Yolanda Díaz ordena desprestigiar a Iglesias recurriendo al argumento de que es «putinista»
Referentes políticos y mediáticos de Díaz atacan a Iglesias por filoruso y nostálgico de la URSS. En Podemos hablan de táctica para «desprestigiarle»
El entorno de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha decidido atacar a Pablo Iglesias usando el argumento de que el exlíder morado es un político afín a Vladimir Putin. Este concepto circula entre los referentes de Díaz, en las conversaciones de sus representados más destacados y hasta en las terminales mediáticas que hace pocos meses remaban a favor de Iglesias, pero que ahora, después una pirueta exprés, se han pasado al bando de la política gallega. En Podemos hablan de una táctica para «desprestigiarle», aunque admiten que las relaciones personales están ya muy contaminadas. La sensación de ruptura y fin de ciclo es generalizada.
El ataque de Díaz y sus referentes se mueve alrededor de las coordinadas de política internacional. Señalan a Iglesias (y por lo tanto a Podemos) como un político cercano a Moscú para deslegitimar a los morados, explican fuentes cercanas a los interlocutores de Díaz. No es nada casual. Se trata de una estrategia dirigida a arrinconar a Iglesias y su partido en un nicho de izquierda extrema que permita a Díaz ampliar al máximo posible su ventanilla electoral.
No es un secreto que las relaciones internas entre los dos sectores dificultarán en los próximos meses cualquier tipo de rassemblement. Pero como si no fuera suficiente, Iglesias ha tenido que lidiar en los últimos días con ataques provenientes de algunos de sus antiguos referentes más fieles en los medios de comunicación. Algo que según se desprende de la reacción feroz del ex vicepresidente tienen el valor de una «ruptura sentimental», sostienen miembros de Podemos.
«Cierre de filas» con Yolanda Díaz
Los periodistas de La Vanguardia Enric Juliana y Pedro Vallín han firmado en los últimos días artículos de opinión en las que cuestionaban las decisiones de Iglesias en política interna e internacional. Sus argumentos coinciden a la perfección con las órdenes y los comentarios que circulan en la comunidad política de afines a Yolanda Díaz: Podemos se ha escorado a la izquierda en una posición que no genera ilusión ni tiene futuro, y la prueba de ello es que Iglesias se ha hecho incluso filoPutin.
Iglesias ha contestado a través de su programa radiofónico La Base, en un choque que ha dejado a muchos miembros de Podemos boquiabierto. Una ruptura personal y «sentimental» que por otro lado revela lo que en las filas moradas equivale a sentencia: «Es un cierre de filas a favor de Yolanda», sostienen miembros de Unidas Podemos que saben moverse en ambos lados del río.
La sensación de que a Iglesias ahora como ahora solo le queda el empresario Jaume Roure se hace palpable en Podemos. Para algunos, los más críticos, Iglesias es ya un «empleado» del empresario catalán. El ex vicepresidente tiene un programa en el diario Público gracias a Roures (y con la notable aportación de muchos becarios); participa en la televisión catalana gracias a Roures; ha publicado un libro de memorias gracias a Roures… Después del choque con La Sexta y ahora el grupo Godo, a Iglesias le queda solo Roures, resumen algunos miembros de Podemos.
Iglesias, el «putinista»
Las fuentes consultadas creen que detrás de este ataque se halla Pedro Sánchez pero también Yolanda Díaz. El entorno de Díaz ofrece otra lectura. Para los estrategas de la ministra de Trabajo y sus valederos en el sindicato, Iglesias ha protagonizado a lo largo de los últimos meses una planteamiento de acoso y derribo en todas sus declaraciones públicas para frenar el auge de Díaz. Lo llaman el «ruido». Y por eso la política gallega le ha declarado guerra.
Las relaciones personales se ven afectadas. Y aunque tanto Díaz como Iglesias siempre han defendido en sus victorias internas y purgas que la política no es un asunto personal, a la hora de la verdad demuestran todo lo contrario. Prueba de ello es que Díaz y los suyos aprovechan incluso el contexto bélico para descalificar y deslegitimar a Iglesias. Una de las críticas más repetidas en esos «grupos de trabajo» en los que se construyen los argumentarios políticos de Sumar (método heredado del errejonismo) es que Iglesias está en una deriva izquierdista radical que desborda hacia posiciones iliberales de derecha.
El término del rojipardismo, que paradójicamente Iglesias utilizaba para cuestionar a todos los que no pensaban como él, se le ha vuelto en contra. Ahora son los transversalistas de Yolanda Díaz e Íñigo Errejón que le acusan de ser un rojipardo. Y la guerra en Ucrania se convierte en ejemplo perfecto para describir esa deriva política, moral y electoral de Podemos. El término empleado para el sector de Díaz es el del «putinista». «Iglesias es un putinista», afirman para excluir de la izquierda alternativa al exfundador de Podemos, exigiendo a la vez que todos los que comulgan con la ministra gallega que se sumen al ostracismo.
Dudas sobre la eficacia del ataque
Lo cierto es que Podemos y el propio Iglesias mantienen posiciones tibias sobre el ataque a Ucrania y su condena. Podemos tardó semanas en asumir el envío de armas a la resistencia de Kiev, generando enormes tensiones con Sánchez y Díaz. Después atacó a la ministra de Trabajo sobre el aumento del gasto de la OTAN, y prefirió centrar sus ataques a la UE y Borrel cuando Putin amenazó con apretar el botón nuclear, tal y como desveló THE OBJECTIVE. En su programa, Iglesias ha fichado de colaboradora a una persona señalada internacionalmente por su cercanía con el Kremlin. Es la «nostalgia» del pasado soviético, dicen en el sector de Díaz para dar el jaque mate a Iglesias.
Es plausible pensar que Díaz maneja también algún tipo de información privilegiada. Los ataques lanzados por parte de Podemos contra de la Unión Europea no han gustado al presidente. El silencio del Partido Popular, no obstante, le ha permitido gozar de un balón de oxígeno que, cabe admitirlo, en otros países de la alianza atlántica sería difícil de observar. España a veces es de verdad diferente. Pero en nivel de gobernanza europea las palabras de Podemos no pueden que molestar. Y algo parecido puede pasar en la diplomacia de Estados Unidos. Ambos sectores, cabe destacarlo, son estratégicos para el futuro del presidente del Gobierno.
En definitiva, que lo haga para blindarse a los ojos de Sánchez o para delimitar el espacio político de Podemos, lo cierto es que la ministra y sus referentes usan el argumento de que Iglesias es filoPutin para debilitarle. Se trata de una estrategia que se está centrando en los espacios de debate y de influencia de la izquierda alternativa al PSOE, pero con una vocación general de ataque por doquier contra la opción morada. Aun así, algunos miembros de Podemos aseguran el plan de Díaz no está funcionando. Es un «intento de desprestigio» que «está saliendo regulero», sostienen.