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Pumpido apeló a la paridad para otorgar la vicepresidencia del Constitucional a Montalbán

El nuevo presidente intentó un acercamiento con Ricardo Enríquez para ganarse el favor del sector conservador, que apoyó a Balaguer

Pumpido apeló a la paridad para otorgar la vicepresidencia del Constitucional a Montalbán

Los magistrados Conde-Pumpido y Montalbán. | Europa Press

La elección de la cúpula del Tribunal Constitucional se saldó con el guion esperado. El favorito Cándido Conde-Pumpido se alzó con la presidencia y el sector progresista se valió de su amplia mayoría para copar sus puestos principales. La única sorpresa la arrojó la vicepresidencia, donde pocos apostaban por la magistrada Inmaculada Montalbán. Los progresistas apelan a la necesidad de cumplir con la paridad para negar ese simbólico cargo a la minoría conservadora. No obstante, el nuevo mandamás intentó un acercamiento con Ricardo Enríquez para ganarse el favor de su bloque, que finalmente apostó por María Luisa Balaguer.

El fugaz Pleno de este miércoles comenzó tenso. Dos progresistas se disputaban la presidencia y el bloque llegaba dividido a la cita. Acabó llevándose el gato al agua Conde-Pumpido, que obtuvo seis de los siete votos de los magistrados de esa línea que componen la corte de garantías. Balaguer, la otra aspirante, unió su suerte a los miembros del denominado sector conservador, aunque fue insuficiente.

Un día antes se habían reunido para consensuar una única candidatura, pero fue imposible. Ambos aspirantes decidieron dar la batalla hasta el final. «Conde-Pumpido tenía los votos atados. De no ser así, no se habría presentado», afirman a THE OBJECTIVE fuentes del Constitucional. En su opinión, alguien hizo pensar a Balaguer que tenía opciones. Todas las miradas apuntan a la recién llegada María Luisa Segoviano, férrea defensora del feminismo, como la jurista almeriense.

La fuerza de Conde-Pumpido

Segoviano optó por Conde-Pumpido, lo que acabó con las aspiraciones de Balaguer. En la reunión previa de los magistrados progresistas, sus colegas le propusieron retirarse de la pugna por la presidencia. Como contraprestación, la jurista almeriense saldría elegida vicepresidenta del órgano encargado de velar por la constitucionalidad de las leyes gracias a que el bloque progresista contaba con siete de los 11 votos en liza.

Balaguer declinó el ofrecimiento, por lo que no optó al puesto. Ni siquiera votó con sus compañeros del bloque progresista; se alineó con las filas conservadoras, que le habían prestado su apoyo en la votación anterior. Una fórmula que algunos juristas consultados consideran fruto de una estrategia «equivocada» porque «que Conde-Pumpido levantara antipatías y fuese el favorito de Moncloa» no implicaba que los conservadores tuvieran fuerza suficiente para decidir.

María Luisa Balaguer, rival de Conde-Pumpido por la presidencia del Constitucional. | Foto: Carmen Suárez

La lugarteniente de Conde-Pumpido será la granadina Inmaculada Montalbán, que llegó al Constitucional en noviembre de 2021 a propuesta del Congreso. Miembro de Juezas y Jueces para la Democracia como el jurista gallego, los progresistas esgrimen que su elección muestra una imagen de paridad en el tribunal. No en vano, cuenta con el mayor número de mujeres de su historia: cinco de los 11 magistrados, ya que sigue sin cubrirse la vacante que dejó en verano Alfredo Montoya.

El escenario podría haber sido muy diferente si el magistrado Ricardo Enríquez, el de más antigüedad del denominado bloque conservador, hubiese aceptado la propuesta de Conde-Pumpido. El nuevo presidente del Constitucional trató de acercarle a su causa con el objetivo de garantizarse el máximo apoyo y, si era posible, el apoyo unánime de sus colegas.

Para ello le ofreció el respaldo de la mayoría progresista para que se convirtiera en vicepresidente, pero las fuentes consultadas afirman que Enríquez lo desestimó. Su ascenso no despertaba demasiadas ilusiones entre los conservadores. Especialmente si para alcanzar el puesto, meramente simbólico (y con voto de calidad en su sala), debían votar a Conde-Pumpido como contrapartida.

Eso sí, el bloque conservador esperaba que los progresistas no se atrevieran a romper con la norma no escrita que lleva aplicándose en los últimos tiempos y que establece que la vicepresidencia recaiga en un magistrado del sector minoritario para que las dos almas del Constitucional estén representadas. Si la cuestión era promocionar a una mujer, algunos apuntan que podría haberse activado la opción de Concepción Espejel.

Los conservadores sostienen que «se ha aplicado el rodillo». Lo consideran toda una declaración de intenciones. Sin embargo, este reparto de puestos no ha sido una constante en los 43 años de historia de la corte de garantías. Los primeros presidentes tuvieron un número dos de su misma sensibilidad. Sucedió con Manuel García Pelayo, Francisco Tomás y Valiente (su vicepresidenta, Gloria Begué, llegó al Constitucional de la mano de UCD, pero con el beneplácito del PSOE), Miguel Rodríguez-Piñeiro, Álvaro Rodríguez Bereijo y Pedro Cruz Villalón.

Ese modus operandi se rompió en noviembre de 2001. La presidencia quedó en manos del conservador Manuel Jiménez de Parga mientras que la presidencia correspondió al progresista Tomás Vives Antón. María Emilia Casas y Pascual Sala también tuvieron un número dos del bloque contrario, algo que no sucedió con Francisco Pérez Cobos. El reparto se recuperó en noviembre de 2021, cuando se eligió por unanimidad al conservador Pedro González-Trevijano y al progresista Juan Antonio Xiol como vicepresidente.

La independencia de Balaguer

En su primera intervención como presidente ante sus compañeros, Conde-Pumpido advirtió que «la Constitución no permite ni la secesión, ni la independencia ni la autodeterminación». Algunos lo han traducido como un toque de atención a Segoviano, que la semana pasada no descartó esta última posibilidad.

Las fuentes consultadas afirman que Balaguer abandonó el cónclave cabizbaja, pero advierten de que su puntual alianza con los conservadores no compromete sus resoluciones futuras. «Ha mostrado siempre su independencia, incluso ha emitido votos particulares mostrando su desacuerdo con la mayoría». En los próximos meses, una mayoría progresista tendrá que resolver asuntos tan polémicos como la ley Celáa, la de eutanasia, la del aborto o la de Memoria Democrática.

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