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La ganadería extensiva etiquetará sus productos ante la desidia del Gobierno

España no cuenta con una caracterización oficial de esta modalidad, lo que dificulta la puesta en marcha de cualquier iniciativa

La ganadería extensiva etiquetará sus productos ante la desidia del Gobierno

Unas cabras pastan en el monte. | Ganadería Extensiva

Un distintivo especial agrupará a los productos de la ganadería extensiva a partir de este año. Se trata de una reivindicación histórica de los ganaderos de esta modalidad que emplea métodos tradicionales de explotación. Una etiqueta exclusiva que no pondrá en marcha el Gobierno, sino el propio sector, que lleva más de un año planificándola cansado de la desidia institucional. En España no existe una caracterización oficial de la ganadería extensiva, lo que dificulta la puesta en funcionamiento de cualquier iniciativa específica, tal y como admite el propio Ministerio de Agricultura en el informe sobre la situación de la ganadería extensiva en nuestro país. 

La polémica suscitada a raíz de la entrevista que el ministro de Consumo ofreció en el diario británico The Guardian ha colocado a la ganadería extensiva en el centro del debate. Alberto Garzón defendió el modelo de pequeñas explotaciones frente a las macrogranjas. «Los creadores encuentran un pueblo despoblado en España y ponen 4.000, 5.000 o 10.000 cabezas de ganado. Contaminan el suelo, el agua y exportan esa carne de peor calidad de esos animales maltratados». Unas declaraciones que irritaron a buena parte de los ganaderos, pero que también ha suscitado apoyos.

Una polémica «electoralista»

«Es una polémica electoralista. La carne es un alimento de primera necesidad, muy importante para la dieta equilibrada, pero debe conseguirse de forma sostenible. Hoy solo es posible con la ganadería extensiva, esa que pastorea en las zonas rurales», sostiene Pedro María Herrera, secretario técnico de la Plataforma por la Ganadería Extensiva y el Pastoralismo. Junto a la Fundación Entretantos llevan más de un año trabajando en la creación de un sello de calidad que distinga a los productos de la ganadería extensiva para que los consumidores sepan el origen de los alimentos. Una distinción que no existe en este momento.

Los trabajos para lograr la certificación comenzaron hace años. A falta de una definición técnica y legal de lo que es la ganadería extensiva, recibieron en 2017 el encargo del Ministerio de Agricultura de elaborar un estudio específico para mejorar las necesidades del sector. El asunto no repercutió en ningún avance. Tres años después, remitieron una nueva propuesta. El Gobierno la ha tenido parcialmente en cuenta al incluir la ganadería de pastoreo en el nuevo plan estratégico de Política Agraria Común (PAC). Se quejan de que no es suficiente.

Ganado de pastoreo. | Foto: Ganadería Extensiva

«La ganadería extensiva utiliza recursos del territorio, cuenta con especies autóctonas o razas adaptadas y emplea un bajo nivel de insumos (piensos, antibióticos y aditivos)», explica Herrera. Este biólogo afirma que la etiqueta no busca una separación idealizada, sino que los pequeños ganaderos puedan seguir desarrollando su trabajo y obtengan una remuneración adecuada por los productos. «No buscamos subvenciones, sino que la actividad sea rentable», insiste a THE OBJECTIVE. En su opinión, es «imposible» que la ganadería extensiva pueda competir con los bajos precios de la ganadería industrial, que «recibe subvenciones que las pequeñas explotaciones no alcanzan».

La necesidad de diferenciarse unió al sector. Un amplio grupo de personas idea desde hace más de un año la creación de la etiqueta que agrupará los productos de la ganadería extensiva. Entre sus miembros hay ganaderos, veterinarios, asociaciones e investigadores. Incluso ha colaborado la Cátedra de Ganadería Ecológica Ecovalia de la Universidad de Córdoba. Están ultimando el reglamento, por lo que el distintivo verá la luz este mismo año. «Hacerlo lleva una burocracia tediosa. De momento hemos lanzado una campaña en redes sociales», explica Herrera.

Requisitos del distintivo

«El certificado lo ponen en marcha los ganaderos. Funcionará como un paraguas que puede englobar a las distintas etiquetas ya existentes, como la ecológica, la de carne de pastos y algunas denominaciones protegidas», expone Herrera. El distintivo funcionará como una marca privada inscrita en la Oficina Española de Patentes y Marcas y tendrá un reglamento cuyas condiciones han pactado los ganaderos. Para que estos puedan conseguir la etiqueta, que será gratuita, bastará con indicarlo a un consejo creado a propósito que examinará si la explotación cumple los requisitos y velará por su cumplimiento.

La intención es que esas condiciones sean fácilmente asumibles y no supongan un gasto adicional para los ganaderos, que deberán contar con animales sanos al aire libre que usen pastos como alimento. Herrera desconoce cuántos productores van a pedir la etiqueta. «Ahora trabajamos con una población pequeña porque estamos en periodo de prueba, pero tenemos un problema con los datos porque no sabemos cuántos ganaderos de extensiva hay», lamenta. De hecho, una de las reivindicaciones del sector es que el Registro de Explotaciones Ganaderas (REGA) incluya estos indicadores.

Vacas y ovejas pastan en el monte. | Foto: Ganadería Extensiva

Herrera reconoce que el distintivo llevará aparejado un aumento del precio de los productos, pero que eso no les cerrará mercado. «Hay consumidores que prefieren pagar un poco más si el producto viene de explotaciones tradicionales». En opinión del secretario técnico de la Plataforma de la Ganadería Extensiva y el Pastoralismo «hay muchas presiones por parte de la ganadería industrial, que es muy potente». Sostiene que esta modalidad entraña problemas, no solo porque causa grandes cantidades de emisiones de gases de efecto invernadero, sino porque «también contamina el agua y el suelo» (la UE abrió en 2018 un expediente a España por excesivos niveles de nitratos).

«España, además, es el principal consumidor de antibióticos en el mundo. A veces la ganadería intensiva los usa con fines preventivos, lo cual supone un riesgo, no solo para los alimentos, también para la aparición de bacterias resistentes», advierte Herrera. En su opinión, la ganadería extensiva es sostenible, apuesta por la economía rural, mantiene la diversidad y contribuye a la conservación de la naturaleza. Y concluye: «Muchos ganaderos se ven forzados al modelo intensivo por la presión del mercado. Con esta etiqueta tratamos de darle la vuelta a la tortilla».

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