Entre el cisne y el búho
El cisne negro batió sus alas y el mundo se estremeció. Como tantos otros, me acerco perplejo y sobrecogido al teclado para escribir sobre la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. No estaba prevenido. Al contrario: llevaba días rumiando alegres pensamientos sobre la llegada de una mujer capaz y preparada a la magistratura más alta del planeta. Ahora el desconcierto me infunde una cierta humildad epistémica, de modo que he de medir mis palabras. Porque tengo la impresión de que tanta novedad inescrutable nos deja el cuerpo a los columnistas no menos molido y macilento que a Fabrizio del Dongo, que vio pasar por encima suyo la batalla de Waterloo sin enterarse de lo que acaecía. Estamos viviendo la historia: es pronto para comprenderla.