.

Tenemos que aislar a los odiadores y acercarnos a la inmensa mayoría del país que quiere buscar un proyecto en común, con tolerancia y libertad. Es muchísimo más lo que nos une que lo que nos separa.

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