
impuesto de sucesiones


Las palabras tribales
“Los españoles no votamos mal. Los intereses e incentivos son tan variados que el arco parlamentario se diversifica”

Vox, falta de algodón
Toda situación absurda conlleva un esperpento. Hay quien se pone estupendo y digno cerrando el paso a Vox. Hay tertulias en Madrid donde parece que han salido liberales debajo de las piedras. Los intelectuales de baratillo salen con su cordón sanitario, las cofrades de la procesión de la Vagina andan ahora de mantillas de luto. Se ponen estupendos muchos blanditos, autonomistas otros, porque quizá durante mucho tiempo han estado haciendo funambulismo -y carrera- en el momio de eso que dieron en llamar el Estado de las Autonomías.

Romanticismo ciudadano
Hace años que oímos hablar de la muerte del eje izquierda-derecha como marco interpretativo de las posiciones ideológicas y políticas. Si no de su muerte, al menos sí de su pérdida de peso relativo frente a nuevos clivajes, especialmente el que enfrenta a los supuestos partidarios de un mundo abierto y cosmopolita frente a los también supuestos nostálgicos de un mundo cerrado y proteccionista.

Susana, mártir
Durante mucho tiempo he abrigado la duda de si algunos piensan en serio —como dicen en público— que Susana Díaz será una líder ganadora. Incluso ella, ¿se cree eso? Lo tiene crudo, a poco que se analice, porque habría de pagar el impuesto de sucesiones de su gestión en Andalucía, que no es rutilante y que le echarían en cara en cuanto empezara la campaña nacional. Luego está el nivel: quizá ustedes no la viesen debatir con Juanma Moreno, un recién llegado, y perder los nervios y los debates. Por dentro, tiene bastante achicharrados a los partidarios de Pedro Sánchez, que la culpan de la maniobrera defenestración del líder, y que se resistirán a votarla. Y por delante, su política de pactos, cerrada en banda a Podemos, la dejaría con poco margen de negociación.