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Sánchez fía la legislatura a las catalanas de 2025: Ia amnistía dispara a Illa a 40 escaños

El Gobierno desliza que incluso aunque no se aprobara la amnistía, Pedro Sánchez continuaría su mandato

Sánchez fía la legislatura a las catalanas de 2025: Ia amnistía dispara a Illa a 40 escaños

Pedro Sánchez y Salvador Illa. | Flickr PSOE

La legislatura no es un castillo de naipes en el que la caída de una carta (la amnistía) pueda precipitar el resto de la baraja. Desde el severo varapalo parlamentario de Junts a su ley de amnistía, el Gobierno se ha esforzado en deslizar que incluso aunque no se aprobara el hilo conductor de la legislatura y la moneda de cambio para la investidura, Pedro Sánchez no convocaría elecciones y continuaría su mandato sin amnistía. Sin amnistía y sin presupuestos. Porque lo que en realidad representa la legislatura es un dominó en el que el movimiento de una pieza sucede al anterior: sin amnistía, no habrá presupuestos; y sin presupuestos, no habrá leyes, aunque sí legislatura. Una legislatura sin legislación ni leyes, anticipan desde Moncloa, donde ponen a prueba de bombas la resistencia del «jefe» que «tirará para adelante». ¿Hasta cuándo? La pregunta tiene respuesta concreta, aunque con un plazo temporal abierto al año 2025

Según avanzan fuentes gubernamentales a THE OBJECTIVE, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no convocará elecciones generales, al menos, hasta la celebración de las elecciones autonómicas en Cataluña, a las que fía toda la legislatura. En Moncloa y Ferraz descuentan que ni las elecciones gallegas, ni las vascas ni las europeas serán buenas para el PSOE. Especialmente las últimas, habida cuenta de que se han truncado sus planes de distanciar al máximo la aprobación de la amnistía de la campaña de las eleciones al Parlamento Europeo el 9 de junio, tras el retraso de un mes en las negociaciones PSOE/Junts. Pero justo después de esa triple cita con las urnas, «inocuas» a juicio de los socialistas, llega una convocatoria que podría servir para culminar su proceso de reconstrucción de la convivencia en Cataluña. Esta es la baza a la que Sánchez juega el éxito o fracaso de su apuesta por la llamada política de reconciliación, que le llevó a aprobar los indultos, reformar el código penal para derogar el delito de sedición, reformar la malversación y aprobar la ley de amnistía. 

Una secuencia lógica que responde al mantra con el que Pedro Sánchez llegó a la Moncloa en junio de 2018, un año después de aprobar la aplicación del 155 en Cataluña tras el referéndum ilegal de 2017: «Cataluña no tiene solución pero tiene camino». La frase del entonces gurú de Sánchez en Moncloa, Iván Redondo, ya auguraba lo que entonces era el germen de una operación que culminará en el segundo mandato del actual presidente del Gobierno. El camino que transita Pedro Sánchez tiene como meta encumbrar a Salvador Illa como president de la Generalitat de Cataluña tras las elecciones autonómicas que se celebrarán a finales de 2024/principios de 2025. Y a ello fía toda la legislatura. 

Sondeos internos disparan a Illa hasta los 45 escaños

La duración de la legislatura no dependerá de la amnistía, ni de los presupuestos, pero sí condicionarán el resultado de las urnas en Cataluña, que es a lo que supedita el Presidente Sánchez la continuidad de estancia en Moncloa. Las fuentes socialistas consultadas por THE OBJECTIVE son optimistas sobre lo que ocurrirá a medio plazo en esta comunidad autónoma, porque sus sondeos internos disparan a Salvador Illa por encima de los 40 escaños, con picos que alcanzan los 45 de forma puntual. «Estamos muy altos», confirman también desde el PSC, sabedores de que, a medida de que se acerque la fecha de los comicios, podría rebajarse esa tendencia que, a día de hoy, permite a Salvador Illa recoger diez escaños más que los 33 actuales, con los que ganó las elecciones en 2021. 

La explicación que ofrece el PSOE es que «Illa está disparado porque está rentabilizando la amnistía y la estrategia de reconciliación. Es lo mismo que pasó con los indultos», que le permitieron ganar las elecciones el 14 de febrero de 2021. Desde entonces, la tendencia ha sido imparable, confirmando Cataluña como el principal granero de votos del PSOE: ganó las elecciones en Cataluña el pasado 23-J con un 34,49% de los votos, más del triple de votos que Junts, con un 11,16% y en quinta posición en el tablero catalán, justo por detrás de ERC, cuarta formación en representación con un 13,16%, que sufrió un considerable varapalo tras pasar de los 13 parlamentarios en Madrid a tan sólo siete.

El PSC bebe de ERC y le relega a la tercera posición

Lo que en el conjunto de España supone un coste para el PSOE, en Cataluña ofrece una alta rentabilidad. «La gente ve que España no se rompe, huye de la hipérbole y la exageración», explican en Ferraz. Pero la verdadera clave la publicó THE OBJECTIVE antes de las elecciones generales y tiene que ver con las transferencias de voto. El votante del PSOE ha mudado y actualmente recibe un importante caudal de voto del PSOE. Esto es lo que explica, según el PSOE, que ERC haya descendido a la tercera fuerza política en Cataluña en sus encuestas y Junts haya recuperado el liderazgo hegemónico en el bloque independentista. 

«Hay sorpasso», confirman en el PSC, aun a sabiendas de que no es una tendencia consolidada en sus sondeos y que «la cosa está ahí ahí… Hay semanas que sube uno y baja el otro». Sin embargo, las líneas generales de sus estudios demoscópicos apuntan a que Junts ha recuperado «notoriedad» desde el inicio de la legislatura, y que está sabiendo rentabilizar su recién recuperado protagonismo para adelantar posiciones en detrimento de sus rivales republicanos. «ERC baja y los comunes se hunden», pronostican estas fuentes, que atribuyen esta caída de ERC a que se disipe la opción de un adelanto electoral en Cataluña a finales de 2024. «ERC necesita recuperarse, Aragonés quiere aguantar hasta 2025. Otra cosa es que pueda», explican los socialistas catalanes. 

La «debilidad» de Aragonés

En el PSOE culpan a Puigdemont de los «errores garrafales en la negociación», como incluir el tema migratorio «sin saber para qué querían las competencias», o solicitar una reforma de la Ley de Sociedades que puede complicar el retorno de las empresas a Cataluña porque «si amenazas a la gente no van a venir. Se han equivocado mucho». Y pese a todo, constatan la posición de «debilidad» por parte de ERC, cuyo líder, Pere Aragonès, «tuvo que adelantar el anuncio de su candidatura para que no le muevan la silla. Se están poniendo nerviosos». El equilibrio del PSOE es complicado porque, si bien ERC es su socio natural del ala progresista, es su competidor directo, con quien comparte una frontera que encierra la clave del crecimiento del PSC en los últimos años y el porqué de las cesiones de Pedro Sánchez. 

En cambio, con Junts, el PSOE constata que «no hay ninguna transferencia de voto», motivo por el cual a los socialistas les puede convenir alimentar la famosa ‘sociovergencia’ en las instituciones para limitar la capacidad de crecimiento potencial de los republicanos, como sospechan fuentes de ERC consultadas por este diario. Fuentes socialistas aseguran que ERC es «el pacto natural», tanto en el Ayuntamiento de Barcelona como en la Generalitat de Cataluña. Pero también advierten de que «todo está abierto y dependerá del resultado en las urnas».

Coronar a Illa para consumar la operación

Los socialistas se aferran a que coronar a Illa como presidente autonómico sumaría a un barón fundamental y muy simbólico al limitado elenco de presidentes autonómicos del PSOE, en la medida en que Illa es una persona de la máxima confianza de Pedro Sánchez, que encarnaría la puesta en práctica del objetivo de Moncloa: «pasar página de lo ocurrido en 2017», aunque sea a costa del perdón (los indultos), el blanqueamiento (la supresión de la sedición) y el olvido (la amnistía).  

De momento, la realidad es que los números de Ferraz reflejan que «estamos igual que en julio: 105, 110, 115…, pero no estamos en 80. No nos hemos hundido». La amnistía, admiten, tiene un coste limitado porque «Da más miedo Abascal que Puigdemont… No hay coste, pero no hay entusiasmo por la amnistía. Es como ir al quirófano: no te gusta pero sabes que tienes que ir. Y si hay que ir, pues vas». Sin embargo, son las cifras de la demoscopia en Cataluña las que arrojan esperanza para Pedro Sánchez y las que condicionarán cuánto dura esta accidentada, convulsa e incipiente legislatura. 

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