Trump nombra a la líder del equipo de transición presidencial como secretaria de Educación
El magnate destaca de Linda McMahon su «experiencia en liderazgo y profundo conocimiento» de la materia
El magnate destaca de Linda McMahon su «experiencia en liderazgo y profundo conocimiento» de la materia
Ofrecía la creación de una nueva entidad de la que cada empresa controlaría un 50% de la misma
‘Il cavaliere’ combatió desde sus medios de manera despiadada contra unos enemigos que en muchas ocasiones demostraron ser igualmente despiadados
La serie, cuya cuarta temporada se acabó de emitir hace unos días, relata las luchas cainitas de los grandes grupos de comunicación para controlar los medios
Se desconoce el beneficiario, pero el testamento de Jeffrey Epstein agrupa todas sus propiedades en un fideicomiso llamado ‘Trust 1953’
Jeffrey Epstein estaba acusado de crear una red de tráfico sexual de menores hace una década en sus mansiones de Nueva York y Florida
Epstein, de 66 años, fue hallado colgado en su celda el sábado y debía haber sido vigilado cada 30 minutos el viernes por la noche por dos guardias
Epstein, que se enfrentaba a una pena de hasta 45 años de prisión, ha sido encontrado ahorcado
Los usuarios de Twitter se llevaron las manos a la cabeza al ver que el magnate Warren Buffett, uno de los hombres más ricos del mundo, se arrancaba con algunos tuits concisos y motivacionales como solo un millennial haría. La sorpresa, claro está, se desmontó rápidamente: no era más que una cuenta falsa que utilizaba su nombre para ganar difusión. La cuenta original del multimillonario cuenta con casi un millón y medio de seguidores y está verificada, pero la falsa –@WarrenBuffett99– no tenía nada que envidiarle: obtuvo en muy poco tiempo un cuarto de millón de seguidores y decenas de miles de retuits. Lamentablemente, Twitter la tumbó y ya no se encuentra entre nosotros.
El magnate estadounidense Warren Buffett, el segundo hombre más rico del mundo, ha anunciado este viernes que su conglomerado Berkshire Hathaway ha vendido un tercio de su participación en el grupo informático IBM, que afronta dificultades en el mercado.
La prensa insiste en el renovado interés por Arendt y Orwell, autores que se ocuparon de la verdad. E insiste en llamar a esta nueva época la era de la posverdad, concepto ligado a dos fenómenos: Trump y el Brexit.
En La democracia sentimental, Manuel Arias Maldonado escribe que “hay una estrecha relación entre radicalismo y felicidad […] El radicalismo hace más feliz que la moderación: sobre todo cuando el gobierno no nos representa.” Si a esto se le une una elevada sensación de pertenencia, una amenaza exterior o interior que funcione como chivo expiatorio, cierta disonancia cognitiva que te impida ver los errores propios y una sensación de superioridad moral, uno ha de ser enormemente feliz. Porque afrontar la complejidad de la realidad es extenuante. Y, bueno, a veces triste.
Lo reaccionario del populismo subyace en su determinismo, en su capacidad de limitar, de antemano, la construcción de cualquier discurso. El mesiánico lo da todo hecho, como los cruceros concertados o las pizzas congeladas. Para los populistas siempre habrá un culpable, un enemigo, una mano negra a la hora de cubrir cualquier contexto: banca, inmigrantes, poderosos, los políticamente correctos, los que en todo ven el populismo. Así, en abstracto, en esa generalización del artículolos que articula, a su vez, el argumento que está por venir. Y es que el populista fija primero al adversario y luego da aire a la idea, en el sentido opuesto a las agujas del reloj de las ideologías. Por otra parte, nos encontramos, obvio, con que ese mundo tan sencillo, tan prefabricado, es una estupenda excusa para declinar motivos razonados, pensamientos, raciocinios, y así satisfacer nuestros instintos ideológicos más cercanos ¿Para qué complicarnos más? ¿Para qué pensar?
El Trump presidente ha ya hablado, y ha dicho algo extraordinario y que nos lleva al pasado, a la España de 2014 del Podemismo insultante y exultante que se veía ya con la TVE, la Policía y el Ejército a su cargo. Trump ha dicho: “Lo que importa de verdad no es qué partido controla nuestro gobierno, sino el gobierno es controlado por parte de la gente”. Son palabras ambivalentes, que podrían significar que el pueblo tiene armas (también literalmente) para poner coto al poder exorbitante del gobierno. Pero no. No habla en futuro de la autodefensa de la sociedad, sino en pasado: “El 20 de enero será recordado como el día en que la gente se convirtió de nuevo en los gobernantes de esta nación”. Es decir, que no es el juego de las instituciones democráticas sino el auténtico líder quien representa de verdad a la gente. Es el corolario político del populismo, la encarnación auténtica del pueblo, fuera de los artificios manipulados de las instituciones, que están al servicio de sus enemigos.
Streep, que nunca ha ocultado sus simpatías hacia Clinton, criticó a Trump sin citarlo directamente durante su discurso al recibir un premio a su carrera en la ceremonia de los Globos de Oro celebrada en Los Angeles el domingo. La veterana actriz arremetió contra algunas declaraciones de Trump y, en particular,evocó el episodio en el que el entonces candidato republicano se burló de la condición física del periodista Serge Kovaleski del New York Times, momento en el que Strepp se dirigió a los periodistas para invitarles a salvaguardar la verdad.
En respuesta a la actriz y a través de varios tuits, Trump escribió: «Ella es una lacaya de Hillary que perdió mucho. Por centésima vez, nunca ‘parodié’ a un reportero discapacitado (nunca haría eso), sino que simplemente le califiqué de ‘rastrero’ cuando cambió totalmente una historia que había escrito hacía 16 años para hacerme quedar mal».
Sin embargo, cuando después le preguntaron si el proceso estaba yendo suavemente, Trump pareció restarle importancia a su comentario anterior y declaró: «Oh, creo que muy, muy suavemente. Muy bien. ¿Usted no lo cree?». Trump dijo más tarde que había hablado por teléfono con Obama, asegurando que había sido «una muy linda conversación», y admitió que apreciaba la llamada del todavía inquilino de la Casa Blanca.
Las tensiones entre Trump y la Administración Obama han aumentado en las últimas semanas, sobre todo en los últimos diez días después que Estados Unidos se abstuviera el pasado viernes en la votación de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU en la que se condena los asentamientos israelíes en territorio palestino. Desde 1979, Estados Unidos había vetado siempre las resoluciones contra la política del Gobierno israelí en relación con los palestinos. A Trump le faltó tiempo para expresar su apoyo a Israel en dos tuits. «No podemos seguir dejando que Israel sea tratado con un desprecio total y esa falta de respeto» y «Estaban acostumbrados a tener un gran amigo en Estados Unidos, pero ya no es así. El comienzo del fin fue ese horrible acuerdo con Irán – sobre su programa nuclear – y ¡Ahora (la ONU)! ¡Sigue fuerte, Israel, el 20 de enero está cerca!», escribió.
Piense lo que piense la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, que hace poco afirmaba en un programa de televisión cultural que quedarse con Hayek o con Marx era “anquilosarse” (y ello con el argumento, tan refrescantemente adolescente él, de que son “pensadores del siglo pasado”), algunos seguimos creyendo que no solo los pensadores del siglo XX (como Hayek) o del XIX (como Marx), sino ¡incluso los del siglo IV antes de Cristo!, como Platón o Aristóteles, pueden sernos de ayuda para entendernos. Es más. Voy a intentar esbozar el argumento de que un controvertido autor del siglo XIX, como es Friedrich Nietzsche, podría resultarnos imprescindible para captar mejor las vicisitudes políticas que hoy nos acaecen.
El yate, con 143 metros de eslora, se convirtió en noticia la semana pasada, cuando el 4 de octubre salió por vez primera de los muelles de la German Naval Yards, en Kiel, al norte de Alemania, para proceder a una navegación de prueba. Durante más de cuatro años se ha estado construyendo en los astilleros de GmbH en Nobiskrug. La nave ha sido diseñada por el francés Philippe Starck, quien ya en 2008 ya diseñó para Melnichenko otro barco de lujo, el yate a motor “A”. Este nuevo palacio flotante lleva de momento el mismo nombre: “A”. Está concebido para tener una tripulación de 54 miembros y acoger a 20 invitados. La nave tiene ocho pisos, una pista de aterrizaje para helicópteros en uno de sus puentes y una habitación de observación submarina. La altura máxima de los barcos que pueden pasar por el puente Gran Belt, la salida del Báltico, no debe sobrepasar los 50 metros. El yate de Melnichenko alcanza los 100 metros, y sus mástiles no pueden plegarse. Por ello, se ha gastado 400 millones en algo que no va a poder mostrar al mundo.
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