Si en algo estarán de acuerdo los tres candidatos –Díaz, López y Sánchez- es que en el PSOE necesitan mucho más que avales y militancia. Necesitan ideas, difícil misión, y consenso para planificarlas, proponerlas y realizarlas, objetivo más complicado aún; recordemos: un partido dividido en facciones y en intereses, ¿por ejemplo?: el referéndum de Cataluña o el entenderse, para alcanzar una coalición en el Parlamento y en quién sabe qué más, con Podemos. No es poca cosa. De uno se desprenden las directrices respecto del nacionalismo catalán –uno de los grandes problemas que España arrastra y atraviesa- y del otro depende buena parte de sus fines ideológicos, del color con que contemplarán, abordarán, durante los próximos años la política socialista del partido. Así que ganara Susana –caballo ganador, por otra parte, e incluso de Troya, para otros- o Pedro o Patxi, el debate que importa seguirá su curso, caótico a veces, en las habitaciones interiores del PSOE. Esto es tan sólo una bomba de oxígeno para salvar, de momento, la respiración.