estelada

Blow Up

Blow Up

«Me interesa destacar cómo la percepción humana de la realidad ha ido modificándose sucesivamente al hilo de los cambios operados en nuestra concepción de la justicia»

Cada 'estelada' en su casa y 'la senyera' en la de todos

Cada 'estelada' en su casa y 'la senyera' en la de todos

En el libro El golpe posmoderno, de Daniel Gascón, se dibuja la concepción de democracia plebiscitaria que desde hace años el nacionalismo catalán explota de manera irresponsable. Gascón habla de una «democracia por aclamación, vinculada a la volonté générale de Rousseau, que solo respeta los procedimientos si le conviene, que niega el pluralismo».

La Diada del millón por la independencia de Cataluña

La Diada del millón por la independencia de Cataluña

La Guardia Urbana cifró la participación alrededor del millón de personas. Los Mossos d’Esquadra destacaron el civismo de la multitud convocada por dos organizaciones civiles: la Asamblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural. Entre el Paseo de Gràcia y la calle Aragó de Barcelona, los independentistas celebraron el Día Nacional de Cataluña con una jornada que esperan sea la última, antes de celebrar el referéndum convocado el 1º de octubre por el Govern de la Generalitat.

La democracia del referéndum

La democracia del referéndum

Nunca está de más recordar que sólo el cauce legal y el respeto a las reglas de juego garantizan, en todo proceso político, los derechos y las libertades de sus ciudadanos. Así, la senda de la fragmentación unilateral de la soberanía nacional tiene un difícil recorrido democrático.

La violencia como "remake"

La violencia como "remake"

El futurismo condensó tanta violencia en el arte que todo un siglo saltó por los aires al fundarse los totalitarismos. Fascismo, comunismo y anarco-sindicalismo aprenden de Georges Sorel el poderío de la violencia prefigurada en Mussolini nadando virilmente o Lenin llegando a la Estación de Finlandia en su vagón blindado. Barcelona llegó a ser conocida mundialmente como la ciudad de las bombas. En el anarco-sindicalismo, Georges Sorel –con sus “Reflexiones sobre la violencia”- impone la idea de que sin violencia no habrá capacidad colectivista. Casi cien años después, Georges Sorel logra su “remake” de la mano de la organización política conocida como la CUP. Todas sus propuestas son ultra-radicales, unilateralmente secesionistas y anti-sistema pero hasta ahora no habían proclamado que hará falta violencia política para que –como hipótesis- el Estado sienta la urgencia de la fuerza bruta. Es decir: hay que llevar la secesión unilateral hasta el límite, hasta que el Estado español entre “en contradicción antidemocrática” y tenga que recurrir “a algún tipo de fuerza legal o incluso de la fuerza bruta”. Es de una simplicidad que ofusca, sustancialmente porque el anti-sistema es un sistema paranoide. La CUP comienza quemando la Constitución en el salón de plenos del ayuntamiento de Barcelona y prosigue con una gestualidad consistente en quemar contenedores o cajeros automáticos. Tanta hostilidad se nutre del rechazo del Estado de Derecho, las formas pluralistas o el principio de la propiedad.

La guerra de las banderas independentistas politiza la final de la Copa del Rey

La guerra de las banderas independentistas politiza la final de la Copa del Rey

La polémica ha aumentado tras la decisión del juez de lo Contencioso número 11 de Madrid de autorizar la presencia de esteladas. La resolución del juez alega que no existen «motivos con entidad suficiente como para poder restringir el uso de un derecho fundamental». La postura del juez no ha contado con el apoyo de la Fiscalía, que se muestra a favor de la decisión de la Delegación. La Delegada del Gobierno argumenta que los símbolos como las banderas independentista «incitan, fomentan o ayudan a la realización de comportamientos violentos o terroristas». Como acto de rebeldía, dos asociaciones catalanas habían anunciado que repartirán a los aficionados culés banderas escocesas.

La prohibición ha sido rechazada por las autoridades catalanas, empezando por el presidente de la Generalitat, quien ha anunciado que no acudirá a la final como acto de protesta. Tampoco lo harán la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y su homóloga madrileña, Manuela Carmena. La polémica está servida y la expectación será mayor cuando suene el himno nacional que cuando salten los 22 al campo.

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