«Ha sido una lástima que se hayan impuesto las teorías que proscriben el uso de la memoria en el aprendizaje»
“Todo es según el color / del cristal con que se mira”, escribe Ramón de Campoamor en esta letrilla ingenua y asonantada con la que nos introduce en uno de los signos de la contemporaneidad: el relativismo. De aquí, y en adelante, esta corriente ha sido la dominante en nuestro tiempo. De Campoamor a Jarabe de Palo. Depende, de qué depende. Es muy probable que la intención del poeta, de cuyo estilo pocas interpretaciones podemos elucubrar, dado el realismo de su obra, no fuese de tal envergadura, y que el propósito de este poema no buscara tales cotas de profundidad y de filosofía. A lo sumo, ingenio.
Es mucho mejor practicar diez minutos de ejercicio al día, que pasar tres horas en el gimnasio y no volver en todo un mes. ¿Pero qué pasa cuando el deporte se reduce a hacer unos saltitos un tanto gansos y cinco abdominales con la espalda torcida en el saloncito de casa?
A mí, que soy hombre de consenso, me gustaría zanjar esta polémica diciendo que yo también estoy en contra de los malos deberes y a favor de los buenos. Pero mucho me temo que la polémica que nos ocupa no tiene tanto que ver con los deberes como con el pánico que todo buen demócrata siente ante la desigualdad, a la que no sabe concebir como nada más que como injusto privilegio. Y qué duda cabe que los deberes la evidencian de forma inevitable, si no es que incluso la causan ellos mismos.