Todos los niños eran rubios para TV3, y guapos. Sonreían fosforito a la misma cámara que nos mostraba hasta a Otegi como un saludable corderito de paz. Y comían helado sobre los hombros ‘indepes’ de sus padres tan demócratas. Día agradable en Barcelona, ciudad comerciante de donde andan’ volando’ los capitales rumbo a la seguridad jurídica; allá donde no entre la larga manopla de la CUP. Los niños seguían sonriendo, y el helicóptero de TV3 por las calles de Barcelona, en una realización aérea con cargo a ‘tots’, daba con la toma exacta para que no se viesen las calvas en la ‘manifa’. Fue menos gente que a otras diadas, pero un 11-S es meramente simbólico, claro está, y el mambo de Gabriel no está para florecillas poéticas, que ya llegará el primero de octubre con su dialéctica.