Kast, el socio de Abascal que acaricia el poder en Chile
El líder del Partido Republicano venció en la primera vuelta de las presidenciales, pero ahora las encuestas arrojan una ventaja del candidato de la izquierda
«Para recuperar el trabajo. Para defender las pymes. Para proteger a los chilenos. Para derrotar al comunismo». Con ese escueto mensaje en Twitter oficializó José Antonio Kast su candidatura a las presidenciales de Chile. Ese mismo día, el 18 de julio, las televisiones anunciaban con boato la victoria de Sebastián Sichel en las primarias del centroderecha. Pocos apostaban entonces por el líder del Partido Republicano. Pero Sichel se fue desinflando, en buena medida, por el empuje de Kast. El socio preferente de Santiago Abascal se convirtió hace un mes en el candidato más votado en la primera vuelta. Este domingo aspira a convertirse en presidente.
La victoria se produjo por un estrecho margen sobre Gabriel Boric, el joven candidato de la coalición Apruebo Dignidad, que incluye al Partido Comunista. Apenas dos puntos por encima. Las tornas pueden cambiar en este segundo y definitivo asalto. Las encuestas arrojan una ventaja del aspirante izquierdista que fluctúa entre los cinco y los 14 puntos porcentuales. Sin embargo, nada está escrito. Especialmente, en un contexto de polarización como el que vive el país sudamericano tras el estallido social que padeció en octubre de 2019 con el alza en la tarifa del sistema público de transportes como detonante.
«Peligro de involución»
Diferentes sectores de la sociedad han pedido el voto para Boric, incluida Michelle Bachelet, expresidenta chilena y Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU. Se han unido a ellos decenas de intelectuales europeos. Consideran que Kast supone «un peligro real de involución». Este abogado de 55 años es padre de nueve hijos y un firme defensor de la familia. Además de un leal seguidor del movimiento católico de Schönstatt, fundado en Alemania en plena Primera Guerra Mundial.
El líder del Partido Republicano ha mantenido durante toda su carrera posiciones radicales respecto al aborto, el matrimonio homosexual o los derechos de las mujeres. Ahora está decidido a dar la batalla cultural y brama contra todo aquello que considera ideología de género. Se encuentra en la órbita de Donald Trump y el brasileño Jair Bolsonaro, aunque con menos estridencias. Eso no le ha impedido sembrar dudas sobre su rival, al que ha acusado de consumir drogas y hasta de cometer un delito de abuso sexual.
Kast no deja a nadie indiferente. En 2017 abandonó el partido conservador Unión Demócrata Independiente tras 16 años como diputado para inscribirse como candidato independiente a la presidencia de Chile. Apenas alcanzó el 8% de los votos. Los expertos sostienen que le lastró haberse formado en los cuadros políticos de la dictadura que gobernó el país entre 1973 y 1990. «Si Pinochet estuviese vivo, votaría por mí», llego a afirmar durante aquella campaña electoral.
Hace una semana, la agencia Associated Press daba un paso más en sus sombras personales al publicar un documento que demostraba que su padre, Michael Kast, se afilió al partido nazi en septiembre de 1942, en plena Segunda Guerra Mundial. No obstante, no existe ninguna prueba de que participara en alguna de las atrocidades del III Reich. La revelación, eso sí, contradice la versión del candidato presidencial, que siempre defendió que su progenitor había luchado como simple recluta, obligado durante el servicio militar.
«Soy un demócrata»
Kast no ha respondido las nuevas acusaciones. En su lugar, ha moderado su habitual discurso para intentar captar el voto de centro y sumar apoyos entre la derecha tradicional. «Soy demócrata, lo que significa un compromiso y un respeto incondicional a las instituciones y la soberanía popular. Las leyes se acatan y, como presidente, seré el primero en hacerlo», respondió al ser preguntado si iba a desmontar logros sociales como el aborto, la igualdad de género o el matrimonio igualitario, aprobado hace apenas una semana tras años de espera.
El ascenso de Kast sin embargo se ha producido con un discurso aguerrido. Una de sus bazas ha sido la promesa de orden. Chile se encuentra sumida desde octubre de 2019 en un clima de tensión y muchos creen que ese escenario solo lo puede solucionar el líder del Partido Republicano. Apenas 18 meses después de la llegada al poder de Sebastián Piñera, el país se vio envuelto en una escalada de altercados que obligaron al presidente a abrir un proceso constitucional. Desde la Fundación Disenso, un centro de pensamiento vinculado a Vox, consideran que se trató de «una rendición total frente a la violencia».
Disenso, que cuenta con amplias conexiones en Latinoamérica, advierte de que el programa de Boric coincide en un 95% con el del Partido Comunista y que tiene entre sus aliados «a los articuladores de la violencia». Le acusan de entender la política como una disputa ideológica. Según este centro de pensamiento, el proyecto de Gobierno de Apruebo Dignidad es «un programa que busca construir un nuevo orden a costa de la destrucción del orden vigente», en referencia a los sucesos de hace dos años y el procedimiento constituyente en marcha.
Marta Lagos, directora ejecutiva de Latinobarómetro, sostuvo hace unas semanas en AFP que el impulso de Kast se debe a «una especie de estallido del autoritarismo» y que igual que explotó la izquierda a través de las revueltas de 2019, «ahora viene la contrarreforma, que es lo que sucede en las grandes transformaciones de los países». Ricardo Lagos, expresidente socialista de Chile, que apoya sin reservas la candidatura de Boric, afirmó hace unos días en una entrevista con El País que «las posiciones radicales de la extrema izquierda han hecho la campaña a Kast».
Daniele Matamala, una de las voces más reputadas del periodismo chileno, sostiene que en su país no se están enfrentando dos ultras porque «Kast y Boric no son equivalentes». En su opinión, la polarización es asimétrica, ya que el líder del Partido Republicano se ubica más a la derecha que la derecha del país y, en cambio, Boric es más moderado que el Partido Comunista, aunque es cierto que «en su época de juventud fue más radical».
«Salvar a Chile del comunismo»
«A 20 días de las elecciones en Chile, una nueva encuesta sitúa en primer lugar en la carrera presidencial al ultraderechista José Antonio Kast», tituló antes de la primera vuelta electoral un periódico mexicano. El candidato reaccionó con sorna. No solo compartió la noticia en Twitter, también mencionó al líder de Vox: «Mira Abascal, según este diario somos xenófobos, homofóbicos y anticomunistas. Ni xenófobo ni homofóbico, pero reconozco que haré todo lo que esté de mi parte para salvar a Chile del comunismo».
Santiago Abascal respondió públicamente: «Cuenta conmigo para esa batalla. España y Chile deben trabajar hermanadas en la defensa de la democracia, el Estado de Derecho y la democracia frente al asalto comunista». La relación venía de atrás. Pocos días después de crear el Partido Republicano, en junio de 2019, Kast comenzó una gira por Europa. Una de los dirigentes que le recibió fue el presidente de Vox, al que definió como «un líder carismático que está generando una derecha basada en el sentido común». En ese encuentro intercambiaron ideas para frenar el «marxismo cultural» y acordaron «defender la libertad y la vida».
Kast abandonó la reunión con una coalición en ciernes. No en vano, es uno de los firmantes de la Carta de Madrid, el manifiesto que denuncia el yugo totalitario que sufre América, para la que Vox se inventó el término Iberosfera. El documento alerta del supuesto avance del comunismo y aboga por una estructura permanente y un plan de acción que se materializa en el Foro Madrid. El objetivo es crear una alternativa al Foro de Sao Paulo y al Grupo de Puebla, las plataformas que agrupan a la izquierda en la región.
Cuando la semana pasada Abascal viajó a Brasil para mostrar su apoyo al presidente Jair Bolsonaro de cara a las elecciones presidenciales del próximo octubre, a las que se presentará Lula Da Silva, muchos pensaron que el presidente de Vox también pasaría por Chile para respaldar a Kast. Sin embargo, algunas voces lo desaconsejaron por el avance de Boric en los sondeos. Nadie quiere perder contra el «comunismo».