La prostitución es uno de esos debates que tiene la capacidad de poner de acuerdo a personas de distinta adscripción ideológica y de enfrentar a compañeros de causa. Son muchos los progresistas que comparten con los liberales la necesidad de regular la actividad. Los primeros aluden a la necesidad de que el ejercicio de la prostitución no quede fuera del escrutinio institucional. Solo así, aseguran, podremos garantizar que se realiza en condiciones de dignidad, salud y seguridad para las trabajadoras, al mismo tiempo que las dotamos del reconocimiento pleno de sus derechos laborales. Los liberales, por su parte, arguyen que no se puede prohibir una relación contractual libre entre dos individuos adultos, al tiempo que señalan los beneficios que el afloramiento de una actividad económica clandestina reportaría al estado en forma de tributos.