THE OBJECTIVE
Javier Santacruz

La energía y la agricultura doblan el pulso a los verdes europeos

«Los resultados europeos son fiel reflejo de hasta qué punto energía y agricultura son la ‘realpolitik’ que condicionará la política europea de los próximos cinco años»

Opinión
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La energía y la agricultura doblan el pulso a los verdes europeos

Manifestación verde en Alemania. | Europa Press

A pocos días de que se cierren los acuerdos para la constitución tanto del Parlamento como del nuevo Colegio de Comisarios, los grupos políticos europeos buscan reposicionarse a la luz de los resultados de los últimos comicios en los cuales el centro-derecha amplió su mayoría frente a un ligero retroceso del centro-izquierda. Más allá de cuál sea la configuración definitiva de los órganos europeos (con la duda razonable de si Von der Leyen será la presidenta de la Comisión o, en su defecto, lo será Draghi), los resultados son fiel reflejo de hasta qué punto energía y agricultura son la realpolitik que condicionará la política europea de los próximos cinco años.

Por lo pronto, el principal perjudicado ha sido lo que podemos denominar como «bloque verde», de enorme influencia en la legislatura pasada sobre los dos grandes partidos y uno de los ideólogos más eficaces que han existido en la Europa desde la posguerra. El Grupo Los Verdes o Alianza Libre Europea (ALE) ha pasado de la cuarta a la sexta fuerza política en el Parlamento Europeo después de perder casi un tercio de sus eurodiputados, pasando de 71 a 53. Este retroceso refleja una creciente resistencia a las políticas ambientales antimercado y conservacionistas, fenómeno conocido como greenlash, y marca un retorno al nivel de apoyo que los partidos verdes tenían antes de su notable crecimiento en 2019, año en que nace el Pacto Verde Europeo. 

«El Grupo Los Verdes o Alianza Libre Europea ha pasado de la cuarta a la sexta fuerza política en el Parlamento Europeo después de perder casi un tercio de sus eurodiputados»

La pérdida de apoyo de los verdes ha sido particularmente notable en Alemania y Francia. En Alemania, la situación es especialmente compleja debido a la crisis energética desencadenada tras la invasión rusa de Ucrania. En 2021, Alemania dependía del gas ruso para el 55% de su suministro total, importando 53.000 millones de metros cúbicos. Esta dependencia quedó al descubierto tras la invasión de Putin, obligando a la recién formada coalición semáforo del canciller Olaf Scholz, compuesta por los socialdemócratas (SPD), los Verdes y los liberales (FDP) a buscar rápidamente nuevas fuentes de energía.

En este contexto, los Verdes que habían pasado 16 años en la oposición antes de volver al Gobierno, pero mantenían intacta su capacidad de influencia social, económica e incluso científica, se vieron obligados a reorganizar sus prioridades políticas para Alemania, pero no para el resto del continente europeo. Aunque esta situación desbloqueó medidas que antes eran políticamente imposibles, también generó una crisis de identidad para el Die Grünen

La profundidad de esta crisis se evidenció en su enfoque hacia la energía nuclear. Históricamente, los Verdes han sido los promotores de la mayor parte de los movimientos antinucleares europeos, celebrando como un gran logro la salida nuclear de Alemania prevista inicialmente para 2022. Sin embargo, debido a la emergencia energética, los Verdes apoyaron la continuidad del funcionamiento de las últimas dos centrales nucleares alemanas como reservas de emergencia, aunque se opusieron a prolongar su uso más allá de abril de 2023.

Para priorizar la seguridad energética, los Verdes también optaron por reactivar algunas centrales de carbón. En el último año, más de 20 centrales de carbón en Alemania fueron reactivadas o vieron retrasado su desmantelamiento. Apenas tres días después de la invasión rusa, el canciller Scholz anunció la construcción de varias terminales de gas natural licuado (GNL), seguida de una legislación en octubre de 2022 para acelerar la aprobación de estos proyectos. Los ecologistas se enfrentaron a desafíos legales relacionados con el uso de cloro por parte de las centrales de GNL, pero el vicecanciller verde y ministro de Economía y Clima, Robert Habeck, priorizó la seguridad energética sobre estas preocupaciones, incluso firmando un acuerdo de compra de GNL con Qatar por 15 años.

Aunque estas medidas ayudaron a abordar la crisis energética inmediata, también suscitaron inquietudes significativas. Un informe reveló que las centrales de carbón reabiertas produjeron 15,8 millones de toneladas adicionales de emisiones de CO2 en 2022. Además, el plan para las nuevas instalaciones de GNL, con un costo de 10.000 millones de euros, podría resultar en una capacidad excedentaria significativa para 2030, lo cual es incompatible con los objetivos climáticos a largo plazo de Alemania.

La crisis energética también expuso la divergencia creciente entre la política de los Verdes y el movimiento climático alemán. Esto quedó demostrado en enero en Lützerath, Renania del Norte-Westfalia, donde se demolió un pueblo para expandir una mina de carbón de la empresa energética RWE. La expansión, apoyada por dirigentes verdes como Robert Habeck y Mona Neubaur, fue vista como necesaria para la seguridad energética inmediata y a largo plazo. Los activistas, muchos miembros de Los Verdes, se opusieron con vehemencia, resaltando una desconexión entre las bases del partido y su liderazgo.

A pesar de las controversias y la óptica desfavorable, los Verdes mantuvieron cierto nivel de apoyo. Tanto la ministra de Asuntos Exteriores de los Verdes, Annalena Baerbock, como Robert Habeck, tenían índices de aprobación altos entre los políticos alemanes. Sin embargo, su capacidad de influencia se ha desplomado y deja para los próximos años un horizonte complejo. A la energía se suma la agricultura desde finales de 2023 y, muy especialmente, desde que Alternative für Deutschland (AfD) capitalizó las movilizaciones de tractores en Berlín de los primeros días de enero de este año y el enfado dominante en los länder del Este que han llevado a la AfD a ser el partido más votado en las europeas y el segundo más votado en el conjunto de la Federación por detrás de la CDU-CSU.

Una encuesta publicada por Bild el 25 de abril, revelaba que los Verdes se encuentran en cuarto lugar a nivel nacional, por detrás de AfD, resultado confirmado por las europeas, al menos en el orden por número de votos. En los próximos meses veremos si Die Grünen cambia su posición, aunque es poco probable. Por delante están desafíos que generan alta contestación popular como la nueva «ley de calefacción» de Habeck, que prohíbe la instalación de nuevos sistemas de calefacción de gas y gasóleo a partir del próximo año o sus posiciones pragmáticas en otras cuestiones relacionadas con la política climática, después de haber sido los principales instigadores de la misma. La realpolitik es demoledora, pero más aún lo es un difícil ejercicio de reconciliación entre ideología, pasado y realidad presente. Ahí, los Verdes lo tienen francamente difícil.

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