«El pueblo es eso que funciona de la vida, por eso se ha ido quedando arrinconado en nuestro mundo, pero siempre se vuelve a él»
«El españolito podrá vivir con el agua al cuello, podrá vivir con sueldos de miseria y tolerará alquileres desbocados, podrá quedarse sin trabajo, pero nadie le quitará su caña diaria»
Al tocar estas fechas siempre me preocupan más los vivos que los muertos. Los vivos que le quedan a los pueblos, concretamente. Unos vivos, cada vez con menos vida, que suspiran como si compusieran unas Rimas apócrifas haciéndole la competencia a Bécquer: ¡Dios mío, qué solos / se quedan los vivos!
La Escuela de Organización Industrial (EOI) organizó esta semana un acto en el pueblo palentino de Herrera de Pisuerga para dar una llamada de atención sobre un problema vital en España, aunque parezca que las únicas complicaciones de nuestro país sean las que crean los independentistas. Hablo de la despoblación que sufren tantas comunidades, empezando por Castilla y León.
Terminamos por comprender que en unos años viviríamos en un mundo con fronteras más difusas y un flujo de información en todas direcciones que sería extraordinario para nuestra evolución. Y algo de razón hay ahí algo.
Para llegar a la convicción de que este mundo está loco, no hace falta husmear mucho en las noticias que nos llegan de todas las partes del mundo. Aunque nosotros, los españoles, en eso de las rarezas no quedamos lejos.