
Un mundo sin Teresas de Calcuta
Es la cosa que el Papa de Roma, un señor vestido de blanco con un sombrero realmente divertido que dice creer en cosas tan pintorescas como que un oscuro carpintero de Palestina volvió de la muerte hace 2.000 años o que determinados ungidos, con determinadas palabras, son capaces de convertir el pan y el vino en el mismo hacedor de las estrellas -sin que cante mucho-, ha proclamado que cierta monjita que limpió muchos culos de tirados en Calcuta merece veneración pública.