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Ucrania: el agresivo espionaje ruso en España y la respuesta del CNI

El día en que el CESID estableció relaciones con el KGB a pesar de la oposición de la OTAN y el club secreto de intercambio de información de los espías de la Alianza

Ucrania: el agresivo espionaje ruso en España y la respuesta del CNI

La directora del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Paz Esteban. | Europa Press

No había concluido la década de los 80, estábamos inmersos en la Guerra Fría, cuando Emilio Alonso Manglano, el director del servicio secreto, entonces llamado CESID, abrió con el mayor de los sigilos un cauce secreto para comunicarse con los más altos representantes del KGB, los espías del mayor enemigo de la Europa occidental.

España era miembro de la OTAN y los todopoderosos servicios de inteligencia aliados solo se rozaban con los rusos en los frentes de batalla y con el único objetivo de aplastarles. Eran su principal contrincante y con el enemigo no se hablaba, relación cero. Cuando se enteraron de que el KGB y el CESID habían firmado un acuerdo de colaboración, sus insultos a voces se escucharon en la Cochinchina.

Uno de los servicios secretos más irrelevantes en la política occidental, el español, se había adelantado a todos y había establecido un cauce lógico para intercambiar información en aquellos asuntos en los que coincidían sus intereses, uno de ellos el tráfico de drogas. Varios países poderosos de la Alianza protestaron por vía diplomática por lo que consideraban una irresponsabilidad española. No sirvió para nada. El presidente del Gobierno, Felipe González, había autorizado previamente a Manglano el acercamiento pues compartía su estrategia de mantener relaciones hasta con el diablo.

El CESID fue el primero en abrir esos contactos, el primero en recibir al temido jefe del espionaje ruso Primakov y el primero en intercambiar representantes oficiales. Para evitar problemas políticos no abrieron delegaciones (algo oficial) y optaron por estaciones (clandestinas). Con una anécdota curiosa: el espionaje español envió un agente desde Madrid a Moscú mientras Rusia se limitó a dar visibilidad al jefe de estación que llevaba un tiempo trabajando en España.

Siguiendo los pasos de Manglano

Las centrales de inteligencia de la OTAN no tardaron en seguir el ejemplo español y muchas de ellas pidieron al director Alonso Manglano que les facilitara los trámites para los complicados primeros encuentros.  

Desde entonces la relación ha seguido bajo las mismas directrices: el KGB, ahora FSB –espionaje interior- y SVR –espionaje exterior-, son enemigos en aquellos temas que les enfrentan y amigos en aquellos otros en los que comparten intereses. Uno de estos últimos es el terrorismo yihadista, una lucha en la que los rusos también mantienen una relación estrecha con la Comisaría General de Información de la Policía. Tan buena es la colaboración que Enrique García Castaño, el que fuera jefe de la Unidad Central de Apoyo Operativo, implicado en los desaguisados montados por el comisario Villarejo, cuenta en su haber con dos medallas entregadas por el Gobierno de Putin como agradecimiento por su ayuda.

Detectar los movimientos de Putin

Recuerdan los espías con un largo bagaje a sus espaldas aquella frase de que «en el espionaje no hay amigos o enemigos, solo otros servicios». Pero las relaciones, en general, suelen ser más fáciles con los servicios secretos de los aliados, con los que hay más objetivos en común. El CESID en su momento y el CNI ahora es miembro de varios clubes de espionaje, uno de ellos el de países miembros de la OTAN. El principal objetivo es intercambiar información útil sobre sus enemigos, principalmente Rusia y sus aliados. Con el inicio del conflicto en Ucrania, desde hace unos cuantos años, las actividades de las agencias de espionaje aliadas crecieron para detectar los movimientos de Putin. En los últimos meses ese trabajo se ha disparado. 

Uno de los principales intercambios de datos está relacionado con los movimientos de tropas rusas, marcados especialmente por los satélites, y con la información facilitada por los topos que países como Estados Unidos y Gran Bretaña pueden haber colocado en los aledaños del Kremlin. En espionaje se transmite el resultado del trabajo de los espías, pero nunca su identidad ni la forma en que ha sido obtenida la información.

Cibermedios para espiar

La principal novedad desde el año 2014 es el esfuerzo desplegado por Rusia utilizando sus cibermedios para acceder a los teléfonos y ordenadores de los altos cargos del Estado, de las principales empresas nacionales y de aquellas que manejan alta tecnología. La amenaza es tan grave que el CNI lleva años peleando para convencer al Gobierno de que su falta de concienciación pone en peligro la seguridad nacional.

Las llamadas de alerta del CNI fueron dirigidas en un primer momento al presidente del Gobierno Rajoy, a sus ministros y secretarios de Estado, y las han repetido con todos los miembros del Gobierno socialista de Pedro Sánchez. Desde un principio constataron que los cibersoldados del GRU –el espionaje dependiente de las Fuerzas Armadas- estaban intentando penetrar en sus móviles y ordenadores mediante el sistema simple de enviar correos que incluían virus, que al abrirlos inocentemente tomaban posesión de los dispositivos. Después, toda la actividad del poseedor de los mismos llegaba  directamente a los rusos.

Esta operación es ejecutada por el GRU, cuyos trabajos siempre han sido más secreto que los del FSB –espionaje interior- y el SVR –espionaje exterior-, porque la capacidad de infiltración de los servicios de inteligencia occidentales en el espionaje militar ruso ha sido menor. Lo que se sabe, gracias a los estadounidenses, es que los espías militares coordinan importantes misiones en el extranjero, entre las que se cuenta la dirección de equipos de hacker que actúan con independencia y aisladamente, con el objetivo de robar información y ejecutar operaciones encargadas por el poder ruso.

Tras el estallido del conflicto de Ucrania, el GRU ha dado prioridad a robar toda la información que manejan los altos cargos sobre la OTAN y la UE, al margen de que sea referida a esa guerra. Una información que buscan aquí, pero también en el resto de países de la Alianza.

Conscientes de que la puerta de entrada a la globalidad de la información secreta podía ser abierta por un simple descuido de cualquier funcionario, no solo procedieron a sensibilizar a los receptores de esos ataques, sino que desarrollaron un sistema especial que hiciera de cortafuegos que han denominado Sistema de Comunicaciones Especiales de la Presidencia de Gobierno. Un sistema que implementado por el Centro Criptológico Nacional.

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