THE OBJECTIVE
David Mejía

Podemos y Vox: ¿falsa equivalencia?

«Son fuerzas antitéticas, pero ambas comparten un veneno: el afán por convencernos de que España no tiene futuro salvo que una mitad someta a la otra»

Opinión
23 comentarios
Podemos y Vox: ¿falsa equivalencia?

Santiago Abascal (Vox) e Ione Belarra (Podemos). | Europa Press

Como no tengo Instagram, me subo la autoestima leyendo las críticas que me dejan en Wallapop. Tengo cinco estrellas y fama de ser agradable y comunicativo. Los comentarios de los lectores de esta columna suelen ser menos amables. Por eso —no se ofendan— no los leo, pero siempre hay algún amigo que me reenvía los insultos más ingeniosos. Estos proliferan cuando me atrevo a comparar a Podemos y Vox; los fans de ambas escuadras se crecen ante la comparación. Me concederán que ambos partidos coinciden (al menos) en eso: detestan ser comparados entre sí. Y les diré que muchos de sus argumentos son sensatos. Podemos y Vox no son proyectos simétricos, y por eso no representan amenazas comparables. Pero que las toxinas que despiden sean distintas no significa que unas sean más o menos dañinas que otras.

Desde Vox reniegan de la equivalencia porque se perciben como un partido respetuoso con la Constitución. Dicen los suyos que Vox, a diferencia de Podemos, respeta el imperio de la ley y venera a los encargados de preservarlo: jueces y policías. Podemos nunca ha considerado España una democracia plena: Alfon, Bódalo, Otegi y Junqueras eran presos políticos y el CNI estaba implicado en el atentando de las Ramblas. Vox, presumen los suyos, respeta la democracia española y defiende los derechos —por ejemplo, lingüísticos— de todos los españoles. No hace llamamientos a rodear el Congreso, ni se plantea burlar la ley para lograr sus objetivos: preservar la unidad nacional y proteger a España de los males del globalismo que erosionan la identidad cultural de Occidente. Casi nada. Se perciben como los defensores de la casa común de los españoles que el separatismo —con la aquiescencia de la izquierda y la parálisis de la derecha— terminará por destruir.

«Lo que en Podemos es sabotaje institucional, en Vox es sabotaje social»

En Podemos reniegan de la comparación porque ellos, a diferencia del nacionalpopulismo reaccionario, trabajan para ampliar derechos, no para restringirlos. Les asiste algo de razón. Si pasean por el centro de Madrid podrán ver el inmenso cartel electoral de Vox donde una mano  con pulserita de España en la muñeca- arroja a la basura las bandera del colectivo LGTBI, la bandera del feminismo, la insignia de la Agenda 2030 y la estelada. «Decide lo que importa». Podríamos decir que Vox, a priori, respeta la arquitectura del Estado pero tiene propuestas radicales de interiorismo. Lo que en Podemos es sabotaje institucional, en Vox es sabotaje social. Aunque Vox no cuestione las fronteras, ni la soberanía nacional, es una amenaza para los ciudadanos que por su orientación sexual, su identidad, su ideología o su religión no encajan en su horma de españolidad.

Podemos y Vox son fuerzas antitéticas, pero análogas respecto al lugar que ocupan en el espectro ideológico. Al final, los ciudadanos decidirán qué toxina toleran mejor y contra cuál ven más inmunizado a su país. Existe, sin embargo, un veneno que ambos comparten: el afán poco disimulado de convencernos de que España no tiene futuro salvo que una mitad someta a la otra.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D