
Primeras veces
La primera vez que uno de mis alumnos –que también son mis primeros alumnos– disfrutó con un libro fue leyendo Tentativa de agotamiento de un lugar parisino, de Georges Perec. Se lo dejé después de decirle que el ejercicio que había entregado tenía algo muy perequiano. Él no supo qué quería decir. Luego, cuando les di a elegir entre la selección de libros que había preparado –breves y que tuvieran alguna particularidad estructural, son alumnos de documental y mi asignatura es sobre estructuras narrativas–, escogió Me acuerdo, de Joe Brainard. Leí algunos “me acuerdos” en clase y le interesó. Se lo llevó a casa y cuando tuvo que explicarlo al resto de sus compañeros dijo que algunas cosas le habían cansado: la insistencia en las referencias a los paquetes de sus compañeros y a cómo llenaban los pantalones, pero que entendía que era un detalle menor que le disculpaba a Brainard porque entendía que el momento era otro.





































