Díaz insiste en el veto a Montero pero deja a Sánchez su ejecución: «A Podemos ni agua»
Podemos denuncia el ostracismo en Sumar y aplaza su rendición de cuentas para después de la investidura de Sánchez
La líder de Sumar y vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social en funciones, Yolanda Díaz | Europa Press
Como separados en casa. Sumar y Podemos siguen sin romper oficialmente su relación, pero ambas partes admiten división y desconfianza. La decisión de Yolanda Díaz de negar a los morados una portavocía en el grupo parlamentario se interpretó como una bofetada en plena regla. En las terminales de la formación, es decir, en la televisión de Pablo Iglesias y en el nuevo diario digital Diario Red, se multiplican los ataques a Díaz y sus afines. Podemos sostiene que Irene Montero debe ser ministra si se desbloquea un gobierno. Pero internamente apuntan a un farol: los morados a día de hoy apoyarían la investidura de Pedro Sánchez -siempre y cuando Carles Puigdemont decida apoyarle-, aunque el plan consiste en amenazar constantemente al socialista con reventar su Ejecutivo durante la legislatura.
Podemos está en guerra, aunque no quiere que se vea toda su artillería. La maniobra es más bien de posicionamiento. En el Congreso de los Diputados los miembros del partido morado se niegan a asumir el ostracismo al que, según dicen, les quiere condenar Díaz. No han logrado ni una de las cuatro portavocías de Sumar, lo que técnicamente les impide tener autonomía a la hora de presentar iniciativas en el Congreso. No es una cuestión baladí. Después del 23-J, Iglesias y los suyos ya habían declarado su intención de gozar esta autonomía, recordando cómo en el grupo de Unidas Podemos tanto los catalanes como los gallegos disponían de esa prerrogativa. Ahora critican abiertamente la decisión de Díaz, y aseguran que no se mantendrán callados.
Guerra parlamentaria tras la investidura
Pero ¿significa esto que pueden llegar a tumbar la investidura de Sánchez? Algunos miembros del partido dejaron caer esta opción en algunas conversaciones confidenciales, pero intervino directamente Pablo Iglesias para negarla. Podemos, con Montero de ministra o no, apoyará al tándem Sánchez-Díaz si hay una investidura, pero este respaldo no será para siempre. Condicionarán su apoyo a cada votación parlamentaria, lo que añade incertidumbre a las perspectivas de Sánchez de tener un ejecutivo estable para los próximos cuatro años.
La petición sobre Montero como ministra forma parte de esta estrategia de desgaste. La dirección morada sabe perfectamente que ni Díaz ni Sánchez tienen intención de nombrar a Montero en Igualdad. Díaz logró anular a la principal dirigente del partido morado en la negociación exprés sobre las listas electorales. Y desde su sector avisan de que no hay hueco para ella en el próximo ejecutivo. «A Podemos ni agua», zanjan las fuentes consultadas para dejar claro quién manda en la coalición, y para argumentar que los morados no tienen márgenes de acción.
La sensación de que Podemos es ya un actor irrelevante en la política española es compartida por los principales estrategas del equipo de Díaz. Podemos no piensa lo mismo. En sus cajas queda dinero ahorrado a lo largo de estos años, resultado de subvenciones públicas y donaciones de sus cargos. Y los morados creen que su supervivencia depende de una vuelta a las trincheras que les permita reivindicar ser la única y verdadera fuerza a la izquierda del PSOE.
Sin autonomía en el grupo
En esta línea irán las conclusiones de su convención política que se celebrará en noviembre. Además, acusarán a Yolanda Díaz de ser una muleta de Sánchez y de vacío ideológico, tal y como ya adelantó este diario. Aun así, Podemos denuncia el bullying parlamentario que dicen sufrir en su propio grupo. Las quejas empiezan a hacerse públicas. El portavoz Javier Sánchez Serna escribió un artículo en el nuevo diario vinculado a la televisión de Iglesias apuntando a esta imposición de marginalidad.
Las fuentes consultadas van más allá. Sostienen que el aislamiento de Podemos es profundo. Señalan a Enrique Santiago como el «fontanero» de todas las operaciones parlamentarias de Díaz, puesto que insisten en que los diputados elegidos en cuota Sumar, y teóricamente su guardia pretoriana, carecen de experiencia. El hecho de que el número dos por Madrid, el embajador Agustín Santos Maraver, tenga de facto una proyección nula en la política de Sumar, corroboraría esa tesis.
Pero Podemos asegura que no se callará. Sigue en una fase de «negociación» tanto con Sumar como con el PSOE, dicen. Los morados quieren dejar claro que son un actor desvinculado de Sumar, que califican de ‘Movimiento Sumar‘ para reivindicar que se trata de sujetos políticos diferentes. En segundo lugar, darán la batalla para los ministerios. La exigencia de Irene Montero en Igualdad se parece más a una maniobra de despiste y presión para alcanzar otro departamento. Tal vez para Ione Belarra. Y en general, para impedir que Díaz entregue un ministerio a un exdirigente de los morados, para decir a la opinión pública que allí se encuentra la cuota morada de gobierno. Los nombres de Nacho Álvarez y María Eugenia Rodríguez Palop están entre los principales señalados internamente, tal y como desveló THE OBJECTIVE.
Podemos, en definitiva, sabe que ni Díaz ni Sánchez están dispuestos a entregar ministerio alguno a los morados. Los dos comparten una operación dirigida a aniquilar Podemos, pero sin que se vea la mano del culpable. Y en eso Díaz tiene claro que esta vez descargará la responsabilidad de la decisión a Sánchez. En una reciente entrevista, la política gallega dijo que todo dependería del presidente socialista, y que incluso ella podía no ser ministra. Los morados reaccionaron a la entrevista con indignación. Saben que con esas palabras Díaz planea dejar en manos de Sánchez la última palabra, poniéndose de perfil para no aparecer una vez más como la culpable del agravio a los morados.
