THE OBJECTIVE
Jasiel-Paris Álvarez

Ucrania está sola ante Rusia y España lo estará ante Marruecos

«La lección para España de Ucrania es esta: si confías tu defensa a potencias externas llegará el día en que veas a tus protectores negociar con tus enemigos»

Opinión
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Ucrania está sola ante Rusia y España lo estará ante Marruecos

Negociaciones entre representantes de los gobiernos de EEUU y Rusia. | Reuters

Media Europa está consternada porque los EEUU de Trump hayan abandonado a Ucrania. Están consternados porque los europeos nunca se han enterado bien de la geopolítica del anglo-imperio (antaño británico y hoy estadounidense). De los ingleses reconocía Lord Palmerston que «no tenemos aliados eternos, sino intereses», mientras que de los yanquis confesaba Kissinger que «ser nuestro enemigo es peligroso, pero ser nuestro amigo es fatal». Y es que el abandono de Trump a los ucranianos no es diferente del de Biden a los afganos, el de Bush a los kurdos en Irak, el de Ford a los sur-vietnamitas… y así nos podríamos remontar hasta finales de la Segunda Guerra Mundial, con el abandono por parte de Roosevelt y Truman en manos de la Unión Soviética a los polacos (y demás europeos orientales), por cuya libertad supuestamente se había iniciado todo el conflicto.

La dudosa eficacia como protector de EEUU y su OTAN debía estar aprendida al menos desde la Guerra Fría, cuando algunos europeos (como los franceses) entendieron que EEUU nunca expondría sus ciudades a un ataque nuclear soviético para proteger las ciudades europeas, que le importaban bastante menos. Al corriente del fraude atlantista estaban también los bálticos, cortejados para ingresar a la OTAN por parte de EEUU, que admitía en petit-comité la imposibilidad de protegerlos en caso de ataque ruso masivo. También se saben bien la estafa los griegos (tanto los de Grecia como los de Chipre), agredidos hace décadas y aún hoy amenazados por Turquía, ante la cual no pueden pedir ninguna ayuda a la OTAN porque Turquía es el miembro principal de la OTAN en la región.

Pero de entre todos los países del mapa europeo, el que menos debería sorprenderse de la puñalada trumpera es España, a la que por activa y por pasiva le han dejado claro los gringo-otanistas que en ningún caso van a proteger Ceuta y Melilla, al no estar en continente europeo sino africano. ¿Proteger de quién? Una pista (de cara a pensar dónde poner nuestras tropas y a qué dedicar nuestro presupuesto de Defensa): NO es Rusia. El único país que amenaza con ocupar territorio español es Marruecos. Lo hace en aguas canarias, lo intentó hacer en el Perejil y lo ha logrado obligándonos a renunciar a nuestra potestad administradora en el Sáhara.

Pero miento: hay otro país, además de Marruecos, que ocupa nuestro territorio -y que tampoco es Rusia-. Se trata del Reino Unido, en Gibraltar. ¿Y qué tienen también en común Marruecos y Reino Unido, además -insisto- de no ser Rusia? Pues ser muy valiosos para la OTAN, bastante más que España, a ojos de EEUU. De Reino Unido se podría decir que es el número dos de la OTAN, mientras que Marruecos, aunque no es un miembro oficial, es el principal «aliado importante extra-OTAN» en África. Solo merecen ese título otros tres países africanos: Túnez, Egipto y Kenia. Y Marruecos ganará aún más relevancia para Trump (y sucesores) a medida que en el continente negro -¿esto se sigue diciendo o es racista?- haya nuevas tensiones geopolíticas entre occidentales, rusos y chinos.

La hipótesis de un apoyo a España contra Marruecos por parte del anglo-imperio debería estar descartada desde hace tiempo, mucho antes de que Trump le haya hecho a Zelenski su famoso «you’re fired» («estás despedido»). Ya sabíamos por José Manuel Otero, ministro de la presidencia de Adolfo Suárez, que hace años los estadounidenses exigieron a España tragar con la OTAN o, de lo contrario, nos arrebatarían las Canarias (que seguramente caerían en manos marroquíes). También hemos sabido por Federico Trillo, ministro de Defensa de Aznar, que EEUU quería que cediésemos a Marruecos el Perejil y, de regalo, las Islas Chafarinas y el Peñón de Vélez de la Gomera. 

«¿Alguien cree que los ‘bruselócratas’ van a movilizarse por Ceuta y Melilla, que ni saben dónde ubicar en el mapa?»

¿Entonces quién nos queda? ¿Nos queda Europa? Yo no pondría mi confianza en la temible Bruselas o el poderoso Macron, que no pueden ni defender sus barrios. Además, sabemos por el caso MoroccoGate que están comprados por el dinero marroquí. Por otra parte: si ya hay serias dudas sobre la eficacia de la defensa colectiva de la OTAN (el famoso Artículo 5), ¿alguien puede tomarse en serio el equivalente europeo (artículo 42.7 del Tratado de la Unión Europea)? Suecia y Finlandia desde luego no lo hicieron.

En 2022 consideraron que la UE no era una protección militar creíble e ingresaron a la OTAN. ¿Alguien cree que los bruselócratas van a movilizarse por Ceuta y Melilla, que ni saben dónde ubicar en el mapa, si no parecían capaces de luchar por Escandinavia, la joya de la corona del europeísmo? Los mismos países nórdicos, por cierto, que junto a los centro-europeos y algún euro-oriental, despreciaban a nuestra Europa sureña, llamándonos los PIGS («cerdos») y amenazándonos con expulsarnos y, si no pagábamos la deuda, quitarnos las islas mediterráneas para subastarlas (seguramente a Marruecos). ¿Esos ahora van a defender nuestros territorios extrapeninsulares?

Pero aparte de atlantistas y de europeístas, hay en España aún otro grupo de fantasiosos idealistas. Me refiero a los prosionistas, aquellos que creen que Israel es el protector de España en particular y de Occidente en general, nuestro hermano en la lucha contra el islamismo y nuestro mejor amigo desde tiempos de Sefarad. No les ha llegado, se conoce, la noticia de que Israel es uno de los principales socios en el rearme de Marruecos, dotándole de tecnologías -desde la guerra electrónica hasta los drones, pasando por la artillería- que suponen la principal amenaza militar de la que Marruecos dispondría contra España. Por no olvidar que fue Yair Netanyahu, el hijo del actual primer ministro israelí, quien invitó a los islamistas del mundo a dejar en paz a Israel y concentrarse en recuperar Ceuta y Melilla.

España está sola ante Marruecos. Pero se tiene a sí misma, si es capaz de recuperar su propia fuerza. España es la tierra del Quijote y Sancho: tenemos un poco de idealismo quijotesco, sí, pero sobre todo tenemos el realismo sencillo y descarnado de Sancho, que tantas veces nos salva de las malas novelas de caballería que nublan el juicio de los europeos (ya lo hizo en dos guerras mundiales) y que nos avisa de que no carguemos contra gigantes que en realidad son molinos -sean rusos o iraníes o chinos- contra los que habríamos de dejarnos los morros.

La lección realista para España de la guerra de Ucrania es esta: si confiamos nuestra defensa a potencias externas (como ha hecho Ucrania con EEUU/OTAN/UE), llegará el día en que veas a tus pretendidos protectores negociar con tus enemigos (para ellos Rusia, para nosotros Marruecos) en tu nombre y sin invitarte, para cederles el territorio que reclamen (sea el Donbás o Ceuta y Melilla) y, encima, pasarte a ti la factura (sea en tierras raras o en un 2% de tu PIB). Más le vale a España tomarse en serio su soberanía y replantear sus alianzas: como le ha dicho Trump a Zelenski, «o se mueve rápido o puede que se quede sin país».

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