MyTO

Feijóo, niño dickensiano

«La ola de suicidios políticos del PP sigue imparable. Se suicidó políticamente Casado y Feijóo tuvo un primer suicidio como futuro presidente el 23-J»

Opinión

Ilustración de Alejandra Svriz.

Hay que comprender a Feijóo: mira por el escaparate de la pastelería cómo Sánchez se come todos los pasteles. Se los come porque puede comérselos; porque se lo permite y se lo permiten. Feijóo no tiene esa suerte, y la envidia. Con la carita pegada al cristal pone cara de niño pobre de Dickens. Se da pena, nos da pena.

La ola de suicidios políticos del PP sigue imparable. Se suicidó políticamente Casado (¿alguien se acuerda de Casado?) y Feijóo tuvo un primer suicidio como futuro presidente en las elecciones de julio. Como apuntó Ignacio Varela, Feijóo las tenía ganadas y él solito las perdió. A Casado lo comparé en su día (¡lo miro y hace solo dos años y dos meses!) con el Tiriti, aquel motociclista Carlos Cardús que se saboteó un campeonato que tenía ganado arrancando cables de su moto en la última carrera. Feijóo ha demostrado ser el Tiriti II. Y como sigue en competición, sigue saboteándose.

Hemos de resignarnos a que los políticos no sean nada, solo tecnócratas del poder. Esta es su esencia, su única función, su único valor (este último, tanto en la acepción de precio como la de principio). A partir de aquí, hay variaciones entre unos y otros, dependiendo (aparte del carácter singular de cada uno) de los límites que se pone y los límites que le ponen. De su, en resumidas cuentas, capacidad de maniobra; de su operatividad.

Feijóo llegó de Galicia a Madrid con el plan inmediato de ser presidente del Gobierno. De presidente (de la Xunta de Galicia) a presidente (del Gobierno de España), ese era su plan. Cuando el 23-J ganó las elecciones generales pero no le dieron los números, vio que Sánchez podía comerle el pastel, que fue lo que ocurrió. Feijóo, dickensianamente, veía en el escaparate de la pastelería los votos de Junts, de ERC, del PNV… todos esos pasteles a los que Sánchez tenía fácil acceso pero él no. Y no se resignaba. Lo intentó, pero los pasteles se mostraron refractarios. Su pecado fue intentarlo, pero un niño de Dickens no podía hacer otra cosa. ¡Era tanto el deseo!

Ahora el PSOE, que se comió todos los pasteles, le reprocha al PP que se le pasara por la cabeza probar alguno. La superioridad pastelera adopta también la escenificación de la superioridad moral. Forma igualmente parte de la lucha desigual, de ese tablero inclinado del que hablan Cayetana Álvarez de Toledo y Emilia Landaluce.

«Si Sánchez no tiene límites es porque su electorado no le pone límites»

Pero es un error seguir hablando de los políticos: desde el 23-J creo que ya solo se debe hablar del electorado (o de aquellos, en todo caso, como subproductos de este). Es la censura moral de la prensa y los votantes afines a cada partido (o a su orientación ideológica) los únicos que pueden impedir que un político se coma determinados pasteles. La glotonería de todo político por el poder tira hacia los pasteles, y los cogerá y se los comerá si nadie le para severamente la mano.

A Feijóo se la han parado los suyos. A Alberto Garzón, por cierto, también: el chaparrón de críticas tras el anuncio de que iba a ingresar en el lobby transversal de Pepiño Blanco le ha hecho retractarse. Si Sánchez no tiene límites es porque su electorado no le pone límites, o porque él sabe ir ampliándolos pasito a pasito, como dice Daniel Gascón que se traspasan las líneas rojas.

Recaiga, pues, la censura moral (aunque inútilmente, claro) en el electorado del PSOE: ese sector de la población embarcado en una lucha guerracivilista sin concesiones por el poder, puro franquismo sociológico de adhesión al líder.

2 comentarios
  1. Pepecola

    Desde luego hay que reconocer que esa masa de muta de sanchipancistas a los que les da igual ocho que Puchi, y de oca a oca y Tito Berni porque me toca que bota y rebota… del sanchismo socioilógico es tremenda.

    Más tragaderas que una boa constrictor. Hasta se cuenta de algunos intelectuales a la violeta que tienen la posibilidad de dislocarse las entendederas en público cuando el amado Pijus Magníficus las contrae a su pesar para meterles doblada la penúltima, y ahi ya no digo nada porque sarna con gusto no pica, pero mortifica…. Les dió la posibilidad de luchar a brazo partido venciendo al franquismo y a los mismos despojos del caudillo anterior para ganar a posteriori la guerra civil del 36, y mandó a Gracita calimero a que le montase una performance con helicópteros y música de las valquirias en plan Apocalipsis Now. Cautiva y desarmada para la ocasión hemos vencido a la fachosfera que son los otros . Pero hete aquí que poseído el anterior Claudillo por un ser maléfico como el de Fallen (lapeli), al verse exhumado le saltó a la chepa al nuevo, que es mucho más atractivo, y lo poseyó en el acto.

  2. Ciudadano_Keith

    Del rosa al amarillo, continuación en clave política de la película de Summers.

    En el principio era todo oscuridad (de la espesa) tras el tropezón del carro del PP, conducido por la yunta Casado y García vio el PP que eso no era bueno y dijo ‘hágase la luz’ y se trajo un candil gallego. ‘Como no podía ser de otra forma’, de estar a oscuras con las manos por delante para no pegársela fue encenderse el candil y la peña iba con gafas de sol y deslumbrados. ROSA.

    Lo que suele pasar, la retina se acomoda a la birria de candil y con pocas diferencias se ve poco más que antes, cuando se estaba a oscuras. Y se han quitado las gafas de sol para no volver a pegársela. AMARILLO.

    Y vio el entorno del PP que eso no era bueno y dijo ‘candil a tomar por c***’, aquí necesitamos una estrella, tipo supernova hiper-masiva. Y, mecánicamente, todos dirigieron la cara (que no la mirada, porque no se ve nada) a la Puerta del Sol. AZUL VERANO.

    Continuará… (hay para rato)

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