No es demasiado para Sánchez
«Es preciso hacerse a la idea de que Sánchez no dimitirá nunca, y que una moción de censura de Feijóo no contará con los votos del PNV ni de Junts»
Sánchez va a recibir tres golpes muy duros antes del verano. El primero por el caso de corrupción de Ábalos, Koldo y los negocios turbios que afectan a cargos socialistas. El segundo por la ley de amnistía, gracias a la presión entre Puigdemont, el PP, el Poder Judicial y la Unión Europea. El tercer golpe vendrá por las elecciones al Parlamento de Bruselas el 9 de junio, que se usarán para censurar popularmente a Sánchez.
Pero no aplaudan, porque ni siquiera la conjunción de estos males hará que Sánchez se marche. El plan es aguantar aunque ardan los escombros del edificio del otrora conocido como PSOE. El partido está a su servicio, y si sus miembros y siglas han de inmolarse por la causa de su líder, que lo hagan.
La justicia irá sacando nombres de socialistas implicados en la trama de Koldo, pero Sánchez no aparecerá en ningún papel y argumentará lo mismo que González en 1995 con la corrupción y los GAL. En aquellos días se señaló al entonces líder socialista como «Mr. X», el responsable último del terrorismo de Estado. González se revolvió, negó y contraatacó con un argumento que va a usar Sánchez: los detenidos por corrupción y las dimisiones son el resultado de las acciones emprendidas por el Gobierno. Era 1995 y casi funcionó. El PP ganó las elecciones de marzo de 1996 por 290.000 votos, una birria. Pero la situación hoy es distinta, y esa pequeña diferencia le vale a Sánchez, como el pasado 23-J, mientras tenga el apoyo de los independentistas.
Sánchez puede, incluso, salir beneficiado de la comisión de investigación en el Senado. Los populares van a montar un tribunal paralelo que sentará a Sánchez y a otros socialistas para hablar de corrupción. Bien, porque para esto sirve el parlamentarismo, pero no tendrá ningún efecto si la justicia no saca más nombres. Si todo se queda en Ábalos y Koldo, con algún mando intermedio más, dicha comisión solo servirá para reforzar la tesis de Sánchez de que su Gobierno no tolera la corrupción. Sin más implicados relevantes, el sanchismo se sumará al linchamiento de Ábalos para exonerar al presidente y al partido.
«La alianza con ERC, Junts y Bildu deteriora al PSOE, pero no tanto como para bajar de los siete millones de votos»
Mientras, Puigdemont está exigiendo una ley de amnistía con unas garantías inadmisibles para el Estado de derecho español y que chirrían en la Unión Europea. La indignidad en la que puede quedar el PSOE, humillándose cada día más a las demandas y lenguaje de Junts, puede ser difícil de asumir para el ego de Sánchez. Sin embargo, dudo que esto tenga grandes efectos electorales. La alianza con ERC, Junts y Bildu deteriora al PSOE, pero no tanto como para volver a junio de 2016, cuando sacó 85 diputados, o para bajar de los siete millones de votos. Es cierto que en Galicia hubo trasvase electoral del PSdeG al PP, pero no solo fue por la cuestión de la amnistía, sino por la inanidad socialista y la falta de proyecto regional.
Luego están las elecciones europeas del 9 de junio. Por cierto, parece que Ábalos quería un puesto de salida en la lista del PSOE. Me temo que ahora ya no. De todas formas, el vuelco puede ser impresionante porque serán un plebiscito sobre Sánchez, o si quiere ver así, una manera de mostrar sin coste alguno el desprecio al presidente. Es presumible que el PP consiga más votos que el 23-J, acercándose a los 9 millones. Feijóo dirá que es una muestra de cómo está el país, y Sánchez contestará que no se puede extrapolar el resultado y que la culpa es de sus subalternos, como hizo con las gallegas.
Es preciso hacerse a la idea de que Sánchez no dimitirá nunca, y que una moción de censura de Feijóo no contará con los votos del PNV ni de Junts. Solo se irá si pierde unas elecciones y no le salen las cuentas parlamentarias con quien sea, menos PP y Vox, claro. Únicamente entonces será demasiado para Sánchez, cuando las matemáticas no permitan el trapicheo.