Andalucía se rebela y considera precipitada la retirada de las mascarillas en interiores
El consejero andaluz es partidario de suprimir los cubrebocas en los centros escolares porque «es muy importante para el aprendizaje de los niños»
Jesús Aguirre, consejero de Salud en Andalucía. | Álex Zea (Europa Press)
Andalucía se rebela. El consejero de Salud y Familias, Jesús Aguirre, considera que eliminar el uso obligatorio de las mascarillas en interiores tras la Semana Santa es «precipitado». Su recomendación es seguir usándola, a diferencia de lo que proponen otras regiones, incluso las gobernadas por el PP, como Madrid. El dirigente andaluz, que se ha disculpado por no asistir al Consejo Interterritorial, sí se ha mostrado partidario de suprimir los cubrebocas en los centros escolares porque «es muy importante para el aprendizaje de los niños».
El Ministerio de Sanidad ha confirmado este miércoles que a partir del próximo 20 de abril dejará de ser obligatorio llevar mascarilla en interiores. El Gobierno aprobará el Real Decreto un día antes. La medida se hará efectiva en todos los lugares salvo en el transporte público, en espacios sanitarios y residencias. Donde ya no harán falta será en los colegios. Es lo que llevan pidiendo algunos territorios, como Madrid, varias semanas. La región presidida por Isabel Díaz Ayuso incluso reclamaba aprobar la medida antes de la Semana Santa.
Mascarillas «unos meses más»
Andalucía, dirigida también por el PP, es la región más reacia. Su presidente, Juan Manuel Moreno Bonilla, solicitó el lunes que el uso de los cubrebocas en interiores se prorrogara «unos meses más» ante el repunte de contagios que sufre la región y «la enorme concentración de personas» que tendrá lugar en Semana Santa y en la Feria de Abril en Sevilla. El consejero de Salud ha incidido en esa línea tras el anuncio del departamento que dirige Carolina Darias.
«Estamos de acuerdo con que no se exija dentro del ámbito escolar. Es muy importante para el aprendizaje de los niños y la transmisión de información», ha insistido Aguirre. Sobre la supresión general de la prenda ha afirmado que lo considera «precipitado» porque «va a suponer una disminución de la percepción del riesgo y banalizarlo». En su opinión, habría que esperar para retirarlas porque «la pandemia sigue con nosotros».
Aguirre ha pedido «la máxima prudencia» y «la máxima precaución» con esta decisión, algo que compete al Gobierno central. Recomienda que, en caso de que finalmente se elimine el uso de las mascarillas, los ciudadanos sigan utilizándola. Contrasta con las intenciones de Madrid, que lleva varias semanas requiriendo levantar las restricciones. De hecho, fue la única región que votó a favor de retirarlas antes de Semana Santa en la Ponencia de Alertas del 31 de marzo.
Cataluña ha lanzado un órdago. El martes, en la Comisión de Salud Pública, amenazó con retirar las mascarillas en los espacios cerrados antes de la Semana Santa de manera unilateral. Incluso ha enviado una carta al Gobierno Central para compartir su decisión. Una posición que se encuentra en las antípodas de Andalucía, que en unos meses celebra elecciones autonómicas. El consejero de Salud, Jesús Aguirre, aboga por eliminar las mascarillas de forma «paulatina» y que los últimos en dejar de llevarla sean los trabajadores y los visitantes de los centros asistenciales.
Dos años con cubrebocas
La ministra de Sanidad, Carolina Darias, ha confirmado tras la Interterritorial de este miércoles que el Consejo de Ministros del 19 de marzo aprobará un Real Decreto para acabar con el uso obligatorio de los cubrebocas en interiores, aunque ha matizado que no en todos los espacios. Ha afirmado que el tema ha generado «un gran consenso» en la reunión, donde llegaba avalado por los expertos.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, afirmó el 6 de marzo que el final de las mascarillas llegaría «muy pronto», pero dejó la decisión final en manos de los técnicos. En España, el uso de los cubrebocas se impuso hace casi dos años. El 20 de mayo de 2020 se publicó en el Boletín Oficial del Estado la orden del Ministerio de Sanidad que conminaba a llevarlas en cualquier espacio público. Hasta entonces, debido a su escasez y a que no estaba claro cómo se transmitía el virus, el Ejecutivo descartó su uso. Las mascarillas dejaron de ser obligatorias en exteriores en la primavera del año pasado.
La explosión de contagios en Navidad por la variante ómicron llevó de nuevo al Gobierno a regular su uso obligatorio al aire libre. La restricción acabó el 10 de febrero, un día después de la accidentada votación de la reforma laboral y sin contar con asesoramiento técnico. Sucedió la misma semana en la que el Congreso había avalado su imposición a través de una triquiñuela parlamentaria que metió en el mismo paquete la subida de las pensiones mínimas y el uso obligatorio de los cubrebocas en exteriores.
