THE OBJECTIVE
Cristina Casabón

El cazador cazado

«Ese es el lema y la consigna: perseguir a los jueces, entregar documentos relativos al espionaje del CNI o investigar a los políticos que dieron las órdenes para defendernos»

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El cazador cazado

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el expresident catalán Carles Puigdemont. | Ilustración: Alejandra Svriz

La operación que han emprendido el Gobierno y los periféricos es desespañolizar España. Pues claro que la amnistía se trata de una operación de blanqueo y de un barrer para dentro, pero por detrás del juego político y económico podemos clariver una operación vasta y ambiciosa que es la desespañolización de España, ni ellos saben con qué fin, pero les está quedando muy bonito en RTVE. Y en esta caza del zorro ahora le toca el turno a los jueces y desempolvar la «Operación Cataluña». Ojalá hubiera habido una operación Cataluña, una verdadera desarticulación (y no mera desactivación del golpe). La degradación política ha llegado al punto de que la defensa del Estado de derecho será una operación delictiva y no solo los políticos, sino el propio CNI está en la diana por investigar si hubo relación directa entre los CDR y Pere Aragonès.

Todos los medios dan noticia de la caza del zorro, que no es otro que Mariano Rajoy. Pero ahora hemos sabido que la intervención del móvil de Aragonès arrancó con Sánchez en la Moncloa y continuó mientras se negociaba con ERC, según la información a la que ha accedido El Mundo. Es el giro que nadie se esperaba, o quizás si. Estos patriotismos hacia Cataluña tan repentinos son poco de fiar y descubren a gritos que el Gobierno está bajo orden y mando de los soberanistas que antes de ayer espiaba. La cacería política, iniciada por elDiario.es y La Vanguardia nos ha dirigido hacia otra cacería más emocionante: la del cazador cazado.

«La degradación política ha llegado al punto de que la defensa del Estado de derecho será una operación delictiva»

La gran cacería hacia la desespañolización se está haciendo cada vez más evidente y requiere nuevos culpables y víctimas. Siempre estamos por aquí abajo enredados con una «operación», una desespañolización, un soberanismo o un terrorismo. De todas maneras creo que la gestión del Gobierno fue más bien pasiva, una vez que todo el proceso fue un juego de acción y reacción diplomática a aquella guerrilla municipal que tenían montada en la Diagonal. Detrás había una organización denominada Tsunami Democràtic, integrada por hermanitas de la caridad. Ahora aquel impulso secesionista en el que el separatismo sacó su verdadera cara, su auténtica esencia autoritaria, ha ido mutando en otra cosa blanda, peluda y suave. El terrorismo pacifista es una tarea seria y las provincias periféricas se han tomado esta tarea con mucha afición

Con estos métodos de la mentira y el engaño ya ni siquiera nos consuela tener razón. Tener razón es consuelo de tontos. La derrota es dolorosa porque sabemos que salvamos la unidad de España y evitamos, de paso, la decadencia y el hundimiento económico de Cataluña. El drama es que España hoy se deteriora a pasos agigantados y no hay incentivos dentro del PSOE para volver a aquellas reglas del juego. La amnistía a la carta concedida a cambio del apoyo parlamentario de sus beneficiarios, redactada por los mismos y en contra de los jueces que los investigan marca un punto de no retorno. Desespañolización. Ese es el lema y la consigna: perseguir a los jueces, entregar documentos relativos al espionaje del CNI o investigar a los políticos que dieron las órdenes para defendernos. Pero en este fin de semana los ciudadanos vuelven a cantar las verdades con la copla de Sabina: «Ya no soy tanto de izquierdas porque tengo ojos y oídos».

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