El Waterloo de Feijóo
«El líder del PP no ha conseguido aún sobreponerse al fracaso del 23 de julio, fruto de su propia impericia»
Estaba dedicando esta columna semanal en THE OBJECTIVE a la debacle moral de la izquierda y el prometedor futuro que se le abría a la derecha a poco que el Partido Popular no cometiera demasiados errores, cuando se apareció el propio PP para retirarme las manos del teclado.
Varios periódicos informan de la declaración de un alto dirigente popular que se confiesa dispuesto a indultar a Puigdemont en el marco de la reconciliación en Cataluña. Al tratarse de una conversación off the record -en la que se puede citar el contenido, pero no identificar a la fuente-, existe una cierta discrepancia entre los medios sobre el valor exacto de lo que se pretendió transmitir. Unos, los más próximos a Sánchez, ponen el acento en que esa declaración viene casi a validar la política actual del Gobierno, y otros, los más críticos, destacan que un indulto no tiene nada que ver con una amnistía y que la fuente del PP advirtió de que Puigdemont debería previamente ser juzgado en España y comprometerse con el respeto a la Constitución.
«Los organizadores de esa conversación debieron haber previsto esta discrepancia y haber calculado que una alta fuente del PP no puede referirse a Puigdemont más que como el potencial delincuente que es»
Los organizadores de esa conversación debieron haber previsto esta discrepancia y haber calculado que una alta fuente del PP no puede referirse a Puigdemont más que como el potencial delincuente que es, sin abrir una sóla vía a la interpretación o la confusión, a menos que ese sea el propósito. Y aquí radica parte del problema, que no sabemos hoy a ciencia cierta -y esta última declaración nos ratifica en la sospecha- si el PP de Alberto Núñez Feijóo no sigue mirando a Waterloo con la esperanza de que sus siete votos sean algún día para él.
La alta fuente del PP que habló con los periodistas parece haber sido el propio Feijóo y la fecha pactada para la publicación de las declaraciones, este pasado domingo. Tal vez no podía saberse que ese día el país estaría mucho más preocupado por el asesinato de dos guardias civiles en Barbate que por la suerte de Puigdemont. Pero sí se midió, supongo, el efecto que esa información tendría en la recta final de la campaña electoral en Galicia, donde Feijóo se juega en gran medida su futuro.
Hablar a estas alturas de un posible indulto a Puigdemont, por muy condicionado que esté, es sabotear el trabajo de los jueces, que están haciendo un esfuerzo encomiable para proteger el Estado de Derecho frente a los ataques diarios del Gobierno y sus socios separatistas. Pero eso ni siquiera es lo más grave de lo declarado. Lo peor es que la alta fuente del PP siga repitiendo esa memez sobre la reconciliación en Cataluña y que para conseguirla sea necesario dejar sin castigo a quienes infringieron la ley. La única reconciliación que Cataluña requiere es la de obligar a quienes tienen el poder allí a cumplir su propio Estatuto y a tratar por igual a todos los catalanes. Son los catalanes no nacionalistas, marginados y excluidos, los que necesitan el apoyo de las altas fuentes del PP, no los independentistas, que son los que mandan.
Pero parece ser que el poder magnético de Waterloo ha apartado a Feijóo de esa realidad para desviarle hacia el comercio de votos al que con tanta pasión como acierto se dedica su contrincante Sánchez. Da la impresión -al menos, eso se deduce de estas últimas declaraciones- de que Feijóo siente envidia del éxito de su rival y cree que puede emularlo. Tremendo error. Para eso se necesita una desfachatez de la que -como también se infiere de esta información- Feijóo carece.
El líder del PP no ha conseguido aún sobreponerse al fracaso del 23 de julio, fruto de su propia impericia. Y es una pena, porque la verdad es que el escenario político está absolutamente a su favor. A poco que Feijóo se reponga de aquel error, observará que Sánchez está completamente sitiado en La Moncloa, que ha perdido cualquier razón para seguir siendo presidente, aunque todavía se arrastre durante algún tiempo hacia su derrota final. Sin embargo, justo en este momento, aparece una alta fuente del PP para darle oxígeno, para desviar la atención hacia las negociaciones con Puigdemont, sin prestar atención a la toxicidad del personaje, sin tener en cuenta que el mismo Waterloo en el que, en realidad, forjó su destino Sánchez, puede también ser el Waterloo de Feijóo.